Explosiva conducción de la política económica calderonista
Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
Se puede y debe someter a discusión que el eje de la conducción de las políticas, entre ellas la económica, al cuarto para las doce del final calderonista y de cuyas consecuencias depende la vida diaria de quienes tienen o no, un empleo, sigue anclada en cómo se desempeña el presidencialismo, que el calderonismo no estaba preparado para ejercer. Y es que los panistas, que se han movido entre la derecha y ultraderecha (económica, religiosa católica y de adicción al “dejad hacer, dejad pasar”), aferradas al neoliberalismo económico de la apertura total al libre mercado, sin avivar un mercado interno, permitieron el desmantelamiento de los pocos logros y conquistas que mantenían un mínimo Estado de Bienestar.
“Ha sido siempre la consecución del poder económico lo que ha hecho surgir en una clase la idea de su candidatura a la dirección política. Es peligroso y a largo plazo inconciliable con el interés de la nación el hecho de que una clase (más –agrego– si es una facción de aventureros del capitalismo y arribistas de la política) económicamente en decadencia detente el poder político… y más peligroso… que las clases hacia las cuales se desplaza el poder económico, y con ello la perspectiva del poder político, no estén políticamente maduras para la conducción del Estado” (Max Weber: El Estado nacional y la política económica, que había sido, tras su nombramiento como titular de la cátedra de económica política por la Universidad de Friburgo, en 1895).
Alvaro Cepeda Neri
Se puede y debe someter a discusión que el eje de la conducción de las políticas, entre ellas la económica, al cuarto para las doce del final calderonista y de cuyas consecuencias depende la vida diaria de quienes tienen o no, un empleo, sigue anclada en cómo se desempeña el presidencialismo, que el calderonismo no estaba preparado para ejercer. Y es que los panistas, que se han movido entre la derecha y ultraderecha (económica, religiosa católica y de adicción al “dejad hacer, dejad pasar”), aferradas al neoliberalismo económico de la apertura total al libre mercado, sin avivar un mercado interno, permitieron el desmantelamiento de los pocos logros y conquistas que mantenían un mínimo Estado de Bienestar.
“Ha sido siempre la consecución del poder económico lo que ha hecho surgir en una clase la idea de su candidatura a la dirección política. Es peligroso y a largo plazo inconciliable con el interés de la nación el hecho de que una clase (más –agrego– si es una facción de aventureros del capitalismo y arribistas de la política) económicamente en decadencia detente el poder político… y más peligroso… que las clases hacia las cuales se desplaza el poder económico, y con ello la perspectiva del poder político, no estén políticamente maduras para la conducción del Estado” (Max Weber: El Estado nacional y la política económica, que había sido, tras su nombramiento como titular de la cátedra de económica política por la Universidad de Friburgo, en 1895).
Con esto voy a la información proporcionada por Verónica Gascón y Juan Carlos Miranda (Reforma y La Jornada: 11/IV/12). Un reporte del INEGI nos dice que 27 millones de mexicanos prestan su fuerza de trabajo sin contar con seguridad social ni prestaciones. Y que el salario (de uno a tres) ha perdido el 42 por ciento de su poder adquisitivo. Porque la prestación laboral al margen de una mínima vigencia de las leyes del trabajo, por el creciente desempleo y consecuente aumento de la informalidad, hacen que los trabajadores con salario y los que no lo tienen, se emparejen ante la dramática realidad depauperizadora, por la pésima conducción de la política económica del Estado, en complicidad con patrones y banqueros que se aprovechan del desamparo de los trabajadores.
Esto genera una crisis que puede estallar cuando, asalariados y no, ya no soporten el ser empujadas a la desesperación social al no tener servicios médicos o tenerlos de fachada (como el mentado seguro popular) y que su poder de compra sea cada vez más reducido. La nación es un volcán social. Y estallará antes o después de las elecciones, donde los partidos actúan como si esta crisis fuera más o menos controlable. Y no es así. Pongamos la oreja en las faldas de ese volcán… se escuchan ruidos de las vísperas de revueltas por hambre, por desempleo, por la galopante inflación… y la incontenible “guerra” de las instituciones del Estado que no han podido, al menos, mantener a raya a los narcotraficantes y sus sicarios, otra causa de la mala conducción presidencial del timón de la nave estatal.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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