Astillero
Más poesía del desastre
Allanamientos y disculpas
Policía de Peña Nieto en el DF
Carpizo y Narro, invitados
Diariamente se viven a lo largo del país episodios dramáticos de abuso policiaco, militar y marino, y de comisión de delitos a cuenta de la guerra calderonista contra el narcotráfico, como los que de manera clara denunció ayer el poeta Efraín Bartolomé, a cuya casa en una colonia del Distrito Federal se introdujeron con violencia (obviamente, sin orden judicial alguna) policías enmascarados, cuyos atropellos, tranquila y colateralmente, fueron luego asumidos por el procurador de justicia del estado de Peña Nieto como parte de los incidentes relacionados con la detención de un delincuente apodado La mano con ojos.
Bartolomé relató, con calidad propia de su oficio, lo vivido esa madrugada dolorosa en la que, por fortuna, todo quedó en susto, destrozos domésticos, falta de respuesta institucional inmediata ante el llamado de un ciudadano en problemas y la comprobación de que en México se vive ya en un estado policiaco que no necesita reformas legales ni adecuaciones a leyes de seguridad nacional más que para convalidar en la letra lo que en los hechos se practica cotidiana y sistemáticamente. Siendo la suya una voz atendible, de resonancias (como la del poeta Sicilia), lo sufrido por Bartolomé encontró eco en diversos medios de comunicación (su narración, en http://j.mp/sBxur) y no quedó en el atiborrado archivo imaginario de las denuncias no presentadas, de los derechos no defendidos, del silencio autoimpuesto por temor e impotencia.
Pero, a pesar de la contundencia de los hechos expuestos, de la viva relatoría elaborada por Bartolomé, la procuraduría de justicia del estado de México (institución ampliamente recordada a nivel nacional por el increíble tejido de mentiras impías con el que cubrieron el caso de la niña Paulette) simplemente se permitió ofrecer sus disculpas al referirse con un cínico giro eufemístico a que en busca de capturar a la mencionada mano óptica se habían realizado tres revisiones domiciliarias.
El procurador peñanietista Alfredo Castillo no tuvo ojos para avizorar la presunta comisión de varios delitos en el actuar policiaco descrito por el poeta Bartolomé (allanamiento de morada, abuso de autoridad y otros etcéteras) ni manos para ordenar investigaciones que buscaran restablecer un mínimo sentido de justicia. Sólo tuvo entusiasmo para encomiar la detención del presunto magno sicario también apodado El compayito, elevándola a niveles históricos, a punto de declarar la fecha como día de fiesta estatal (¿un adelanto de la sombría vocación represiva del Primer Copete del País, al estilo del actual ocupante de Los Pinos, cuyo mayor asomo de estadista es el saber los apodos de los principales delincuentes y llevar entusiasta registro de capturas, persecuciones, cambios de bando y otros detalles del bajo mundo estupefaciente?)
Tampoco hubo mayor explicación de la causa por la cual la procu del virtual candidato presidencial priísta dio la cara y, por lo que se deduce, encabezó un operativo de policías federales, mexiquenses y del Distrito Federal para apresar en una colonia de esta última demarcación al presunto capo sanguinario, de nombre Óscar Osvaldo García Montoya. El procurador del estado de México señaló que se trataba de unoperativo conjunto, elogió la colaboración de las tres instancias involucradas y citó por nombre a los funcionarios que coordinados ayudaron a tal captura.
Pero una acometida como la de ayer en una colonia capitalina, con resultados como los descritos por el poeta Bartolomé respecto a su casa (y a sabiendas de que episodios similares se vivieron cuando menos en otros dos domicilios) no pueden ser vistos con displicencia ni darse por satisfechos a partir de una disculpa al paso. Hasta ahora, la ciudad de México se ha mantenido más o menos a salvo de la ola de violencia que se ha vivido en otros puntos importantes del país, aunque en zonas conurbadas con el estado de México la violencia del narcotráfico va creciendo. Ayer, en la colonia Torres de Padierna, se cometieron presuntos delitos que deben ser perseguidos por las propias autoridades (¿Marcelo Ebrard podría restarle un poco de atención a su campaña prematrimonial y demandar castigo a quienes hubieran cometido tales agravios? Ayer mismo, en cambio, habló de que no debe haber miedo, en referencia a Peña Nieto, pero no por el caso de Bartolomé y demás, sino en asuntos de competencia electoral abierta. Hay prioridades). De otra manera, se estará abriendo la puerta a la violencia impune que desde flancos gubernamentales y delictivos (técnicamente son distintos) ha desgarrado el tejido social y ha destrozado la vida pública en muchas otras partes del país.
Otro poeta sufría ayer una suerte de incursión desde el poder. Jorge Carpizo, convertido en asesor de Javier Sicilia, se apropiaba de una parte del foro de la lucha ciudadana contra la inseguridad pública al ser invitado, junto con el rector de la UNAM, a dialogar con Felipe Calderón para analizar la propuesta que el ex procurador y ex secretario de Gobernación durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari presentó en acto universitario a partir de las conclusiones de un congreso sobre la materia. Con esa maniobra, Calderón se hace de interlocutores que diluyan, compartiéndolo, el capital propio de Sicilia y el movimiento por la paz, y se fabrica salidas institucionales en caso de que volviera a estallar el grito de Estamos hasta la madre y la inconformidad cívica hasta hoy expresada en verso se saliera de cauce.
Astillas
El presidente del tribunal electoral federal, Luna Ramos Alejandro, trata de reconstruir imagen a partir del distanciamiento verbal con el estilo de su antecesora (reconociendo, por ejemplo, el error de la cena en casa de la entonces presidenta del Trife con personeros del peñanietismo cuando el gobernador mexiquense estaba sujeto a un proceso). También busca devolver credibilidad a ese ente mediante declaraciones de independencia de criterio y de no alineamiento con banderías partidistas. Y, mientras la PGR ha nombrado nuevos delegados (gulp), ¡feliz fin de semana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.m
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