martes, junio 26, 2012

Sergio Cortés Sánchez : Mitos electorales



Mitos electorales
Por : Sergio Cortés Sánchez

Antes de elegir, los medios masivos de comunicación ya emitieron su veredicto: la mayoría absoluta apoya al candidato del duopolio; el organismo electoral y los comicios son certeros, legítimos, creíbles, equitativos, transparentes y sobre todo, imparciales. No reconocerlos así es propio de desadaptados, bipolares, provocadores profesionales o de víctimas por vocación. La información fluye en sentido inverso: costosas campañas publicitarias, financiadas con dinero público, propalan esas versiones; la intención del voto de Enrique Peña Nieto (EPN) es declinante y ya fue alcanzado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO); el gasto electoral de EPN ya rebasó los topes de campaña: los comicios son inequitativos; no hay certeza ni credibilidad en los resultados ni neutralidad del organismo electoral, y el candidato más rechazado por la ciudadanía es precisamente EPN.

Una mentira reiterada es que el voto verde favorece al PRI; suponiendo que así fuese, la población que radica en localidades denominadas rurales es la tercera parte de la que radica en localidades urbanas. Pero no hay evidencia robusta que confirme el dicho del voto verde priista: en la encuesta realizada por los profesores de la Facultad de Derecho de UAP en las juntas auxiliares del municipio de Puebla, la intención del voto favoreció a AMLO; en la aplicada por este medio los pasados días 14 a 16 de junio a 604 ciudadanos radicados en la zona metropolitana de la ciudad de Puebla (ZMCP), AMLO se ubicó como la primera opción en las localidades menores a 15 mil habitantes, y con mayores ventajas aún, fue también primero en las localidades de 15 mil o más habitantes.
El rechazo hacia el PRI y EPN es mayor en las localidades urbanas que en las rurales y el crecimiento de esas opciones es, además de costoso, errático y volátil. En una escala del uno a 10, el interés para votar en la elección presidencial es de 8.4 para AMLO y de 7.5 puntos para EPN. Si la probabilidad de votar la dividimos en tres grupos, siendo uno de ellos los que tienen poco o nula probabilidad de votar (interés por votar de uno a cinco); otro grupo sería el que probablemente lo haga (interés por votar de seis a ocho puntos) y el grupo de alta probabilidad de votar (los que manifestaron un interés de nueve y 10 puntos). AMLO registró, en la encuesta aplicada cara a cara en la ZMCP, una intención del voto de 32.1 por ciento, de este porcentaje, 21 puntos porcentuales corresponden a ciudadanos que manifestaron un interés de votar muy alto; en cambio, EPN registró una intención del voto de 26.3 por ciento, de éste, 11 puntos porcentuales son de ciudadanos que tienen una probabilidad de votar muy alta. La identidad de los ciudadanos con AMLO  es más profunda que la que los ciudadanos tienen con EPN.
Otro mito electoral es sobre la rebeldía de AMLO para reconocer un resultado electoral sustentado en la coacción y compra del voto. El silogismo es el siguiente: la mayoría de las empresas mercantiles que realizan encuestas electorales favorecen a EPN, luego entonces, el único resultado posible es que los sufragios emitidos el 1 de julio lo confirmen; si así fuera, no hay coacción ni compra de voto, tampoco fraude electoral, ya que las infalibles encuestas ya habían pronosticado el triunfo; aquí, los ejercicios demoscópicos dejaron de ser imagen congelada del presente y devienen certeza de futuro. Este razonamiento presupone asepsia del organismo electoral así como legitimidad y credibilidad en sí y para sí en los comicios, olvidando el descrédito generalizado hacia el árbitro y el documentado fraude electoral del año 2006, “el haiga sido como haiga sido” y la caída del sistema electoral del año 1988.
 En la ZMCP, la confianza en el Instituto Federal Electoral (IFE) es de 6.1 en una escala del 1 al 10, los que más creen en él, son los que se identifican con el partido que detenta la investidura presidencial, los que menos le creen, son los ciudadanos que no participan electoralmente ni se identifican con partido o candidatura alguna. Sólo uno de cada dos ciudadanos cree que en esta elección se respetará el sufragio; los que tienen más reservas, son los defraudados de 2006 y aquellos ciudadanos que no votan; los más crédulos, los ciudadanos que se identifican con EPN o Josefina Vázquez Mota (JVM). Es más, los ciudadanos que no creen que se respetará el voto que prefieren a AMLO son menos que los sumados de EPN, JVM y Gabriel Quadri que tampoco creen que se respetará el voto. La desconfianza en el IFE y en el proceso no es privatiza de los amlistas.
El nicho de mercado de EPN se asocia a los ciudadanos que registran una situación socioeconómica crítica; los que dependen de las transferencias del gasto social. La apuesta de EPN es al rol activo de los gobernadores priistas, incluido Rafael Moreno Valle, en la coacción y compra del voto, así como en los operadores del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y en un discreto uso de los fondos públicos federales. Del total de intención del voto de EPN en la ZMCP, 14.5 puntos porcentuales corresponden a ciudadanos de los niveles socioeconómicos básicos; 6.7 puntos a los ciudadanos de clase media y 5.0 a los que pueden considerarse clase media alta y alta. Por su parte, AMLO tiene una buena aceptación en la clase media y en la alta.
La ventaja de AMLO sobre EPN es más alta entre los ciudadanos menores a 30 años y entre aquellos que tienen estudios de licenciatura o más. EPN está mejor posicionado entre aquellos que tienen estudios de educación básica y entre los mayores a 50 años. Hasta ahora, a mayor nivel de escolaridad y a menor edad, es más alta la probabilidad de votar y, al hacerlo, la mitad de esos votos podrán ser de AMLO; si alguien tiene ventaja en este proceso electoral, no es precisamente EPN. La panista hace tres meses que quedo lejos de los contendientes y de los electores.

No hay comentarios.: