Casa de citas
Por: Redacción de
www.sinembargo.mx
Este domingo, después de un largo y oneroso periodo de precampañas y campañas, los mexicanos decidiremos este domingo quién nos gobernará los próximos seis años. La elección del 1 de julio será las más vigilada de la historia y, por primera vez también, miles y miles de ojos de la sociedad civil participarán en el proceso electoral para evitar el paso del fantasma del fraude. Otro protagonista de la jornada serán las redes sociales y sus usuarios. Ya lo han sido durante la precampaña y la campaña, y también –de forma inédita en la vida política del país– se han convertido en un agente de cambio para transparentar la información, comunicar ángulos distintos de la misma y ejercer una abierta crítica contra todos los candidatos y los poderes fácticos. El viento fresco lo aporta el Movimiento #YoSoy132, que a partir del 11 de mayo pasado, logró lo que hace muchos años no se veía en México: que los bachilleres y universitarios de universidades públicas de todo el país se unieran para reclamar, primero, la parcialidad con la que algunos medios de comunicación, principalmente Televisa, hacia el candidato del PRI-PVEM, Enrique Peña Nieto, y que, luego, ha despertado conciencias. Una generación que, aparentemente, permanecía dormida, pero que ahora muestra que los jóvenes mexicanos también serán un factor decisivo este domingo y que, además, prometen convertirse en los críticos más férreos del próximo Presidente.
Aun así, comentan algunos analistas y políticos, ésta elección, oficialmente la más cara en la historia del país, también es extraoficialmente la del mayor derroche que se haya hecho en los 90 días de campaña. Incluso, algunos consideran que esta vez el “fraude” se operó en ese periodo en el que los candidatos buscaron el voto aun por encima de los topes de campaña impuestos por el Instituto Federal Electoral (IFE), a través de la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos: 328 millones 608 mil 267 pesos. Hay gastos que serán imposibles de contabilizar y que no serán reportados por el IFE en el recuento final. La autoridad electoral ha recibido cientos de críticas por lo que se considera una actuación nimia. Sin embargo, ahí quedan las evidencias en videos, fotografías y documentos de que a México le urge crecer lo más pronto posible en los terrenos económico y educativo, para impedir que los más pobres, los más necesitados, sean también usados por los partidos políticos como fiel de la balanza en las elecciones; que el voto de ningún mexicano se compre a cambio de despensas, monederos electrónicos, tarjetas “para el mandado”, útiles escolares o dinero en efectivo, por mencionar sólo algunas de las prácticas ilegales que se denunciaron en los últimos tres meses. También es la hora de la participación ciudadana y del llamado a la tranquilidad. A nadie, ni a los candidatos ni a los partidos ni al Estado ni, por supuesto, a la sociedad, conviene que haya más violencia de la que hemos visto en este sexenio, mucho menos en un proceso electoral que debe ser una fiesta democrática. Más allá de filias y fobias, los propios partidos y sus candidatos deben mostrar mesura y llamar al respeto para todas y todos quienes participen en este proceso y, más importante aún, para la decisión que tome la mayoría de los ciudadanos. Lo que sigue para los mexicanos es, de inmediato, trabajar en el logro de dos grandes retos: extirpar el tumor de la violencia que nos hereda este sexenio y, luego, cicatrizar las heridas, aunque esto llevará mucho más que un sexenio. También urge desterrar la pobreza extrema y la hambruna, que se acentuaron en los últimos seis años. Para lograr sólo estos dos objetivos básicos se necesita la serenidad de todos. Darle la vuelta a todo ese horror requiere de crítica sí, de mucha discusión, pero también de acuerdos para avanzar. Llegó la hora de acudir a las urnas. Ya vendrá el día después: el de exigir a quien resulte vencedor que cumpla sus dichos de campaña e incluso vaya más allá, pues esta sociedad mexicana –cada vez más vigilante y con más herramientas para comunicarse– se lo reclamará cada día de su mandato. ¡Todos a votar! ¡Feliz fin de semana!
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