|
PRI: Fraude electoral |
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Cuidado con la tentación autoritaria
Mientras la política en México se practique bajo esquemas ajenos a una ética
elemental, los problemas de la sociedad irán en aumento, como lo patentiza el
marco de violencia e inseguridad que caracteriza al país en este momento.
Según Felipe Calderón, nunca como en este sexenio se destinó tal cantidad de
recursos para prevención y tratamiento de usuarios de drogas ilícitas -más de
6 mil 600 millones de pesos-, sin que se hayan logrado resultados positivos.
Lo que sí es evidente es que los niveles de violencia e inseguridad han ido
en aumento en estos últimos años, con el inconveniente del descrédito que se
ganaron las fuerzas armadas al responsabilizarse de una lucha que tenían
perdida, pues el crimen organizado sólo puede ser derrotado cuando existen
condiciones sociales idóneas, es decir cuando el tejido social está firme,
sin fisuras.
No es el caso en la actualidad, después de tres décadas de una depredación de
la riqueza nacional por un grupo oligárquico insaciable, con terribles costos
para el grueso de la sociedad. Ciertamente, no sólo nuestro país es víctima
de esta situación, como lo evidencia la realidad de importantes países
europeos, pero precisamente por eso mismo es claro que urge un cambio de
modelo, que permita corregir las causas estructurales de flagelos como el
crimen organizado y el aumento del consumo de drogas ilícitas. Es cierto
asimismo que la situación en México es más calamitosa, tanto por su
estratégica ubicación geográfica, como por la descomposición social debido a
la existencia de una elite sin compromiso alguno con el país, donde se ubican
delincuentes de “cuello blanco” carentes de escrúpulos.
Basta ver la película “Colosio”, para tener una idea objetiva de cómo fue que
se fortaleció una organización política cuyo único interés era y sigue siendo
el usufructo del poder con una finalidad patrimonialista. El malogrado
candidato sonorense creyó que podría controlar a ese grupo mafioso, pero dejó
ver sus intenciones con anticipación y eso le costó la vida. Treinta años
después, se mantienen en el poder sus miembros a pesar de que el PRI salió de
Los Pinos, aunque sin perder un ápice de su poder real, como es obvio
constatarlo al ver que doce años del PAN en el ejercicio del poder no fueron
suficientes para menguar su capacidad negociadora con la oligarquía. ¿Acaso
no son salinistas los principales responsables de la política económica y
financiera del gabinete de Calderón?
Luego de tres sexenios de priísmo y dos de panismo neoliberal, la disyuntiva
es muy clara para los mexicanos: o seguir el camino trazado por Carlos
Salinas de Gortari, que sólo conduce al fortalecimiento del fascismo; o tomar
el de la democracia con la derrota de la mafia salinista-panista. Esto es así
porque ya no hay espacio para indefiniciones, medias tintas o simulaciones
demagógicas. Se tendrá que seguir un camino o el otro, pues el modelo
neoliberal sólo podrá sostenerse con base en el uso de la violencia contra la
sociedad, sin importar los costos. El golpe de Estado contra el presidente de
Paraguay, Fernando Lugo, obedeció a que la oligarquía decidió quitarse la
máscara y actuar sin subterfugios, a fin de frenar los avances democráticos
logrados por el gobierno legítimo.
La situación en nuestro país es mucho más compleja, no sólo por el tamaño del
país, sino porque las fuerzas armadas mexicanas tienen una tradición
antigolpista, como quedó claro en 1968. No tendría futuro una aventura
golpista en México, porque dar ese paso significaría abrir la puerta de la
ingobernabilidad y la violencia más extrema jamás conocida. Nadie saldría
ganando en tales circunstancias. Sobre todo cuando es muy claro que la
sociedad nacional tiene la madurez suficiente para no apoyar aventuras
ilegales que violenten aún más el de por sí frágil Estado de Derecho. Lo
mejor para todos es apuntalar un sistema político basado en el
fortalecimiento de las instituciones democráticas, porque así se eliminarían
los riesgos de más sangrientas luchas fratricidas que sería muy costoso poner
fin.
Es cierto, la situación mundial se presta para que haya tentaciones golpistas
entre grupos conservadores, como se vio en Paraguay. Con todo, esta misma
realidad ha favorecido el cierre de filas de los países que están
construyendo la democracia y fortalecen su soberanía, como Argentina, Brasil,
Ecuador y Bolivia, los cuales retiraron a sus respectivos embajadores de la
capital paraguaya, actitud que fue seguida por Cuba, Chile, Colombia y Perú,
con lo que el régimen golpista quedó completamente aislado. El que la
cancillería mexicana no asuma una posición consecuente, es la demostración de
que Calderón no quiere comprometerse con una firme defensa de la democracia.
En lo que resta para el fin del sexenio calderonista, no es difícil augurar
días más difíciles para amplios sectores de la sociedad, pues Calderón no está
dispuesto a variar su único “programa” de trabajo, o sea la “guerra” contra
el crimen organizado. Esto traerá más violencia en las calles, más descrédito
para las fuerzas armadas, sin que por ello se vayan a producir avances
estratégicos en esa absurda lucha. Los riesgos de que suelte sus amarras la
tentación autoritaria son muchos. Sólo el pueblo unido podrá frenar esa
tentación.
(guillermo.favela@hotmail.com) |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario