Por qué AMLO ganará
Víctor M. Toledo
Durante los meses recientes, el IFE registró
más de mil encuestas realizadas por todos los rumbos del país y a todas las
escalas. Centrar la mirada en una sola cifra es reducir y congelar la realidad;
es un acto absurdo e inútil, más aún cuando la fiabilidad de las casas
encuestadoras se encuentra, por decir lo menos, bajo la tierra. Hoy hacemos un
análisis del panorama electoral basado en el conjunto de evidencias que surgen
de la totalidad del contexto. Se trata de registrar lo que se percibe, se
escucha, se mira, se husmea y se intuye a partir de las evidencias cotidianas,
hechos sorpresivos, cambios sutiles, comparaciones con el pasado y, por
supuesto, todo tipo de sondeos, simulacros y evaluaciones, incluyendo sitios de
Internet.
1. AMLO gana de manera rotunda en todas las
comunidades académicas donde hubo simulacros. En 18 universidades públicas y
privadas del DF, Guanajuato, Jalisco y Michoacán AMLO gana con entre 30 y 91
por ciento de los votos de estudiantes, profesores, investigadores y empleados,
y con un promedio del 72.6 por ciento (unos 80 mil votos computados).
Sorprenden los resultados en el Iteso de Guadalajara y en la Universidad de
Guanajuato, dos estados panistas. Los estudiantes universitarios representan la
tercera parte del voto joven.
2. En los encuentros masivos, AMLO no
solamente se encuentra muy arriba de sus dos principales competidores en
términos cuantitativos, sino en la calidad de los participantes. Entre el 10 de
abril y el 27 de junio AMLO realizó 115 mítines de carácter popular (salvo
algunas visitas a universidades y tecnológicos), que incluyó todas las 32
capitales, y las 80 ciudades más importantes de México. El recorrido se hizo a
un increíble ritmo de casi dos mítines por día. Si se considera que la inmensa
mayoría de los asistentes acuden por su propia voluntad, contra las prácticas
de acarreo del PRI y el PAN, el candidato de la izquierda tuvo contacto directo
con entre 600 mil y un millón 115 mil verdaderos ciudadanos, ello sin incluir
el cierre de la ciudad de México. La irradiación de esta energía civil hacia
los ámbitos sociales no puede ignorarse.
3. En cuanto al voto joven, menores de 30
años, cuyo contingente representa la tercera parte del total de votantes, el
análisis de las encuestas de Reforma revela que entre el 28 de marzo
y el 31 de mayo las preferencias por AMLO se incrementaron 12 puntos, las de
EPN descendieron 16 puntos y las de JVM bajaron 4 puntos. Si estas tendencias
se mantienen se llegaría al día de la elección con 37 por ciento del voto joven
para AMLO, 28 por ciento para EPN y 20 por ciento para JVM. Esta estimación se
hace sin ponderar los inesperados eventos y expresiones anti-Peña que
arrancaron en la Universidad Iberoamericana y se extendieron en manifestaciones
por todo el país, dando lugar al movimiento #YoSoy132.
4. Hay un cúmulo de rarezas, de indicadores
sorpresivos, que deben tomarse en cuenta porque contradicen las evaluaciones de
las encuestas dominantes que sitúan a EPN muy arriba. Aquí deben citarse los
sondeos por Internet como El Menos Peor, donde AMLO lleva 70 por ciento de las
preferencias de un total de 272 mil votantes; o la encuesta electrónica
realizada por Milenio Tv y retirada de inmediato porque AMLO la encabezaba con
85 por ciento de los votos. También destaca la encuesta semanal del SNTE y
Panal, supuestamente confidencial, con padres de familia, donde AMLO aventaja
por seis puntos, y la encuesta que levantó un taxista del DF con más de 4 mil
pasajeros, con AMLO arrasando. Finalmente la cereza en el pastel: la
encuesta levantada por Werevertumorro.mx, que es el canal de YouTube más
visitado de Iberoamérica, con casi 4 millones de seguidores, y donde AMLO
obtuvo 66 por ciento de casi 100 mil votos (abril 28).
5. Otra evidencia son las tendencias
electorales, los cambios de preferencias a través del tiempo. Aquí hay una
coincidencia de varias encuestas y sondeos efectuados cronológicamente que
marcan un ascenso constante de AMLO, una caída permanente de EPN y un estado
estacionario o ligeramente a la baja de JVM. Esto se lee en encuestas de escala
nacional o estatal, como DF, Puebla, BC y Jalisco (ver cuadro).
6. Finalmente, están los elementos
circunstanciales. Una apretada síntesis personal es: votarán por AMLO la
homeópata de la familia, el grupo de la hija de la señora trabajadora que
estudia ciencias de la educación, mi cardiólogo, el joven encargado de un
estacionamiento público en Tlaxcala, la familia de la señora que hace el aseo
en el estudio, la experta de Unysis Guadalajara que siempre lo detestó, los
papás de todo el grupo del hijo de un amigo en Xalapa, 60 por ciento de los
usuarios de la micro financiera Invierta, varias amigas y amigos que siempre
fueron panistas, la mitad de los vecinos, todos los parientes en primero y
segundo grado, mil 600 intelectuales y artistas y un largo etcétera.
Si viviésemos en un país verdaderamente
democrático y donde se respetaran las leyes, el cúmulo de evidencias aquí
descritas sería suficiente para dibujar el panorama electoral. Sin embargo en
una sociedad dislocada por la corrupción y con una larga tradición de trampas y
fraudes electorales, ello se ve amenazado. Cuatro fenómenos alimentan lo
anterior: la sospechosa insistencia por mantener a EPN a la cabeza por las seis
grandes encuestadoras, que son las más publicitadas por la Tv, radio y cadenas
periodísticas; la imparable compra del voto; las dudas sobre el IFE, y la
ausencia de mecanismos legales para penalizar, rápida y efectivamente, los
delitos electorales. El triunfo, incluso amplio, de AMLO este 1º de julio
deberá ocurrir sin sobresaltos indicando que el país por fin entra a una etapa
real de cambio y de consolidación democrática. El otro escenario, en una
sociedad en crisis, sería simplemente una tragedia de inimaginables
consecuencias. Este país no se lo merece.
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