Los desatinos del secretario
Primero señaló que la recuperación económica en México se ha traducido en el bienestar de la población, pues familias con percepciones de 13 mil pesos mensuales se encuentran en el decil más alto de ingresos; y otras, con 6 mil pesos y algunos esfuerzos, pueden pagar casa, auto y escuelas particulares para sus hijos. Luego dijo, que México había dejado ser un país pobre. Ahora el Secretario de Hacienda, en abierta campaña, nos dice que México está blindado ante la grave situación económica que atraviesa Estados Unidos de América.
Nada más difícil de sostener. Si bien hasta 1982 la economía mexicana registró tendencias macroeconómicas independientes debido a la construcción de un mercado interno relativamente fuerte y dinámico durante los años 40, 50 y 60 del siglo XX, basadas en el proceso de industrialización y sustitución de importaciones, las relaciones económicas entre México y Estados Unidos siempre han sido asimétricas debido a la mayor capacidad financiera, productiva, tecnológica y comercial de nuestros vecinos.
Hasta ese año, la estrategia mexicana para encarar esta relación desfavorable atendió el fomento público del desarrollo económico y social, así como el fortalecimiento del mercado interno mediante instrumentos de política económica activa (fiscal, cambiaria, monetaria, crediticia, salarial, comercio exterior, precios, sectorial, regional). A partir de entonces y en medio de la crisis de la deuda externa mexicana, el país redefinió sus relaciones económicas internacionales y con la economía estadounidense, dando inicio a un proceso de apertura económica, privatización y reducción de la participación estatal en la economía, que se tradujo en una débil inserción, con un alto nivel de riesgo, a la globalización en los años 90.
Ello se tradujo en la concentración de las exportaciones mexicanas hacia EU y a la sincronización de los ciclos económicos de ambos países. De acuerdo con el INEGI, en 1980 las exportaciones mexicanas hacia EU representaban el 62% del total; en 1990 alcanzó el 65%; en el 2000 el 89%; y, actualmente representan más del 80% de las ventas externas del país.
Así, cuando la economía de EU se desacelera o entra en una fase recesiva, reduce significativamente sus compras en el exterior, impactando nuestra economía. Por ejemplo, la desaceleración de la economía estadounidense registrada entre 2001 y 2002, se tradujo en tasas de crecimiento de su PIB del 0.8% y 1.6% respectivamente, lo que llevó a que la economía mexicana registrara tasas de crecimiento del PIB de 0.0% y 0.8% en 2001 y 2002.
La desaceleración económica en EU en 2008 y la recesión en 2009 (-2.6% de su PIB 2009) se tradujeron en una profunda recesión económica en México, que llevo a una caída de -6.2% la tasa de crecimiento promedio anual del PIB mexicano y a que durante cinco trimestres consecutivos (2008-IV y 2009), la economía mexicana entrara en recesión, incrementándose la tasa de desempleo abierto hasta el 6.4% de la PEA. Lo que representó el peor desempeño económico de América Latina.
La relación asimétrica, se refleja además en los flujos migratorios. Cuando se recupera la economía de EU, se convierte en una fuerte atracción para miles de mexicanos que no encuentran opciones laborales en el país. Y al contrario, cuando se desacelera su economía, los paisanos pierden su empleo, con la consecuente reducción de las remesas que envían a sus familias y el incremento de las propensiones discriminatorias de las leyes laborales estadounidenses que expulsan a los trabajadores ilegales “tolerados” en tiempos de bonanza.
A contrapelo del secretario de Hacienda, las cifras del INEGI sobre remuneraciones por persona ocupada registraron tasas negativas durante 9 de los 12 meses de 2009; ocho de los 12 meses de 2010, y en tres de los primeros seis meses de 2011, y el impacto negativo que tendrá la recesión en EU augura un año electoral abundante en declaraciones triunfalistas y deterioro del bienestar de los mexicanos.
Diputado del PRD
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