"Cuchi cuchi" por votos
Por: Jaime Ornelas Delgado
El lunes pasado, en los campos de futbol La Alfonsina de Atlixco, Josefina Vázquez Mota pidió nuevamente a las mujeres dejar sin “cuchi cuchi” por un mes a su pareja si no vota por ella el próximo domingo 1 de julio; pero además, pidió gratificar con “doble cuchi cuchi” a los varones que la apoyen el día de las elecciones. ¿Cómo llamar a la sugerencia que condiciona el “cuchi cuchi” al apoyo electoral?
Más allá de su dudoso sentido del humor –acoto, es difícil pensar que no fuera humor aunque sospecho que fue involuntario–, la sugerencia de la candidata a sus partidarias evidencia que el ser mujer no da conciencia de género ni una idea aproximada de lo que ha significado la lucha de las mujeres para conquistar un lugar en un mundo hostil, por sexista, excluyente y racista, mediante el trabajo, la inteligencia, la perseverancia y la capacidad mostrada una y mil veces, aunque otras tantas regateada. Sin embargo, la señora Vázquez –que en el apellido de su madre parece querer llevar la fama–, ha reducido la capacidad discursiva de la mujer a la manipulación sexual, al “cuchi cuchi” que se manipula y se da o se niega para obtener lo que pretende.De verdad señora Josefina, la mujer es mucho más que eso que usted cree y es lamentable que el agravio inferido (que nos ofende a todos) haya provenido de una mujer cuya visión del ser fémina parece responder a los principios de un partido donde si nos las tratan de “lavadoras de dos patas” las consideran oferentes de favores sexuales.
Roger Garaudy
El miércoles pasado, 13 de junio, murió en Paris a los 99 años de edad el filósofo francés Roger Garaudy, hoy poco conocido, pero que sin duda ejerció una significativa influencia en los jóvenes que en las décadas de 1960 en México y el mundo abrazaban la causa del comunismo.
Contemporáneo de Jean Paul Sartre y Michael Foucault, fue junto con estos y otros pensadores marxistas quienes extendieron su influencia por todo el mundo llamando la atención sobre los asuntos relativos a la transformación social y la exigencia a los intelectuales de fijar su posición frente a ellos. Eran el tipo de intelectual que se comprometía políticamente para llevar al terreno de la realidad sus ideas. El comunismo los arrobó y lucharon denodadamente por hacerlo realidad. Todos ellos, lograron situar y mantener la discusión pública en un terreno del compromiso político y para ellos siempre fue inexcusable la necesidad de pronunciarse sobre filosofía, moral y política, saberes cuyo desprecio e ignorancia actual pueden considerarse el origen de la crisis civilizatoria que parece abatirse sobre los países del capitalismo más desarrollado y que ha sumido a sus ciudadanos en el miedo, la rabia y la confusión.
En la necesidad de conciliar sus posturas teóricas con su actividad política, Garaudy siendo un joven académico especialista en Hegel se incorpora al Partido Comunista en 1933 y sólo acaba su militancia en 1970, cuando es expulsado y se incorpora al catolicismo y luego al Islam.
En su larga trayectoria de militancia política, Garaudy encarnó el papel de irreprochable intelectual orgánico del proletariado revolucionario y fue considerado como uno de los más destacados ideólogos de la izquierda francesa; fue también, en su momento, desde miembro de la resistencia francesa y prisionero de guerra hasta miembro de la Asamblea francesa y senador de la República. Asimismo, se comprometió profundamente con el movimiento estudiantil de 1968, se opuso con firmeza a la invasión rusa de Checoslovaquia y emprendió la crítica de ese periodo de la historia soviética, sin renunciar nunca a sus convicciones comunistas e internacionalistas.
Todo esto sirva para reconocer a este pensador que marcó el rumbo de muchos jóvenes mexicanos, que en los años 60 del siglo pasado buscamos y encontramos en sus escritos la guía para tomar decisiones definitivas sobre la orientación sobre el rumbo que debería segur la vida personal. Así, la lectura y discusión de sus obras nos enseñó a reconocer que: “Es una ilusión, y una ilusión que lleva a la impotencia, creer que es posible luchar por la libertad fuera de la clase obrera y del marxismo–leninismo, que define las leyes de su marcha y de sus combates. A cualquiera que pretenda poseer la dignidad de combatiente de la libertad, se le plantea, pues, esta pregunta previa: ¿A qué clase sirves? El camino de la libertad comienza solamente a partir del momento en el cual se elige servir sin reservas y sin condiciones a la clase obrera y su Partido” (Garaudy, R. (1960), La Libertad, Buenos Aíres, Argentina, Lautaro, pp. 507–509).
Con esas lecturas, que fueron asumidas con gran entusiasmo colectivo, muchos decidimos iniciar el difícil “camino de la libertad” e incorporarnos al Partido Comunista para desde ahí, desde su vanguardia, “servir sin reservas y sin condiciones a la clase obrera.”
Ha muerto Garaudy, y la noticia tuvo la magia del recuerdo emocionado y la nostalgia de aquellos tiempos donde la revolución estaba en la calle, a la vuelta de la esquina y sólo faltaba ir por ella, tomarla del brazo para “asaltar el cielo” y ahí estaba el marxismo–leninismo para ampararnos y no perdernos en el camino.
Cambalache
Si la derecha cambia “cuchi cuchi” por votos, otros cambian partido por subsecretaría.
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