Carlos Fernández-Vega
México SA
Reforma laboral: mesa puesta
Imagen lamentable de México
Steelworkers: ¿y los patrones?
Agitada semana la que arranca, con la denominada reforma
laboral en la marquesina con letras de neón y los no pocos enjuagues entre
las fracciones parlamentarias de San Lázaro como platillo principal. Se
modificará la Ley Federal del Trabajo –dicen los brujos, aunque no en los
términos pretendidos por Felipe Calderón, pero sí en beneficio y a la
medida de la patronal–, y los únicos que pagarán la factura serán los
trabajadores, cuyosdirigentes permanecerán intocados, porque eso de la
transparencia no espolíticamente correcto.
Dicen los defensores de la iniciativa calderonista que
nadie debe espantarse de nada, porque todas las modificaciones propuestas por
el susodicho ya estánprevistas en la Ley Federal del Trabajo; de acuerdo
con sus promotores en San Lázaro, los aspectos sobresalientes de la reforma
laboral del inquilino de Los Pinos ya están en la legislación vigente, de
tal suerte que lo único que se busca es su ratificación; el país acumula 40
años sin reforma laboral, se quejan los voceros oficiosos, y para que México se modernice lo
que urge es reformar íntegramente a favor de uno solo de los factores
de la producción. Entonces si, según ellos, todo está contemplado en la LFT,
pues para qué tanto escándalo, porque de lo que se trata no es ratificar,
sino hacer cumplir la ley, algo por demás impensable en esta república de
discursos.
No por su gusto, pero los trabajadores volverán a pagar
los platos rotos, aunque en aras de los equilibrios políticos, económicos y
sociales, junto a la reforma laboraldebería aprobarse una reforma
patronal, para meter al orden a los modernos cuan desbocados
empresarios que exigen que no se les toque ni con el pétalo de una rosa, pero
al mismo tiempo se creen con el de derecho de reimplantar las condiciones
laborales del porfiriato. ¿Transparencia sindical y cuentas claras? Bien, urge,
pero no puede ser a modo: ¿cuándo se legislará para transparentar a los barones
y sus multimillonarias operaciones, y de paso a los partidos políticos y sus no
pocos negocios turbios?
Ya viene la reforma laboral, gritan a coro los
sastres de San Lázaro, pero a ninguno de ellos le importa los nefastos efectos
que esa misma ruta ha provocado en naciones europeas, donde, tras una modernización idéntica
a la que pretende implantarse en México, las tasas de desempleo y la pérdida de
beneficios sociales han crecido como la espuma. Para no ir más lejos, en España
ya se modernizaronlaboralmente, y el número de parados no deja de
incrementarse. A estas alturas uno de cada cuatro españoles permanece en el
desempleo, y contando. Y aquí sólo hasta que la soga les roza el cuello, las
llamadas dirigencias sindicales (léase cacicazgos) han manifestado su repudio a
la iniciativa calderonista, pero sólo para proteger sus intereses, no los de la
masa trabajadora, la cual deberá rascarse como pueda, si puede, entre dos
enemigos.
Pero de afuera llega una sonado reclamo, dirigido al
Congreso mexicano, de uno de los mayores sindicatos de Canadá y Estados Unidos,
United Steelworkers, presidido por Leo W. Gerard, también vicepresidente de la
AFL-CIO, quien en carta a los inquilinos de San Lázaro subraya: “en nombre de
nuestros 800 mil integrantes les escribo para expresar nuestra profunda
preocupación por la iniciativa ‘preferente’ de ‘reforma laboral’ propuesta por
Felipe Calderón, la cual, de aprobarse, daría lugar a una reducción drástica de
los derechos de los trabajadores. Los invita a poner fin a esta iniciativa
y a poner en marcha un diálogo nacional, conforme a lo solicitado por el Comité
de Libertad Sindical, que dará voz a los sindicatos independientes y es
plenamente compatible con los trabajadores, los derechos humanos y laborales,
con especial atención a la plena realización de los derechos a la libertad de
asociación, y la negociación colectiva.
Luego de revisar detalladamente la citada iniciativa, el
dirigente de United Steelworkers advierte que de aprobarse de inmediato se debilitaría
el derecho de huelga; se perpetuaría el sistema de contratos de protección, que
sólo benefician al empleador, y que han sido cuestionados por la Organización
Internacional del Trabajo, pues lo único que tiene que hacer un empresario es
pagar a otro sindicato de protección para que presente una demanda y puede
evitar, indefinidamente, que los trabajadores, por medio del voto democrático,
elijan a su representante. El Comité de Libertad Sindical ha declarado
reiteradamente que tales disposiciones violan la libertad sindical.
De igual forma, apunta Gerard, “debilitará la protección
de los trabajadores y promoverá el trabajo precario. Las reformas propuestas
disminuyen o eliminan muchas protecciones laborales básicas relacionadas con el
empleo estable. Pretende legalizar la subcontratación (outsourcing) sin
crear un mecanismo de regulación para garantizar que las empresas que
subcontraten el trabajo sean responsables de las condiciones en las cadenas de
producción. Los trabajadores pueden ser contratados sin seguridad social en los
seis meses de prueba, por periodo de capacitación o alquilados por hora”, todo
ello violatorio de los más elementales derechos laborales. En apariencia la
reforma laboral beneficiaría a los sindicalizados, pero a cambio de otros
requisitos para que el gobierno mexicano intervenga en la vida sindical,
violando el Convenio 87 de la OIT y la decisión de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación (2 de mayo de 2012) que claramente limita el alcance de la
injerencia gubernamental en los asuntos sindicales.
Gerard reclama que en contraparte no se imponen
requisitos similares a los empleadores. La legislación propuesta (por Calderón)
es claramente antidemocrática y presenta una imagen verdaderamente lamentable
de México: el desprecio absoluto por las opiniones de los trabajadores y
ciudadanos, y un claro desprecio por el trabajo y las normas internacionales de
derechos humanos, todas ellas incorporadas a la Constitución mexicana. La
promulgación de esta legislación plantea serias dudas sobre el compromiso del
gobierno mexicano de respetar los derechos laborales en los acuerdos
comerciales futuros.
Las rebanadas del pastel
El regalito es para todos los mexicanos, especialmente
para los de menores ingresos, que son la mayoría: la inflación general llegó a
4.73 por ciento al cierre de la primera quincena de septiembre de 2012; los
precios de alimentos procesados, bebidas y tabaco aumentaron 6.9 por ciento;
los correspondientes a productos agropecuarios, 14.98 por ciento, y los
energéticos 8.11 por ciento. Todo, desde luego, para vivir mejor (Calderón dixit)
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