Carlos
Fernández-Vega
México SA
FC: ¿buenos resultados?
¿También se va al rancho?
Triunfalismo vs realidad
A pesar de lo obvio, el inquilino de Los
Pinos sigue con la cantaleta de que con él en la residencia oficial se
alcanzaron buenos resultados económicos y se sentaron las bases
para el crecimiento y el desarrollo. Más modesto que de costumbre, Felipe
Calderón se aventó la siguiente puntada: no les quepa duda; la economía
mexicana está fuerte, es competitiva, genera empleos, y puede y debe serlo
mucho, mucho más. Y se quedó tan tranquilo, como Vicente Fox cuando, cercano el
final de su mandato y a punto de regresar al rancho, dijo que como ya me voy,
hablo libre y digo cualquier tontería.
Lo dijo en el acto de
clausura de la reunión nacional de consejeros de la trasnacional financiera
española BBVA –propietaria de Bancomer–, pero en los hechos los buenos
resultados del calderonato son padecidos por la mayoría de los mexicanos
(crecimiento raquítico, pobreza al alza, empleo inexistente, salarios de hambre
y bienestar ausente, para decirlo rápido), pues con el susodicho en Los Pinos
la situación pasó de mala a pésima. ¿Será que él también ve un rancho en su
futuro inmediato?
Desde luego que el
triunfalismo de Felipe Calderón ni de lejos es compartido por otras instancias
de gobierno, como en la Cámara de Diputados, donde califican la economía
mexicana de estructuralmente rezagada, que genera muy pocos empleos
formales y cada vez más precarios. Además, se ha acumulado evidencia
suficiente para señalar la existencia de una fragilidad estructural de las
finanzas públicas, ocultada por los cuantiosos ingresos petroleros asociados a
los niveles elevados del precio del barril de la mezcla mexicana de petróleo;
lo preocupante de la revisión de las finanzas públicas de México es la
evidencia clara de un deterioro de la posición fiscal del gobierno a partir de
2007, asociado con el rezago de los ingresos públicos respecto del crecimiento
del gasto público, generando una brecha que viene a subsanar la deuda pública,
y que se corrobora por el hecho de que el endeudamiento público se destina
principalmente a pagar el servicio de la deuda, y a cubrir el déficit fiscal.
El triunfalismo del
inquilino de Los Pinos es matizado por la Cámara de Diputados (Conclusiones
derivadas del análisis al informe del resultado de la fiscalización superior de
la Cuenta Pública 2010; documento para la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública,
abril de 2012): “en el ámbito de los ingresos, persiste el estancamiento de la
recaudación tributaria medida por la carga fiscal (17.5 por ciento del PIB),
que pone a México en uno de los últimos lugares en este indicador entre los
países de la OCDE. Quizá la explicación se encuentre en los hallazgos de la
actividad revisora practicada al SAT en el que se destacan: a) las cuantiosas
devoluciones tributarias reintegradas a contribuyentes, con el inconveniente de
que esas devoluciones se concentran en una elevada proporción en grandes
contribuyentes, y b) la actividad de elusión de contribuyentes que contratan
empresas de outsourcing a efecto de reducir el pago del ISR (y
de los pagos de la seguridad social y los pagos por PTU)”.
Para los diputados
destacan los subejercicios y la gestión presupuestaria en el gobierno
calderonista, “en la que se identifica una vez más la práctica de los
ejecutores de gasto de transferir recursos hacia el cierre del ejercicio a
fideicomisos y otras figuras análogas no sólo para hacer reasignaciones de
gasto al margen del Congreso, sino para encubrir subejercicios presupuestarios
de programas gubernamentales. En el ámbito de los fideicomisos persistió la
observación del uso de estos instrumentos por parte de la Secretaría de Hacienda
para transferir recursos discrecionalmente al margen del Congreso. En la
fiscalización del gasto, subrayan los inquilinos de San Lázaro, se
revelaron diversas deficiencias en su aplicación, que es urgente corregir por
sus efectos económicos y sociales, como la existencia de proyectos de inversión
pendientes de ejecutar, y la canalización de los ingresos por derechos de
hidrocarburos destinados originalmente a proyectos de inversión, desperdiciados
en gasto corriente, o no identificada su aplicación.
Por lo que toca a la
deuda pública, su revisión abarcó la evaluación de los riesgos de los pasivos
contingentes, incluyendo el débito avalado por el gobierno en la banca de
desarrollo, en los organismos de control presupuestario directo, y en otras
clases de pasivos como los generados por el rescate bancario (Fobaproa) y
administrados por el IPAB, y el Farac (rescate carretero). La deuda
pública del sector público presupuestario se ubica por arriba de los parámetros
aconsejables por organismos financieros internacionales. La revisión de la
deuda pública comprendió también una valoración del significativo crecimiento
de la deuda estatal y municipal, en el contexto de un análisis de los riesgos
que significaría para la federación un rescate de la deuda subnacional, como el
que ocurrió como consecuencia de la crisis financiera de 1994-1995.
En general, anotan los
diputados, la revisión al sector de Hacienda y Crédito Público 2010, “reveló
hallazgos importantes cuya corrección se traducirá en mejores prácticas gubernamentales.
La Auditoría Superior de la Federación identificó el crecimiento sistemático de
la deuda pública federal (alcanzando valores superiores como proporción del
PIB, que lo señalado –como tope– por el Fondo Monetario Internacional), y un
crecimiento anárquico y acelerado de la deuda pública subnacional, mientras que
el crecimiento de la economía en 2010 fue acompañado de un precario avance del
empleo, que es incapaz de impulsar el mercado doméstico, base de un crecimiento
más sólido de la economía”.
En torno al régimen
fiscal de Pemex, los diputados advierten que se ha constatado que el
organismo, a nivel mundial, es la única empresa petrolera que paga al gobierno
federal más de la totalidad de sus ingresos operativos en impuestos y derechos,
con lo cual la paraestatal no dispone de recursos propios para financiar
proyectos de inversión en infraestructura, mostrando también con ello una
debilidad crítica de las finanzas de la empresa que se reflejan en
descapitalización y en un endeudamiento progresivo. Del análisis a las
auditorías practicadas a Pemex Refinación, se deduce la severa crisis en la se
encuentra el Sistema Nacional de Refinerías, que tiene estancada su capacidad
de producción de petrolíferos por más de 20 años. La falta de un programa estratégico
de largo plazo implica que se tengan que exportar anualmente elevados volúmenes
de petróleo crudo y que se tenga que procesar en el exterior, generando
productos de valor agregado, que muy bien podrían estarse produciendo en el
país.
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