Los empresarios y las elecciones
Arnaldo Córdova
Una novedad en el proceso electoral en
curso es que los empresarios y, más propiamente sus voceros, están demandando
de los diferentes candidatos que pongan atención a sus propuestas para el
próximo gobierno, las discutan, las tomen en cuenta en sus elaboraciones
políticas y, también, que las debatan con ellos. Algo que antes hacían en lo
obscuro, parlamentar e intercambiar opiniones, ahora cada vez más buscan
ventilarlo en foros específicos que ellos mismos convocan y a los que invitan a
los contendientes con ese objeto. Es un hecho notorio que ahora no intentan
conformar un bloque cerrado y militante como en 2006, sino que se han
diferenciado en distintas posiciones. Ya no van unidos, sino que buscan actuar
cada uno por su lado.
Por lo menos, es esa la
apariencia que quieren dar. Como todo en política, nada está escrito
definitivamente y muchas cosas pueden suceder de aquí a julio próximo. Pero
vamos a los hechos. Varios empresarios, por ejemplo, se han sumado abiertamente
a López Obrador, buscando alternativas a lo que consideran una mala conducción
de la economía por el gobierno y una política errónea y errática. Algunos de
ellos han aceptado, incluso, formar parte del futuro gobierno en caso de que el
tabasqueño triunfe en las elecciones. Fernando Turner aceptó ser su posible
secretario de economía; Miguel Torruco Márquez, empresario hotelero, sería su
secretario de turismo.
Durante un foro
organizado el 13 de marzo pasado por la Americas Society, Turner criticó la
política de los gobiernos derechistas, señalando que México tiene muchos años
de estancamiento económico y ello ha generado problemas sociales, de seguridad
y pobreza, por lo que el rumbo debe corregirse ya, mediante un cambio que no
ofrecen ni el PRI ni el PAN. Estimó que el problema de nuestro país no radica
en privatizar Pemex ni en imponer una reforma laboral a gusto de empresarios
voraces, sino en la presencia de monopolios protegidos desde el Estado por los
gobiernos de esos dos partidos.
Desde hace treinta años,
observó, sus gobiernos aplicaron una receta equivocada, protegiendo a los
monopolios y mostrándose insensibles con las mayores urgencias del sector productivo.
En la crisis de 2008, el gobierno restringió a los bancos, se cayó el
consumo interno y, además, aumentó los impuestos. La receta está equivocada:
están poniendo la carreta enfrente de los bueyes. A ello replicó, del modo más
estúpido, el asesor de la candidata panista, Miguel Székely Pardo, sintiéndose
muy chistoso:poner los bueyes adelante puede tener muchos costos, atribuyendo
el estancamiento en diversos sectores económicos, como lo hacen siempre los
panistas, a la falta de acuerdos políticos.
Otro muy importante
empresario, Alfonso Romo, el cual se ha significado por ayudar a López Obrador
a buscar acuerdos con los empresarios de todos los niveles, recientemente
declaró que, como él, muchos hombres de negocios van conociendo cada día en
López Obrador a un hombre congruente, austero, sincero y con un gabinete
fuera de serie. Dijo estar totalmente convencido de que el candidato de las
izquierdas llevará a cabo la verdadera reforma estructural de México.
Somos amigos de la honestidad y de la honradez. Sostuvo que ya quedó muy atrás
la confrontación y que muchos grandes empresarios de distintas partes del país
están cambiando, están estudiando; yo creo que ahorita estamos todos en el
mismo barco (La Jornada,17.04.2012).
Es obligado reconocer,
desde luego, que los más poderosos dueños del dinero en México son
horrorosamente conservadores y hasta reaccionarios, a los que más que a nadie
espantan los cambios, como no estén éstos dirigidos a fortalecer sus intereses
y a proteger sus privilegios. Muchos de ellos ya hicieron su elección desde
hace tiempo. En particular, el duopolio televisivo está a morir con Peña Nieto,
candidato que es su producto por excelencia y al que le ofrecen los más amplios
espacios; mientras silencian permanentemente al candidato de izquierda, a la
panista le dan también poco.
A muchos de ellos,
resulta evidente, les tienen sin cuidado las burradas que los panistas cometen
desde el gobierno o las pifias y las mentiras en las que incurren todos los
días los funcionarios. Para ellos, es bueno todo gobierno que les ayude a ganar
dinero a manos llenas o les permita sin más sus exacciones y sus robos en
descampado a los consumidores. Que la sociedad se esté hundiendo por el mal
gobierno les tiene sin cuidado. Muchos de ellos, además, no son sino personeros
de grandes empresas trasnacionales a los que poco les importa el país.
López Obrador, con toda
razón, ha sostenido que el llamado modelo de desarrollo que se sigue en México
desde hace ya más de treinta años ha sido impuesto desde el exterior y que
obedece a intereses ajenos a la inmensa mayoría de los mexicanos. Las famosas reformas
estructurales, en los hechos, se cifran en abrir camino sin cortapisas a los
capitales privados, la mayoría extranjeros, para explotar las riquezas
nacionales (como ejemplo claro el de la minería, con 25 por ciento del
territorio nacional cedido a las trasnacionales), someter a la más completa
precariedad el nivel de vida de casi todos nuestros conciudadanos y a la
sobreexplotación de su trabajo.
En un encuentro que
López Obrador sostuvo el pasado 12 de abril con integrantes del Instituto
Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (Imef) y luego de exponer sus puntos de
vista al respecto, el presidente del mismo, José Antonio Quesada Palacios,
reconoció que el candidato izquierdista tiene razón cuando señala que las
reformas estructurales conforman una agenda mundial impuesta a México. “Creo
–dijo– que como ventaja le puedo poner que él resalta desarrollar una visión de
un proyecto de nación. Sí hace falta un proyecto de nación y también tiene
razón en que hay una agenda mundial impuesta y esta agenda mundial influye en
muchos de los temas de las reformas estructurales” (La Jornada, 13.04.2012).
Unos días después, al
participar en el Foro Mundial de Negocios organizado en elTec de
Monterrey, el premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, afirmó quehay que
tener cierto escepticismo al sostener que un conjunto de reformas puede lograr
milagros. México abrió su economía desde principios de los 90 y ninguno de esos
milagros se ha visto. Esas reformas estructurales se han venido operando desde
entonces y ya mostraron su ineficiencia. Por ello, afirmó, creo que
debemos poner menos énfasis en las reformas estructurales y más en educación,
que da crecimiento a largo plazo (La Jornada, 18.04.2012).
Carlos Slim debe creer
que nuestros problemas se resolverán si dejamos que los empresarios gobiernen
en lugar de los políticos. Hace unas semanas lanzó una de sus acostumbradas
ocurrencias: Creo que los hombres de negocios y los empresarios tienen más
experiencia manejando recursos, y podemos resolver los problemas más fácilmente
que los políticos, que tienen otras visiones; piensan en elecciones, piensan en
popularidad (La Jornada, 08.03.2012). Él nos da la muestra:
sus precios son monopólicos en telefonía y sus salarios, en los Sanborn’s, son
de hambre, ya lo señaló nuestro colega Enrique Galván Ochoa.
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