La DEA, el Chapo y la
Marina
Julián Andrade
En Legado de cenizas, Tim Weiner hace un recorrido puntual para la historia de
la CIA y por sus grandes fracasos.
Con frecuencia los analistas del sistema de inteligencia evalúan mal la
información y ello genera graves consecuencias para un tema central: la
credibilidad.
Algo así está ocurriendo con la Armada de México por la información no
corroborada sobre la detención de uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, que
se dio a conocer a la opinión pública.
Félix Beltrán no es hijo del líder del cártel de Sinaloa y a estas alturas ya
no hay certeza de que esté involucrado en células criminales, ya que se dio al
traste con las garantías con que debe contar cualquier implicado en un delito y
se violó, de nueva cuenta, el debido proceso.
Lo dramático es que sí hay indicios de probables actividades criminales de
Beltrán, quien tenía siete credenciales con identidades distintas, dos de ellas
del IFE y que fue detenido con armamento, automóviles y dinero. Sin embargo,
falló uno de los aspectos centrales de la validación de una información, la
corroboración.
Esto ocurrió porque existe un absurdo grado de confianza en la DEA. Si bien las
autoridades de Estados Unidos han proporcionado datos que han conducido a
éxitos policiales, también se debería entender que tienen su propia agenda y
que responden a sus intereses, y no a los de México.
La Armada de México tiene un alto nivel de colaboración con las agencias de EU,
al grado de que en aquel país prefieren a los marinos, que son menos
quisquillosos que los miembros del Ejército, por regla general desconfiados de
los extranjeros.
Más grave que el error de identidad es la constatación de que algunos
operativos de alto impacto se hacen a ciegas o con datos que son proporcionados
por otros gobiernos, y no generados por los órganos de inteligencia mexicanos.
El tema también reflejó las disputas entre las áreas mexicanas de combatir el
crimen.
La Marina debió solicitar la colaboración de la PGR antes de hacer el anuncio
sobre la captura de un narcotraficante tan importante.
En el Ministerio Público las dudas sobre la identidad fueron inmediatas y la
confianza que tenían en el caso quedó clarificada al iniciar la averiguación
previa en la Unidad Especializada en Investigación de Asalto y Robo a
Vehículos, y no en las áreas que se ocupan de las cuestiones de mayor
importancia.
La presentación del detenido se realizó en las instalaciones de la PGR, pero en
el anuncio de la detención no participó ningún agente del Ministerio Público.
Esto fue así porque recibieron el “aviso” de la captura del “hijo” de Guzmán
Loera, pero no contaban con dato alguno propio para certificar que esto era
verdad.
El problema del narcotráfico es un asunto global en el que se requiere de
coordinación internacional, pero ésta debe estar subordinada a los intereses
nacionales.
Por eso quienes celebran las extradiciones o la utilización de los testigos
protegidos, a los que tanta afición tiene la DEA, deberían detenerse en los
daños que esto puede tener para nuestra propia soberanía.
julian.andrade@razon.com.mx
Twitter: @jandradej
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