La traición como regla

La traición como regla
María Teresa Jardí 

Como recordarán, los integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, en el Alcázar del Castillo de Chapultepec le hicieron saber a Felipe Calderón que como parte de la agenda de paz que proponían, consideraban necesario crear un memorial para todas las víctimas de la guerra y la violencia en México.
Y, Calderón, toda vez que esto era público, se comprometió a aportar los recursos necesarios e instruyó a su gabinete a gestionar los fondos necesarios.
Se instalaron diversas mesas de trabajo, donde el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad impulsó una agenda donde se proponían, entre otras tareas, crear una procuraduría de atención a víctimas y familiares de víctimas de la violencia desatada en el país durante los últimos cinco años –-más de cuarenta mil muertos contábamos entonces los mexicanos, hoy esa cifra rebasa, posiblemente, a los cien mil-– y también propusieron hacer avanzar la justicia en los casos de los que se habían integrado a ese movimiento, así como los de aquellas personas que les habían encargado hacer del movimiento sus agravios en las diferentes caravanas que el movimiento llevaba a cabo en el norte y sur del país. 

Trabajaron en temas legislativos e impulsaron —la vetada a favor a Peña por Calderón— Ley General de Víctimas; cuestionaron la reforma a la Ley de Seguridad Nacional que vendría a institucionalizar la estrategia de la guerra llevada a cabo por Calderón, cuya consecuencia había sido la espiral de violencia con la que se les habían arrebatado a miles de mexicanos sus seres queridos y convertido a México en una nación ensangrentada.
Creyeron, personas de la talla de Sicilia, en la palabra, en el poder de la razón, en la fuerza de la verdad. Pero lo que han recibido hasta ahora ha sido mentira, traición y simulación.
El caso del memorial a las víctimas es ejemplar: mientras el MPJD propuso un proceso de reconstrucción pública de la tragedia, donde se incluyera el rescate de los nombres de los muertos y la creación de un registro nacional de víctimas; el gobierno federal se limitó a hablar de víctimas del delito y a buscar acotar el concepto del memorial propuesto por el MPJD a un monumento de escasa relevancia. Donde el movimiento propusiera un proceso amplio, nacional, de pedagogía de la memoria y la reconciliación que incluyera una amplia convocatoria y diálogos y encuentros públicos en todo el país entre artistas y creadores con víctimas y familiares. El panista usurpador del Ejecutivo federal impuso como condición, para el otorgamiento de los recursos acordados, que la designación o el concurso para erigir el monumento se llevara acabo antes del mes de agosto para que fuera inaugurado en su sexenio. A las mesas de trabajo para acordar la creación del memorial, el usurpador del Ejecutivo invitó de forma unilateral a otras organizaciones de víctimas (Pastoral de Movilidad Humana, Camino a casa, México SOS y Alto al secuestro). Aunque esta circunstancia no había sido acordada con el MPJD, los integrantes del movimiento, encabezado por el poeta Javier Sicilia, aprobó el diálogo entre las víctimas y quiso compartir su punto de vista, ampliar la convocatoria y privilegiar el consenso.
No fue posible, pues el Ejecutivo, usurpando, desconoció el acuerdo con el movimiento y se amparó en un compromiso genérico con las víctimas y por su lado la presidenta de Alto al Secuestro, la señora Isabel Miranda de Wallace, manifestó que el “presidente” se había comprometido con ella en lo particular a construir un monumento para las víctimas y que tanto su persona como el señor Alejandro Martí, aprobaban las condiciones impuestas, entre las que se incluían levantar el monumento en terrenos propiedad de la Secretaría de la Defensa Nacional, a un costado del Campo Marte. Lo que como es evidente, digo yo, es una bofetada más a los ejecutados como parte de la limpia que Calderón a lo largo de seis años ha realizado en México como lo único que va a prevalecer a futuro en la memoria del paso de los 12 años de desgobiernos atroces en manos de la derecha panista. (Mañana sigo con lo mismo)