El fracaso del PAN
Bernardo Bátiz V.
El fracaso del PAN no es haber perdido estrepitosamente
las elecciones de 2012. Es más profundo, y la responsabilidad de los que lo
llevaron adonde está es alta. Lo que hicieron es dar la espalda a sus
principios fundacionales y a su historia, y dejar al país en peores condiciones
que cuando lo recibieron hace dos sexenios, al asumir la titularidad del Poder
Ejecutivo federal.
El 14 de septiembre de 1939 se fundó el partido, pensado
por sus fundadores como una escuela de ciudadanía e instrumento para que los
votantes tuvieran posibilidad de optar por un partido diferente al oficial. Sus
más destacados militantes de la primera hora fueron profesionistas destacados,
universitarios, entre ellos abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, algunos
banqueros, educadores de prestigio; muchos estudiantes de la Unión Nacional de
Estudiantes Católicos y algunas damas circunspectas y bien educadas.
El objetivo del partido era formar ciudadanos a fuerza de
tomar la palabra al sistema y participar en elecciones cada vez que se
convocaba a ellas; su meta, servir a México educando para la democracia, suplir
el caudillismo con una organización permanente sostenida en principios e
independiente del sistema en lo económico y en lo político.
Los recursos eran pocos, pero había una militancia
convencida y entusiasta que no recibía salario alguno por el trabajo
proselitista; dirigentes y militantes colaboraban con su tiempo, sus vehículos,
sus casas y oficinas, y mucha actividad voluntaria no remunerada. La diferencia
con los operarios del PRI era que éstos aspiraban a ser burócratas o ya lo eran
y los panistas trabajaban por convicción y patriotismo.
Un punto fundamental de carácter estratégico consistía en
no aceptar subsidio oficial; el partido contaba con el trabajo voluntario y sus
gastos se cubrían con cuotas de los pocos diputados, con rifas y aportaciones
de simpatizantes.
Cuando la expropiación de la banca, en 1982, los
empresarios que habían sido aliados permanentes del partido oficial se
sintieron traicionados y buscaron un espacio partidista para hacer política,
diferente a la del cabildeo y las antesalas que habían hecho por años.
Encontraron para ello un PAN abierto, que los recibió no sin ingenuidad y buena
fe, sin sospechar que muy pronto entrarían en componendas con el oficialismo
que decían combatir. La aceptación del subsidio, la llegada de los empresarios,
de los llamados bárbaros del norte, pragmáticos y poco versados en la
doctrina y en los principios filosóficos del panismo, hizo que éste iniciara
una carrera cuesta abajo en cuanto a integridad e independencia, que está
tocando fondo.
Se recibió el subsidio, se admitió personal pagado por
los empresarios y sus cámaras, y los acuerdos de los cuerpos colegiados se
empezaron a tomar por consigna y previos compromisos. En la buena época, todos
llegaban a los consejos y asambleas, abiertos a los debates para convencer y
convencerse de lo mejor para la institución y votar en consecuencia con toda
libertad; la directiva pactó con el sistema y entró en la turbiedad de las concertacesiones, que
ablandaron al partido y lo acercaron a lo que ahora es. Los panistas de la
cúpula acordaban con Salinas, con Camacho, con Gutiérrez Barrios, como parte
del engranaje oficial. Cuando finalmente llegaron al poder, con Vicente Fox, se
abrió la posibilidad de un cambio de fondo y un avance a la democracia, pero el
panorama se tornó oscuro y tramposo; el candidato Fox fue popular y su figura,
simpática, pero la campaña resultó muy costosa, en manos de sus amigos, quienes
manejaron fuera de las cajas y la contabilidad del partido cuantiosos recursos
de procedencia diversa, como fue denunciado entonces en el Congreso.
Las esperanzas de un cambio de fondo en la política
nacional se desvanecieron entonces, dando lugar a la desilusión, por la torpeza
del presidente, la ambición de su cónyuge y los hijos de ésta y la falta de
consistencia doctrinaria. La corrupción no fue combatida, sino por el
contrario, imitada y superada; cuando llegó con un gran fraude electoral el
actual Presidente, la política de gobernar para los negocios y los negociantes
se mantuvo y se incrementó. La nota agravante agregada fue declarar la absurda
guerra que tantas muertes y atropellos ha provocado; el pueblo quedó en medio
del combate y la delincuencia se incrementó en lugar de disminuir; los abusos,
la violencia y el miedo alcanzan límites antes insospechados.
En el poder, el partido echó por la borda sus principios
y mostró ineptitud y codicia. En estos 12 años se perdió soberanía en el país,
aumentó la corrupción y se acrecentó la injusticia; el fracaso es evidente. Sin
embargo, no es imposible que resurja si vuelve a sus orígenes y mantiene
fidelidad a los principios de doctrina; algunos de sus mejores militantes así
lo reclaman y así lo proponen. Las personas somos perfectibles y, por tanto,
también las instituciones que formamos.
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