El problema de la basura...
Por María Teresa Jardí
Si no fueran a quedar también escritas en la antología del horror las represalias que sin duda tomarán los yanquis en contra de los mexicanos, por lo que toca a la persecución y ataque, llamado por los yanquis “emboscada” —una más de las mismas persecuciones y ataques que tantos daños incluso mal llamados “colaterales” se dan todos los días contra nuestros paisanos sin que a los gringos les importe nada— que judiciales mexicanos llevaron a cabo contra los yanquis que realizaban una de las tantas funciones intervencionistas, acompañados por un elemento de la Armada mexicana, tan entreguista y desprestigiada como el propio usurpador, que con cien mil ejecutados sobre su espalda, como bagaje de despedida, con datos oficiales, no me cabe ni la menor de las dudas que con cifras conservadoras deben ser muchos más los asesinados impunes que engrosan los números de la masacre llevada adelante por órdenes del imperio por la derecha panista con Calderón como cabeza genocida.
Qué bueno que les afecte también a los agentes “diplomáticos” yanquis, que nada tienen que hacer en nuestro territorio, la situación impuesta por ellos para ser sufrida por el pueblo mexicano. Se equivoca quien piensa que es una falacia aquello de que primero por unos y luego por los otros hasta que la afectación llegue a todos y no permita que se salve nadie de la guerra ordenada por los gringos y acatada por quien, usurpando, fue impuesto como titular del Ejecutivo.
Mal, muy mal los consejeros del IFE y los magistrados del TRIFE. Mal muy mal que al mejor postor se vendan quienes, además, al alimón cobran jugosos e inmerecidos salarios pagados por el erario como si sirvieran al pueblo. Enemigos de la nación a la que se le ha desarmado del todo la estructura ética que da el orgullo de pertenencia a un pueblo determinado. Mercenarios, traidores a la patria, que no merece verse reflejada en la corrupción que aquí es ya la única que gana todas las batallas. La imposición a México de otro ilegítimo anuncia, como crónica, la entrada sin salida posible en el Infierno. En el infierno de la dictadura, que es peor, porque es real, que ese lleno de llamas con el que amenaza la Iglesia Católica como condena eterna.
Condena al Infierno a los mexicanos decretada por el único dios, el dinero, en el que creen las mafias que apoderadas de la función pública deciden violando todas las reglas.
Me consta que en Mérida el problema de la basura, al menos en parte, fue si no creado, sí agravado por el PAN, siendo alcaldesa del lugar Ana Rosa Payán, quien desoyendo, como hacen hoy los consejeros y los magistrados del IFE y del Trife a los ciudadanos, quiso cambiar de empresa recolectora —porque habrá recibido dinero de las beneficiadas, no hay otra forma de verlo— dejando sin trabajo a los empleados de la empresa que más o menos lo realizaba bien, al menos en Francisco de Montejo. Empresa llamada, si mal no recuerdo, Pamplona. Nos organizamos los vecinos para defender a los prestadores de ese servicio. Pero de nada sirvieron las recomendaciones ciudadanas que no fueron en absoluto escuchadas.
Entiendo porqué no ganó el PRI la alcaldía meridana. Yo tampoco habría votado por ese partido luego de que no retirara la alcaldesa priísta la estatua de los Montejo dejada por su antecesor panista. Pero me parece que se equivocaron quienes votaron por el PAN olvidando lo siniestro que fue el gobierno encabezado por Patrón Laviada.
El problema de la basura se empata con el actuar tirando a la basura el sentir de los mexicanos, que, en lo micro y en lo macro, se han acostumbrado a hacer los grandes empresarios y los jerarcas de la clase política y también de las Iglesias.
Una buena recogida sería quizá el equivalente a una forma distinta de aprender a manejar la cosa pública lo que involucra por supuesto al conjunto de la sociedad que no puede seguir dejando en manos de unos cuantos las decisiones que a todos nos afectan.
El desparramar la basura sólo va a lograr que las faunas nocivas proliferen. Mientras que si se organizan y los propios vecinos las llevan a los tiraderos puede empezar a generarse el cambio de cultura que para combatir lo que hoy en nuestro país acontece de manera necesaria también pasa. Cuando el huracán Isidoro así se hizo y a partir de ese momento resultó más amena la convivencia entre vecinos, que antes ni siquiera, la mayoría, nos habíamos conocido.
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