Luto por PEMEX |
Julio Hernández López
Astillero
El líder petrolero dorado
Deschamps y sus fortunas
No maximizar desgracias
Más negocios en puerta
El mayor riesgo que ha corrido Carlos Romero Deschamps
(CRD) desde que Carlos Salinas de Gortari lo impuso como dirigente del
sindicato de trabajadores petroleros es que algún ocupante de la Presidencia de
la República le quisiera dar un quinazo. Para su fortuna (incluida sobre
todo la meramente pecuniaria), Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón
nada quisieron o pudieron hacer contra él ni contra el sistema mafioso de
complicidades que permite a la alta burocracia impuesta por el inquilino en
turno de Los Pinos saquear la riqueza del subsuelo, en arreglos con empresas
nacionales y extranjeras que siempre se preocupan de compartir parte de las
ganancias mal habidas con los directivos sexenales y con la cúpula sindical
eternizada.
Por ello es que al líder Romero Deschamps no le
impacta demasiado lo sucedido en instalaciones de Pemex en Reynosa ni el saldo
de 30 muertos (aunque se insiste en aquella ciudad tamaulipeca en que pueden
ser cuando menos 40) y decenas de heridos. El hombre que recibe de Pemex 50 mil
pesos por hora, según reportaje de Fátima Monterrosa publicado en Emeequis en
2008 (bit.ly/Kt25sG), ha defendido con
entereza patronal el mantenimiento que reciben las instalaciones petroleras,
considera que hay riesgos que naturalmente deben correr los trabajadores y en
un impensado elogio a la teoría de la relatividad existencial advierte a quienes
se escandalizan por la tragedia fronteriza: no tenemos por qué maximizar
un evento que no lo merece.
Con tan preclara visión desprovista de dramatismos
excesivos va por la vida CRD, el padre de Paulina (la chica de dorada vida, que
viaja por el mundo acompañada de sus mascotas que igualmente se alojan en
carísimos hoteles) y del hijo varón que cuenta con un automóvil Ferrari Enzo
rojo, valuado en siete millones de dólares (el papá, Carlos Romero Deschamps,
era considerado en un lujoso restaurante de Miami como el dueño de Pemex,
según publicó Carlos Loret de Mola en su columna de El Universal en
2010, bit.ly/cRhcTz). Lo mismo ha
toreado problemas como el llamadoPemexgate, cuando sirvió de puente para
financiamiento ilegal de la campaña del priísta Francisco Labastida por más de
mil quinientos millones de pesos, que sufre desencantos o experimenta júbilo
ante las mesas de juego de Las Vegas a donde suele ir al más clásico estilo de
otros líderes y funcionarios especializados en el despilfarro del
dinero fácil.
Romero Deschamps llegó a la secretaría general del
Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana en junio de 1993,
luego que Sebastián Guzmán Cabrera había ocupado la plaza tras la caída de
Joaquín Hernández Galicia, en enero de 1989, en un golpe dado por Carlos
Salinas de Gortari, con su estratega principal a un lado, Manuel Camacho Solís,
para superar el cuadro de ilegitimidad que enmarcaba a esa administración y
para rediseñar los cacicazgos útiles para sus proyectos
transexenales: Guzmán, y luego el perdurable Romero Deschamps, en lugar de La
Quina, y Elba Esther Gordillo en lugar de Carlos Jonguitud Barrios en el
sindicato de maestros.
Hoy, a CRD le es posible minimizar la tragedia sucedida
en Reynosa porque en su diamantina agenda hay otros asuntos más importantes, en
los que espera obtener nuevas ganancias de fábula. Por los escándalos de sus
hijos no debe preocuparse, pues el de Paulina sirvió para que Enrique Peña
Nieto refrendara públicamente amistad, admiración y agradecimiento hacia el
buen Carlos (Romero, no Salinas, aunque...) y lo defendiera con un argumento
impecable: Es un dirigente que ha trabajado y que tiene el respeto de su
gremio.
Senador priísta en la actualidad, a este buen vividor a
costillas del proletariado le toca desempeñar el heroico papel de defensor de
las conquistas sindicales, sobre todo la autonomía respecto al gobierno y el
libérrimo uso de las cuotas y las prebendas recibidas. Ya ha dicho el PRI que
la propuesta de reforma laboral presentada por Felipe Calderón con caracter
preferente podrá avanzar, pero con ciertas correcciones, sobre todo las hechas
por los mismos líderes sindicales a los que pretendían afectar algunas nuevas
disposiciones.
Por otra parte, ese sindicalismo de enorme corrupción
tendrá un papel relevante en los planes de privatización que por doquiera anda
ofreciendo el viajero Peña Nieto. Ayer, en el tramo brasileño de su primera
gira internacional, el amigo de Carlos (Romero, ha de insistirse, pero también
del otro) habló con pasión mercadológica de las posibilidades de transformar a
Pemex en algo parecido a Petrobras, de propiedad estatal pero con participación
privada. El negocio del sexenio por empezar aún no tiene definidos los
porcentajes de esa relación entre lo público y lo privado, pero lo importante
es ir sensibilizando a la opinión pública mexicana de la inminencia e
inevitabilidad de un proceso así, moderno, triunfador, de primer mundo, en el
que converjan armónicamente los intereses del calderonismo, el salinismo, el
peñanietismo, las trasnacionales dominantes y, desde luego, los ¨líderes”
dorados como Romero Deschamps (por cierto, a todo ese proceso ayuda, aunque no
fuera tal el propósito, la peligrosa fragilidad de las instalaciones petroleras.
En la madrugada de ayer, aunque sin heridos, hubo otro incendio, éste en una
planta de la refinería de Ciudad Madero. Estando así el negocio, ¿para qué
mantenerlo formalmente bajo exclusiva propiedad estatal?).
Y, mientras el licenciado Calderón sigue construyéndose
opciones laborales, ahora al suscribir un esquema hemisférico de cooperación
contra la delincuencia organizada, por si tiene que acabar viviendo en Estados
Unidos como mayordomo continental para esos asuntos, y escuchando a Barack
Obama reconocer su falla en la reforma migratoria (lanzando de nuevo el anzuelo
electoral al voto latino), ¡feliz fin de semana, preguntando si Bono
recibirá el Águila Azteca de manos del antedicho Felipe sin hacer referencia a
las muertes y el horror que se vive en México y a las responsabilidades
oficiales que lo condecoran!
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