Carlos Fernández-Vega
México SA
Hambre competitiva
Chinos contra charros
FC: en el éter salarial
Allá por mediados de febrero pasado, de gira por
Aguascalientes, el inquilino de Los Pinos andaba muy contento y dicharachero,
presume que te presume que la gran competitividad de la economía
mexicana era producto de las mejores condiciones de trabajo y de ingreso imperantes
en el país. Y tan abundantes y maravillosas eran, decía, que por esas causas
“se están viniendo cada vez más empresas especializadas a nuestro país, no
tanto porque los salarios sean muy bajos, que ciertamente habrá que mejorarlos,
pero en China, por ejemplo, son infinitamente más bajos…”. Y se quedó tan
tranquilo.
Lo que es vivir en el éter, o fingirlo: desde el año
2000, cuando menos, en México los salarios y la economía se estancaron,
mientras en China comenzaron a incrementarse sostenidamente con tasas anuales
de crecimiento económico cercanas a 10 por ciento. En una década, la primera
del nuevo siglo, la economía del país asiático se duplicó en tamaño y valor, y
los salarios se multiplicaron por cuatro. En cambio, la mexicana, en igual
lapso, sólo confirmó su raquitismo (con una solidez de discurso),
reafirmó su política de contención salarial y precariedad laboral, y pretendió
sercompetitiva por medio del hambre de sus trabajadores. En aquella
ocasión, como siempre, el inquilino de Los Pinos olvidó actualizar su
información, al tiempo que dejó a un lado el hecho de que hasta las empresas
chinas vienen a México para aprovechar el reducidísimo costo de la mano de obra
en este país competitivo y demejores condiciones de trabajo y de
ingreso.
Pero sólo en Los Pinos no se enteraron de que a la vuelta
de los años, no muchos por cierto, los salarios infinitamente más bajos correspondían
no a los chinos, sino a los mexicanos. Como bien informó La Jornada (Roberto
González Amador), “los productos manufacturados en México comenzaron a
desplazar a los elaborados en China en el mercado estadunidense, el mayor del
mundo. La mala noticia para los trabajadores mexicanos es que ese nuevo auge se
está construyendo sobre la base del castigo de sus salarios. En la última
década, el salario promedio en el sector manufacturero chino se multiplicó por
cuatro, mientras en México prácticamente se mantuvo estancado, mostraron
estadísticas oficiales. Hace una década, el salario promedio en el sector
manufacturero mexicano era 237.9 por ciento más elevado que en China, medido en
dólares. Esa diferencia prácticamente se esfumó. En el último año fue de sólo
7.3 por ciento y la brecha se sigue cerrando, según datos de la Organización
Internacional del Trabajo y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
‘México es nuevamente un caso de éxito exportador, pero de fracaso en términos
de crecimiento y bienestar’, comentó José Luis Calva Téllez, investigador del
Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México”.
El inquilino de Los Pinos está desinformado de
acuerdo con sus conveniencias. Lo anterior, porque desde el arranque del año la
OCDE reportó que los bajos costos laborales en México siguen siendo uno de
los principales atractivos para la inversión extranjera directa: mientras en
México el sueldo promedio de un trabajador manufacturero es de menos de 10
dólares por hora, en España es de 25 y de más de 30 en Inglaterra. Por las
mismas fechas la trasnacional financiera BBVA informaba que México (en
particular) y América Latina (en general) podrían ser los ganadores de la
pérdida de competitividad salarial de China (léase aumento de salarios)... Las
iniciativas chinas para impulsar su economía vía consumo han provocado
disminución en la brecha salarial entre ese país y naciones latinoamericanas,
en especial en el último año. En 2003 el único país que podía equipararse en
salarios a China era Nicaragua, mientras los salarios en México eran cuatro
veces superiores, y para 2011 la diferencia se redujo en forma importante, casi
comparables. China ha sufrido un aumento de salarios tan brutal que genera
enormes oportunidades para México (por los bajos salarios que paga) y la región
latina, incluso, en el ámbito manufacturero. Así, lacompetitividad mexicana
se incrementa a costa del hambre de los trabajadores.
Y en todo esto se junta roto con descosido. De acuerdo
con la información de La Jornada, el 20 de septiembre pasado, durante
una reunión en Londres, Manuel Sánchez, subgobernador del Banco de México,
detalló que México se ha convertido en líder exportador de varios productos,
(como) carros de ferrocarril y cerveza, y el número dos en motores de vehículos
para transporte, refrigeradores y televisores; ocupa la tercera posición como
exportador de tractores y el quinto en motores eléctricos y generadores. En
realidad el país se ha convertido en líder maquilador de esos
productos, porque ninguna de las empresas que participan en estos negocios es
mexicana. Así, las ganancias se van y lo único que se queda son los miserables
salarios competitivos.
Por lo anterior, como bien apunta José Luis Calva, es
una desgracia nacional(especialmente social) que el aumento de la participación
de los productos mexicanos en las importaciones de Estados Unidos se dé a costa
de los bajos salarios que se pagan aquí respecto de los de China. “Ese
incremento de las exportaciones es producto de la degradación del poder
adquisitivo de los trabajadores mexicanos, consideró. China está creciendo más
de 8 por ciento al año porque gracias al mejoramiento de los salarios tiene un
pujante mercado interno. Mientras, México no tiene un sólido mercado interno y
por eso, aunque hay un sector exportador dinámico, la economía no crece… El
poder adquisitivo del salario promedio de los trabajadores chinos es ya 1.7
veces el de sus contrapartes mexicanos, situación que es totalmente inversa a
la que ocurría hasta hace pocos años. Muchas de las exportaciones de México a
Estados Unidos son de empresas estadunidenses, o sea son prácticamente cuentas
entre compañías, no son exportaciones que ejerzan una fuerza de arrastre
significativo sobre el aparato productivo mexicano, por eso es que la economía
mexicana está en la chilla”.
En síntesis, a mayor competitividad más hambre.
Las rebanadas del pastel
¡Ole con ole! Juan José Suárez Coppel, director general
de Pemex, es un apasionado de España: primero comprometió a la paraestatal en
aquel fallido negocio sucio en Repsol; ahora utiliza los dineros de la nación
para construir hoteles flotantes y generar empleo en Galicia, y en ambos casos
al consejo de administración se lo pasó por el arco del triunfo (de nuevo nos
enteramos por el periódico, afirman dos de sus integrantes), al igual que la
licitación respectiva. Entonces, a este personaje habría que regalarle un piso
en Soto del Real, para que estuviera contento.
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