Votar por AMLO y rebotar con el #YoSoy132
Gustavo Gordillo
Votar por AMLO. Voy a votar por AMLO porque
cuenta con el mejor equipo para gobernar en un momento de crisis. Tiene tras de
sí un conjunto de alianzas políticas y sociales que permitirían gobernar mejor
que los otros dos candidatos en la competencia real. La mayor convocatoria a
las clases medias de AMLO, comparada con 2006, se debe a varios factores: la
acrecentada fragilidad de esas propias clases medias, la decepción frente al
desempeño de los gobiernos federales panistas. Pero también el discurso de AMLO
se ha modificado y las buenas cuentas en los gobiernos del DF han sido claves.
Cuando aún no se definía el candidato de las izquierdas consideré que Marcelo
Ebrard era el mejor candidato. Pero esa preferencia no puede asimilarse a un
antiAMLO, porque al reconocer su derrota Ebrard planteó correctamente que la
unidad de las izquierdas es un objetivo superior.
El #YoSoy132. Ya el movimiento ha aportado
dos resultados centrales: definir correctamente el espacio de las batallas
futuras por la democracia: los medios masivos de comunicación y sus relaciones
con los poderes, y el llamado a votar y a cuidar la limpieza de las elecciones
de este primero de julio. Han conjuntado talento, astucia y congruencia. El
debate presidencial, a pesar de sus errores técnicos, mandó un poderoso
mensaje: hay otras formas de comunicarse.
Contra las panaceas. No ayudan los adjetivos
derogatorios. Nadie va a ganar mayorías contundentes ni en las presidenciales
ni en el Congreso. Se va a necesitar de todos los actores políticos y de una
sostenida participación ciudadana para enfrentar la emergencia nacional. Puesto
que no hay soluciones mágicas se necesita generar espacios para experimentar,
ensayar caminos frente a las diversas crisis que nos afectan. Esto no será
concesión de los poderes, sino conquista de las movilizaciones, los movimientos
y los propios partidos.
Contra el fetichismo institucional. Creo en
el cambio por conducto de las instituciones, pero no coincido con quienes ven a
las instituciones como entes sagrados. Las instituciones, es decir, las reglas
del juego, son construcciones humanas, perfectibles. En ocasiones se rezagan
frente a las nuevas exigencias del contexto social. Confío en el IFE, pero
bastante menos en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Y
casi nada en la Fepade. Todas estas instituciones requieren reformas. Por
ejemplo, que en el IFE se regrese a consejeros eminentemente ciudadanos y no a
cuotas de partidos. Pero la regla de oro es aceptar las reglas pactadas y
reformarlas por vías institucionales.
Restauración autoritaria. La presunción de
una restauración autoritaria se interpone en el camino que lleva a una nueva
gobernabilidad. Esta restauración no está vinculada a un solo partido, porque
es fruto de un hecho central: la transición hacia la democracia se desvió como
consecuencia de que fue exitosa para desarticular el eje del autoritarismo
–presidencialismo autoritario, partido hegemónico y predominancia de reglas
informales sobre las formales–, pero no ha logrado sentar las bases para una
gobernabilidad democrática. Una cultura de las elites políticas que en general
sólo sabe conjugar dos verbos: madrugar, como lo planteó Martín Luis Guzmán, y
ningunear, planteado por Octavio Paz, es una poderosa invitación a la
regresión.
Gobernar la pluralidad. La gobernabilidad del
país pende de una interrogante estratégica: ¿cómo gobernar el pluralismo? Si
gana AMLO será magnifico, pero aun así hay que comenzar al día siguiente la
reconstrucción de instituciones y organizaciones. Nuevos partidos,
organizaciones gremiales de obreros, colonos, campesinos, ONG y movimientos
ciudadanos. Nuevas formas de organicidad social como las que anticipa el
#YoSoy132.
Como decían en 1968: Apenas es un comienzo,
continuemos el combate. Por un México feliz por justo.
A la memoria de mi amiga, maestra y colega
Elinor Ostrom
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