Rompiendo el silencio
John M. Ackerman
“No seremos más voces silenciadas. Estamos aquí con
nuestros cuerpos, con nuestras mentes, con nuestras esperanzas, a decirles:
¡basta de envenenar la verdad con el dinero! ¡Basta de pervertir el
conocimiento y la educación! […] ¡Basta de no dejarnos participar en nuestro
futuro! ¡Construyamos el camino que florece en nuestras manos!” Así concluye el
histórico manifiesto del movimiento #YoSoy132 pronunciado a las puertas de
Televisa al concluir la toma pacífica de sus instalaciones el pasado
viernes 27 de julio.
Los jóvenes han tenido el enorme acierto de identificar
la democratización de los medios de comunicación como uno de los objetivos
prioritarios en la lucha por lograr una democracia auténtica. Es también
correcto ubicar a la empresa Televisa como una de las principales responsables
tanto de la degradación del debate público nacional como de la corrupción de la
esfera de competencia política. Al establecer acuerdos con actores políticos
como Enrique Peña Nieto y PVEM, la televisora de Chapultepec ha fomentado un
mercado negro en materia de entrevistas y coberturas informativasque no
tiene lugar en un contexto democrático.
La abultada telebancada, que incluye más de 15
diputados y senadores cercanos a Televisa y Tv Azteca, también demuestra que la
relación entre las televisoras y el PRI y PVEM ha rebasado el intercambio de
favores para entrar en una etapa de verdadera simbiosis, en que es cada vez más
difícil distinguir dónde terminan las empresas mediáticas y dónde inician los
institutos políticos. Mientras, el Instituto Federal Electoral (IFE) se
vanagloria con el supuesto éxito en la aplicación del nuevo modelo de
comunicación política. Leonardo Valdés afirma que la industria de la radio
y la televisión cumplió con su responsabilidad legal y con la democracia.
Nada más lejano de la realidad. En primer lugar, no hay
razón para confiar ciegamente en la cifra de 97 por ciento de cumplimiento de
la transmisión de los más de 43 millones de promocionales durante las campañas,
precampañas e intercampañas. Hace falta elaborar una auditoría ciudadana para
saber hasta qué punto se cumplió cabalmente con la pauta del IFE. También
existen indicios de que las televisoras jugaron a conveniencia con los tiempos
entre la recepción de los órdenes o espots nuevos del IFE y su cumplimiento,
por ejemplo con el retiro tardío del promocional calumnioso en contra de López
Obrador y el remplazo particularmente veloz de los espots de Peña Nieto.
El monitoreo del IFE de la cobertura de las
campañas en radio y televisión fue también deficiente. En lugar de evaluar y
contabilizar de manera integral la atención mediática prestada por cada empresa
de radio y televisión a cada uno de los candidatos, el IFE contrató a la UNAM
solamente para sumar los segundos de lasnotas informativas y determinar
hasta qué punto éstas serían adjetivadas con la inclusión de alguna
afirmación explícita. Quedaron totalmente fuera de este ejercicio la contabilización
de la cantidad de entrevistas a cada candidato, los comentarios de los
locutores y analistas, así como los aspectos de producción, colocación y
encuadre de las mismas notas informativas.
En estos aspectos más sutiles, pero igualmente dañinos
para la equidad, hubo una burda manipulación mediática en favor del candidato
del PRI que no ha sido tomado en cuenta por el IFE. El consejero electoral
local Bernardo Barranco es una de las únicas voces críticas que desde dentro el
IFE ha hecho señalamientos al respecto, al comentar el sesgo mediático en el
estado de México. También habría que recordar cómo las empresas de radio y
televisión traicionaron a la democracia al no convocar un solo debate propio
entre los candidatos presidenciales, limitar la transmisión del primer debate y
negarse a transmitir el tercero, convocado por el movimiento #YoSoy132.
El omnímodo poder del duopolio televisivo es
particularmente agresivo, pero otras empresas también han decidido privilegiar
su negocio por encima de su independencia. Tal es el caso, por ejemplo, de MVS
Comunicaciones, que si bien hoy todavía mantiene el invaluable espacio de
Carmen Aristegui, ya empieza a dar peligrosas señales de subordinación al poder
al cancelar la transmisión de las colaboraciones de un servidor sobre el tema
de la calificación de la elección presidencial (aquí mi carta de renuncia a
MVS: http://ow.ly/cKtK9 ).
Mis señalamientos respecto al trasfondo político de este
caso no se realizan a la ligera, como ha señalado Alejandro Vargas, presidente
de MVS Radio, sino que están plenamente fundamentadas y comprobadas. No es
coincidencia, por ejemplo, que el actual vocero del PRI, Eduardo Sánchez, muy
recientemente litigaba para MVS el tema del refrendo de la concesión de la
banda 2.5 GHz. Esperemos que Peña Nieto se conforme con haber logrado mi
renuncia al noticiero de Luis Cárdenas y no pida también incidir en los
espacios de Aristegui.
No podemos confiar en las instituciones estatales o la
clase política para lograr las transformaciones profundas que necesita el país.
Todos debemos poner nuestra parte para seguir el ejemplo de valentía y lucha de
los jóvenes del movimiento #YoSoy132. Hablan por todos cuando se niegan a
mantenerse callados y rechazan la imposición de un nuevo presidente cuyo único
objetivo será distribuir prebendas entre sus amigos, en lugar de velar por el
interés público.
Twitter: @JohnMAckerman
No hay comentarios.:
Publicar un comentario