Más Fernández Noroña y menos porros empresarios y
funcionarios
María Teresa JardíEfectivamente el control de los daños causados por el narcomenudeo tendría que estar en manos de los gobiernos locales. De hecho lo ha estado en algunos lugares como el DF, desde que se tomó la decisión de convertir a México en un país de adictos, siendo Fernando Gutiérrez Barrios secretario de Gobernación y Salinas otro cuestionado presidente de la república. Desde que se empezó a convertir en adictos a los reos pobres que se encontraban a punto de cumplir su condena; los que, como es evidente, salían como vendedores al menudeo controlados por la policía. Justo en el momento en que en el imperio yanqui se llevaba adelante una campaña de educación para bajar el consumo de las drogas, debido a que ya empezaban a ser alarmantes los casos de jóvenes asesinos, que en solitario se levantan un día y arremeten contra los que les salen al paso. Generar allá salud y contaminar a los mexicanos con la enfermedad no sufrida hasta entonces.
Todo menos perder el dinero generado por las drogas, mantenidas como clandestinas en aras de los dólares que deja el tráfico sin controles legales de esas mercancías que si estuvieran sujetas a aranceles y se diera la atención al problema de la salud y de la educación, dejarían de ser útiles como sostenedoras del sistema financiero de los yanquis y de muchos otros países.
Control de daños que es lo que no se debió dejar de hacer nunca. Control de daños que nada tiene que ver con la masacre de mexicanos con la que se ha convertido al país en el gran cementerio por el que hoy, como caracteriza ante el mundo, transitamos los mexicanos sin atinar a revertir el hecho. Control de daños que no están preparadas para asumir, sin corromperse, la mayor parte de eso que llamamos policías.
Más corrupción es lo que viene con la puesta en manos de las procuradurías estatales y hasta de las policías que dependen de las alcaldías, la persecución de los narcomenudistas, sin antes tener en México una policía impecable y preparada. Aumento de la corrupción, impuesta, y esa sí ganadora, como la reina de un sistema que no funciona. Pero sistema que se impone en contra de las mayorías por entreguistas, porque así lo establece la cadena de mandos que han asumido como buena los adueñados del poder, quienes a la función pública han desprestigiado al punto de que hoy los mexicanos somos el hazmerreír del mundo.
A gritos pide el país muchos más Fernández Noroña. Muchos más mexicanos que no se amilanen ante el poder y muchos menos Vargas que sólo se ocupan de atacar a las mafias que controlan el poder cuando no les favorecen las resoluciones tomadas por sus antaño “amigos del alma”.
De bochorno ante el mundo son las conversaciones dadas a conocer por Vargas sostenidas entre el porro de la derecha panista Javier Lozano y su “amigo” Joaquín Vargas.
Y ni qué decir de la llamada “Ale”, también por los Vargas, a pesar de ser la responsable de Comunicación Social de la “presidencia”; exhibida, la “ALE, con la lectura de una disculpa, mal escrita, que otra debía leer como suya. Disculpa ¿en desagravio? ¿De qué?
Más allá de que en público se hubiera tornado el hecho de la adicción al alcohol por parte de Calderón por Castillo Peraza. Disculpa ¿por qué? Por haber sugerido una explicación por lo consignado, de manera pública, en una manta, en un recinto público como es el Congreso. Y cuando en la Internet hasta el cansancio han circulados los comunicados sobre la adicción de Calderón.
Venganza, en realidad, la que sólo ha servido para que a si alguien le quedaba dudas del alcoholismo de Calderón se le hayan ido todas las dudas al respecto. Alcoholismo, además, necesariamente acompañado de otras adicciones. Porque, vamos a ver, si por la noche “se pone hasta las chanclas” ingiriendo alcohol una persona y por la mañana declara sin que se le note la resaca: “sobre lo bien que van las cosas en el país de las fosas clandestinas”, para verse fresco, el interfecto, es obvio que habrá tenido que consumir cocaína ¿no?
Abominable el dar a conocer de manera pública el poco respeto que sienten por la comunicadora que les genera el raiting que sin ella no tienen los Vargas. Más, muchos más Noroña, necesita el país y más Aristegui, incluso también, a pesar de sus claras apuestas políticas y menos porros de los que hoy detentan el poder y son dueños de las grandes empresas.
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