Cuando no se tiene, no hay manera de que fluya
María Teresa Jardíhttp://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=193239
Queda claro que ser hechura televisiva no garantiza inteligencia y al contrario sí hace presumir la capacidad cancelada de mirar el futuro incluso propio y no sólo de un país que no merece la mala suerte que acompaña a los mexicanos. García Luna es otro ejemplo al respecto con su nuevo melodrama incluido, que me dicen que pasa por una cadena de cable.
Está claro que Peña no entiende nada. Nadie en su sano juicio le pide, ni siquiera a un dictador, que no combata la delincuencia ni que no combata a los delincuentes.
Pero nada más lejos del combate a la delincuencia, que está en la prevención, que la falsa guerra de Calderón. Guerra que no se cansa de repetir Peña que va a continuar. ¿Soñando también que así va a legitimarse?
Debería mirarse retratado en los vídeos, que circulan por internet como estampillas, con lo acontecido a otro llegado “haiga sido como haiga sido”, el día de despedida del pueblo que lo abomina. Mirarse en el balcón del Palacio Nacional, el día en que Calderón dando su último grito, con un láser en la cara, quizá, enviado por alguno de los muchos guaruras tras los que se resguarda: para evitar ¿qué?, ¿un atentado? Si el asesino es Calderón. No son asesinos los estudiantes que se manifestaban en la plancha del zócalo, en representación de los millones de mexicanos que nos vimos personificados esa noche en sus gritos.
Peña insiste, alucinando al mundo, en alzarse como la garantía de la continuación de la masacre de pobres con los que al país se desangra. Con el miedo reflejado en el rostro y cada día más envejecido. Incapaz de entender que la guerra de Calderón es el disfraz justamente para no combatir a las familias mafiosas que controlan el poder en México. Ahí está la telebasura, su creadora, vinculada al tráfico de drogas en Nicaragua y Costa Rica. Ahí está de nuevo la misma u otra mano similar a la de Jorge Tello Peón abriendo la puerta grande del penal de Piedras Negras... En el castigo a esas manos está la posibilidad de construir otro futuro en México.
El combate a los delitos está en la prevención a la comisión. Y el combate a los delincuentes en la aprehensión, con la garantía de juzgamiento impecablemente justo, a los reales autores de los mismos.
El paso a un futuro diametralmente opuesto, para Peña, a como han pasado sus antecesores: Salinas, Zedillo, Fox y Calderón, no está en la creación de comisiones ni en la traída de un general asesino colombiano a manejar a los grupos paramilitares que como despedida funesta nos deja quien llegó usurpando y se marcha odiado por el pueblo a continuar evadiendo su responsabilidad, de momento, en el alcohol. Con el miedo como acompañante, porque quien se sabe genocida, sabe también que puede ser juzgado por ese crimen atroz, no sólo por el juicio de la historia, que por ella ya está juzgado Calderón, sino por juristas que en la comunidad internacional no atinan a comprender la paciencia del pueblo mexicano.
Otro futuro distinto para Peña está en la capacidad, que no se cansa de demostrar que no tiene, de reiniciar el rearme ético de las instituciones elementales para que México pueda alzarse de nuevo con el orgullo de saberse una república respetada y de nuevo admirada por el resto de países que hoy no creen el nivel de desprestigio que a los mexicanos nos alcanza.
Y no es que deba, por obrar bien, esperar Peña tampoco, de entrada, ni reconocimiento ni respeto. Ambas cosas se ganan a pulso con los hechos diarios y tendría que bastarle el poder salir con el respeto que merece ante uno mismo saberse con el deber cumplido.
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