María Teresa Jardí
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Calderón es un mal tipo, queda claro incluso para sus antaño defensores a ultranza. Además de sociópata es megalómano. Pero ni así se entiende su rejuvenecimiento cuando se sabe acabado y está tan cuestionado por sus otrora compinches de partido, que sabe que ellos serán los que de manera más efectiva se convertirán en sus mayores detractores a partir del 1 de diciembre.
Calderón conoce cada una de las traiciones cometidas contra el pueblo mexicano, empezando por su voto a favor de ese atraco que se conoce como FOBAPROA, cometido contra el pueblo mexicano, punta de lanza de la cancelación de las posibilidades de vida digna para varias generaciones. Algunas de las cuales ya se van viendo reflejadas en los niños usados para el abuso sexual incluso en las partes traseras de aparentes tendejones, convertida la prostitución en suplencia del trabajo.
Calderón es un infame mercenario del imperio yanqui que se prestó o quizá él mismo propuso la conversión de México en laboratorio estadunidense.
Calderón es un peligro para México y quién sabe qué más trama en contra del país que no mereció que ese demonio fuera impuesto, legalizando el TRIFE un fraude imperdonable.
Fecal, es claro que no quiere dejar que Peña ocupe la silla del Ejecutivo federal. Calderón abomina más al PRI quizá que muchos de los que habiéndolo detestado siempre, de todas maneras preferimos ese regreso que la continuación de la derecha, desde el PAN, que en doce años ha demostrado lo perversa que puede ser cuando además es tan facha e incluso mucho más corrupta y mucho más traidora y entreguista que los entreguistas a modo neoliberales, que se siguen reivindicando priístas. A los que tendría que restar Peña de su entorno de manera rauda por cuestiones de elemental inteligencia.
Calderón no quiere irse y el silencio de García Luna tendría que ser una preocupación para todos los mexicanos. Calderón quiere quedarse y por eso va a la ONU a decir sandeces como si recién fuera él el elegido y por eso obliga al Congreso, a base de pagar a sus integrantes, estoy segura, me jugaría el cuello y no lo perdería, convertida que está la corrupción en regla de un sistema que tiene que ser cambiado y una clara demostración al respecto es el regreso que hoy se avala por legisladores, comprados por Calderón, repito, a la esclavitud a todos los trabajadores. Porque, que no se hagan ilusiones tampoco los sindicatos corporativos de que van a prevalecer. La “legalización” de la subcontratación ejecuta la posibilidad de defensa de los trabajadores frente al patrón porque acaba con la relación de trabajo entre patrón y trabajador, al patrón se le convierte en fantasma y a ver cómo consiguen el pago de prestaciones justas los trabajadores de una inexistente empresa sin domicilio siquiera. Traidores a la patria por órdenes de Calderón están aprobando reformas para mantener el bienestar de los patrones. Lo que garantiza como nada que en México vivirá otra revolución.
Una bofetada de Calderón, efectivamente bien propinada, a Peña, que quién sabe si va a poder asumir ni siquiera en un baño de un sótano, si se aprueba la reforma con la que Calderón busca seguir en el poder “ante la imposibilidad de que Peña asuma sin generar una confrontación entre los mexicanos”.
El PAN no quiere soltar el poder y o lo entiende el PRI o nos jodemos todos los mexicanos.
Con el PAN, a lo largo del desgobierno de FOX, se abrió la Puerta del presidio a El Chapo, se propició la entrada a México de los kaibiles a México y se constituyeron los “Zeta” con “desertores” del Ejército nacional. Y con Calderón siguieron llegando kaibiles y el crecimiento de los “Zeta”, por lo que a sus componentes toca, es hoy quizá mayor que el de efectivos del único Ejército constitucional. Calderón es un peligro y Peña si quiere llegar tendría que ordenar la no aprobación de esa reforma laboral infame que Calderón, de la mano de los enemigos que en PRI tiene Peña como coordinadores de las dos bancadas, están decididos a aprobar, entre otras cosas, para no dejarlo llegar.
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