Carlos Fernández-Vega
México SA
Huevo a precio de oro
SE: ¿comer o no comer?
Amenazas incumplidas
Es de aplaudir la capacidad de reacción del
gobierno federal y su práctica forma de resolver los problemas nacionales. Uno
de los casos más recientes, que afecta a millones de consumidores, es el del
precio del huevo que se ha disparado de forma por demás horripilante (103-132
por ciento, según el comerciante que lo venda), y el acicate que ello
representa para que otros precios de productos básicos se disparen. De por sí,
a muchísimos mexicanos no les alcanza su ingreso (por llamarle así) para
medianamente alimentarse, y ahora unos cuantos especuladores (versión
oficial) han puesto en jaque al mercado.
Pero para eso está la autoridad: para
reaccionar de inmediato y ofrecer alternativas viables y científicas para
combatir a ese grupúsculo de especuladores: si el precio del huevo es altísimo
y no para de crecer, pues simplemente no consuman el producto. Y la técnica es
aplicable a todo lo que se les ocurra: de la gasolina al bolillo, de los
servicios médicos a la energía eléctrica, del empleo al transporte (si el
pasaje es muy caro, pues caminen que es muy sano). Total, son situaciones de coyuntura.
Al cierre de mayo pasado, el precio promedio del kilogramo de huevo era de
13.63 pesos al mayoreo y 15.12 pesos al menudeo; tres meses después se expende
a 35-40 pesos, y en ese mismo lapso la autoridad ha sido insistente en aquello
de que no permitirá abusos.
Cómo no recordar, en este contexto, la sabia
recomendación que en 2009 hiciera Ernesto Cordero (a la sazón secretario de
Desarrollo Social, y hoy flamante senador electo y líder de la
bancada senatorial panista). En plena crisis económica, el susodicho ofreció la
alternativa: sáltense una comida al día y así podrán torear la sacudida con una
sonrisa y algo de dieta. Ahora, con esa misma filosofía y gracia, el titular de
la Secretaría de Economía y su subsecretaria (Bruno Ferrari y Lorenza Martínez,
respectivamente) dan en el clavo para que los mexicanos sean felices: dejen de
consumir huevo si sigue el alza injustificada del precio, y lo sustituyen por
otros alimentos ricos en proteínas, como sardina, calamar o atún, productos que
por el momento se encuentran a precios accesibles. Y ya está.
Entonces, que los especuladores se coman el
huevo que venden a precios exorbitantes, que para eso está el mercado
internacional y la gruesa cartera de los mexicanos, a quienes les sobra en qué
gastar. Y la científica forma con la que el gobierno federal arregla los
problemas nacionales sólo ha servido para que las amenazas de otros
especuladores comiencen a concretarse en los precios del pan (el que se come),
leche, carne, tortilla y lo que se quede fuera del tintero, dando cuerpo a la
fiesta de fin sexenal, como ocurrió con la de Vicente Fox, es decir, con una
escalada de precios de la A a la Z, amén de la creciente importación de ese
tipo de productos.
Sólo para la memoria, a mediados de noviembre
de 2006 el gobierno foxista aumentó casi 29 por ciento el precio de la leche
distribuida por Liconsa; el de la tortilla aumentó 23 por ciento (de 6.5 a 8
pesos por kilogramo, hoy a 12.26, promedio nacional); el de las gasolinas 3.66
por ciento; los consabidos aumentos en gas y tarifas eléctricas y, en fin, los
de pan, el huevo, transporte, educación, tarifas en general, cigarros,
refrescos, y mucho más. Y por esos tiempos el futuro inquilino de Los Pinos
criticaba a su contrincante por tener propuestas locas que afectarán el
nivel de vida de los ciudadanos. Y como siempre el pretexto fue que se trataba
de un problemacoyuntural. Entonces, con autoridades así, los mexicanos de plano
no necesitan enemigos confesos.
A la par, las importaciones de alimentos
crecen y crecen. En cinco meses del presente año (enero-mayo) la adquisición de
productos básicos en el extranjero registró el siguiente comportamiento (cifras
del Inegi): la de carne de bovino (congelada) se incrementó 61.4 por ciento;
carnes y despojos de aves de corral, 16.9; carne de porcino, 9.8; moluscos y
crustáceos, 24.3 y 25.3 por ciento, respectivamente; leche concentrada con o
sin azúcar, 25.1 por ciento; quesos y requesón, 7.5; hortalizas, plantas,
raíces y tubérculos, 44; manzanas, peras y membrillos, 25.2; productos de
molinería, 22.8; cacahuates, 53.2; azúcar, 129; lactosa, fructuosa y glucosa,
27; cacao en polvo sin azúcar, 41; preparaciones de cereales o leche, 20.3;
jaleas y mermeladas, 62; preparaciones alimenticias diversas, 15; bebidas y
vinagre, 13 por ciento, y así por el estilo.
Por si fuera poco, en ese periodo del país
salieron más de 2 mil 600 millones de dólares para adquirir cereales, cuya
adquisición en conjunto se incrementó 30 por ciento. Por ejemplo, la compra de
maíz en el mercado internacional (el estadunidense, fundamentalmente) aumentó
58 por ciento; la de trigo 39 por ciento y la de otros granos 21 por ciento. Lo
mejor del caso es que el Inegi reporta que en el lapso de referencia la
importación de huevo se redujo 15 por ciento. Así, México destina alrededor de
70 millones de dólares por día para importar los alimentos que no hace mucho se
producían en el país. Y si en lugar de incrementar la producción interna se
mantiene la científica versión del gobierno calderonista (es un problema de
coyuntura), entonces esa cifra crecerá y crecerá, a la par de nuestra
dependencia alimentaria.
Como cereza, la declaración de ayer (de Bruno
Ferrari, obviamente): “quiero recordarle a quienes abusan con esto (el precio
del huevo), que no nada más están las sanciones por parte de la Profeco; en
caso de demostrar que ha habido ocultamiento o actos de especulación, nosotros
estamos haciendo notificaciones a CFC y ésta a su vez puede notificar a la
Procuraduría (General) de la República, para que esto se convierta en un delito
que se persiga, incluso, con cárcel… no se permitirá que uno de los países que
tenía el huevo más barato del mundo, de la noche a la mañana se incremente de
esa forma”. Así es: aumentos de entre 103 y 132 por ciento, y él
sigueadvirtiendo.
Las rebanadas del pastel
Tremenda encuerada propinó Joaquín Vargas,
presidente de MVS, al inquilino de Los Pinos y sicarios que lo acompañan. El
árbitro aliado al competidor (que no es otro que Televisa), resumió. Sin
embargo, con el detalle documental que presentó ayer, también dejó en claro que
él mismo estuvo dispuesto a cortarle la cabeza a Carmen Aristegui con tal de no
afectar sus negociaciones sobre la banda 2.5 Ghz. El problema es que a Calderón
y a sus heraldos (Alejandra Sota, Javier Lozano y Dioniso Pérez Jácome) se les
pasó la mano.
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