Wal-Mart: depredación en varios ámbitos
EDITORIAL DEL DIARIO LA JORNADA
Con el telón de fondo del escándalo por
los presuntos sobornos entregados a autoridades mexicanas para ampliar su
presencia y su dominancia en el mercado nacional –información revelada por el
diario The New York Times–, la filial en México y Centroamérica de
la compañía Wal-Mart experimentó ayer una caída de 12 por ciento en el valor de
sus acciones en la Bolsa Mexicana de Valores, la mayor baja en sus títulos
accionarios en casi 14 años. Tal descenso tuvo un impacto negativo en el
comportamiento del mercado bursátil del país, cuyo principal indicador cerró
con pérdida de uno por ciento, tras haber descendido hasta 3.28 puntos
porcentuales.
Las cifras mencionadas
permiten hacerse una idea del potencial económicamente devastador que ha
adquirido la firma trasnacional en sus dos décadas de operación en el país,
potencial que es mucho más tangible en el ámbito de la economía real que en el
del mercado especulativo. Desde hace tiempo –como se publicó ayer en estas
páginas–, el mayor minorista de México y del mundo ha sido señalado de forma
recurrente por emprender prácticas de competencia desleal –como la imposición
de precios ínfimos a productores y proveedores, lo que reduce su costo final y
aumenta los márgenes de ganancia–; por acabar, en consecuencia, con muchas
unidades económicas de menor tamaño –mercados tradicionales, tiendas de
abarrotes, locales de comida, carnicerías y zapaterías, entre otros–, así como
por destruir, en suma, una cantidad de empleos y fuentes de ingreso mucho mayor
a los que la firma dice crear año con año.
A lo anterior deben
agregarse las recurrentes denuncias formuladas en contra de la cadena de
supermercados por sus políticas laborales inadmisibles y de cuestionable
legalidad –bajos salarios, prohibición de sindicatos, contratos de protección
patronal, jornadas laborales extenuantes y sin pago de horas extras–, así como
por poner en práctica una expansión corporativa inescrupulosa y lesiva para los
entornos: la afirmación –publicada por el diario neoyorquino– de que los
sobornos de directivos de Wal-Mart a funcionarios mexicanos permitieron a los
primeros poner tiendasvirtualmente en cada rincón del país es consistente
con el hecho de que esa empresa ha podido obtener, en años anteriores, de concesiones
de construcción en terrenos ejidales y comunales, en zonas adyacentes a sitios
arqueológicos y a zonas naturales protegidas, algo dudosamente compatible con
el espíritu de las disposiciones legales vigentes en materia de preservación
del patrimonio arqueológico, histórico y ecológico del país.
Ahora, para colmo, la
cadena estadunidense se revela como factor de inestabilidad financiera y
promotora de la corrupción institucional; se ubica con ello como emblema de
depredación corporativa en los órdenes económico, laboral, social e
institucional.
Ante tal panorama, es
impresentable el alegato formulado ayer por la titular de la Procuraduría
General de la República (PGR), Marisela Morales, de que esta dependencia aún no
determina cómo intervendrá en el caso (si lo hará de oficio o esperará a que se
presente la denuncia correspondiente) y de que ignora si el asuntoes
competencia nuestra.
La información
disponible indica que la empresa estadunidense incurrió en el delito de cohecho
en las negociaciones con funcionarios del Estado mexicano, y es exigible, por
ello, que éste investigue quiénes resultaron beneficiados con esos sobornos y
que sancione a los responsables. De lo contrario, el pretendido afán legalista
de la actual administración federal quedará, nuevamente, en entredicho.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario