miércoles, agosto 17, 2011
ANAMARÍA ASHWELL : En la defensa de Puebla monumental
OPINIÓN
En la defensa de Puebla monumental
ANAMARÍA ASHWELL
De mi reclusión detrás de los muros monásticos en mi casa me sacaron colegas, amigos y antiguos alumnos que volvieron a alzar la voz porque nuevamente un gobernador, ahora Moreno Valle, inició su sexenio destruyendo: avanza con un Viaducto sin permisos y proyectos aprobados, sobre zona monumental de Puebla y ofreciendo explicaciones confusas, inconsistentes, que marean la razón y no pasan el primer nivel de matemáticas. La última justificación para su proyecto es que se busca agilizar el tráfico vehicular en torno al centro de convenciones en la zona de exposiciones en el cerro de Guadalupe y Loreto: es decir, el gobernador piensa invertir millones de pesos del erario público para que los coches que llevan a visitantes esporádicos, a las ferias o conciertos ocasionales, algunos meses o días del año, puedan circular por ahí sin estorbos de árboles ni monumentos. Esto no parece una explicación, sino una burla. Lo que preocupa es que han revestido este despropósito con adjetivos como “progreso” y “modernidad”; y como un canto de sirena buscan con ello embaucar a los ciudadanos a quienes consideran su “mayoría” para realizar estas obras. Estas mismas promesas de “progreso” nos promete cada sexenio una clase política que ya largo tiempo esta desacreditada. Recuerdo a Mario Marín, quien argumentó en el año 2006, casi de manera idéntica a esta ocasión, un arco sur que uniría el estado de México, Morelos y Puebla, atravesando todos los derechos de pueblos y sus tierras de labrantío y sustento (así como ancestrales comunidades del valle de Cholollan y de Atlixco). Nos dijo entonces a los cholultecas que el “progreso” estaba en puerta: se ampliaría la traza de la carretera federal, a cuatro cuadras del zócalo, sobre zona arqueológica importante, sin considerar un libramiento. Procedió después a implementar su proyecto de “modernidad” y “progreso” talando el bosque de árboles centenarios circundante y destruyendo subsuelo arqueológico con importantes vestigios del pos clásico de la cultura indígena del valle de Cholollan; y provocando hoy inundaciones y un caos vial en el centro de la ciudad. Supongo que el gobernador estimó que así los poblanos y cholultecas íbamos a llegar expeditos y sin obstáculos, en coche, al primer mundo: es decir, al aeropuerto de Huejotzingo.
Ahora llegaremos, con el gobernador Moreno Valle, expeditos también al centro de Convecciones en el cerro de Guadalupe y Loreto, a fiestas fastuosas producidas por Televisa quizás, porque allí planean también un estacionamiento para más de dos mil coches en aras de “modernizar” el entorno del sitio de la batalla que Ignacio Zaragoza libró en 1862 por la nación. ¿Dónde esta el “progreso” y dónde la “modernidad” en estos proyectos costosos al erario público en un estado que tiene a los cuatro municipios (con el agravante que están poblados por indígenas) entre los cien más pobres de todo México?
El espacio público (particularmente para un antropólogo, historiador urbanista o un investigador académico) es la casa propia y conlleva las mismas responsabilidades que si fuera nuestra casa particular: tenemos el mandato natural de cuidarlo, barrerlo y embellecerlo. Por eso, cuando historiadores y antropólogos nos enfrentamos a esta interpretación interesada de “modernización” y “progreso” procedemos a revisar los números, cotejamos los alcances y detectamos las leyes que violan para aterrizarlo. Deconstruyendo así palabras como “progreso” y “modernidad” con que califican y venden, casi siempre, solo despropósitos. Cuando proyectos (y no nada más carreteros y viales aunque son los más recurridos) “progresan” sobre bienes de la nación demandamos también al INAH que cumpla con su mandato constitucional que los obliga a resistir este canto de sirena de una clase política que usa todo el poder del estado para someter a los bienes de la nación a sus delirios y ambiciones personales. Del INAH, sin embargo, ya no esperamos mucho: sus directores y burócratas son nombrados por los poderes en turno y solo sus investigadores sindicalizados continúan honrando el mandato constitucional de guardianes de los bienes culturales de la nación. Así, en una reunión de trabajo con el delegado en Puebla y el arquitecto Arturo Balandrano, pudimos constatar que el INAH cuenta ya con burócratas especializados y experimentados en instrumentar las formas legales y técnicas que les permitan autorizar la entregar del patrimonio de la nación a los proyectos (y disparates) de cualquier político en turno. En esa conversación ríspida con el arquitecto Balandrano sobre el viaducto del gobernador Moreno Valle le tuvimos que señalar las inconsistencias de sus pobres argumentos y pedir se traslade al perímetro de la zona monumental protegida por donde avanza una constructora mientras él insistía en dialogar con el gobierno porque “aún” no estaba en violación de la zona monumental. La violación era más que evidente: era literalmente monumental porque cuatro torres de esa vía elevada, en ese mismo momento, se estaban colando para que pasen por encima de zona protegida hasta derramar tráfico vehicular sobre el centro histórico de Puebla. Y sin proyectos públicos y evaluados por impacto ambiental, ni permisos del Ayuntamiento ni del INAH. Cuando los burócratas pero llamados “funcionarios” del INAH rehusaron suspender la obra “hasta no concluya el diálogo con el gobierno” se negaron a sabiendas que la obra constructiva avanzaba, quizás irreversiblemente.
Decidimos abrir un foro abierto, con académicos y público en general, porque a pesar de nuestros escritos razonados en medios locales y nacionales nos dimos cuenta de que los orgullosos políticos y autores de este Viaducto en Puebla (incluyendo los encargados de obras públicas y del medio ambiente) no leen o no saben leer o no quieren leer nuestras inconformidades razonadas. El 10 de agosto nos reunimos en la Universidad Iberoamericana para presentar ponencias sobre la composición de suelos en esta zona; sobre el ruido y las perspectivas exponenciales de aumento del ruido especialmente en zona de hospitales; sobre el contenido histórico y arqueológico de la ribera del río San Francisco actualmente entubado; sobre las características hidrológicas y geológicas de la zona; sobre consideraciones antropológicas, es decir, culturales, que implican estas intervenciones en una ciudad patrimonial; sobre los datos duros del tránsito en la zona monumental; y más allá de nuestra conclusión que no se debe introducir más tráfico uni–vehicular en zona de monumentos como establece ya la norma de la ciudad queríamos que otros también consideren, si como ciudadanos y mexicanos, les parece ético invertir millones en el coche y no en las inequidades sociales de la ciudad y su patrimonio edificado.
El único político que asistió, debo agregar valientemente, fue el regidor (del PRD) de apellido Méndez. Más que ríspidamente nos dirigimos a él y denunciamos las falsas y deformantes informaciones que la regidora de ecología, Verónica Mastreta, venía externando públicamente (en redes sociales ella aseguró que vio el permiso del INAH para el viaducto) y le cuestionamos los permisos del Secretario de Obras Publicas del Ayuntamiento, quien sin atribuciones directas y sin permisos legales otorgó permisos extemporáneos para que el viaducto proceda a introducirse en zona monumental de Puebla. Le explicamos con datos y cifras de movilidad en la zona monumental de Puebla que esta obra millonaria se hace en favor de menos de 15 por ciento de todos los que transitan por zona monumental (porque son, como ellos los políticos, los que usan coches). Le abrumamos con fotos, datos de archivos, traza y estudios para explicarle como ese viaducto fractura la funcionalidad y la traza de la ciudad histórica. El regidor Méndez, como dicen en mi pueblo, aguantó vara y accedió llevar a Cabildo, al día siguiente, nuestra demanda de fincar responsabilidades. Y suspendimos el segundo día de ponencias del Foro porque entre una docena de profesores e investigadores redactamos, juntos, como conclusiones, una carta pública y tomamos la decisión de asistir a la reunión de Cabildo para asegurarnos que el regidor Méndez no se desviara de su mandato.
No sabemos si el regidor Méndez negoció este mandato con el alcalde pero suponemos que sí; ni si fue honesto el regidor panista que le segundó externando la necesidad de respetar las leyes o él solo jugó su papel político para proteger a su partido de actos de gobierno indebidos; pero nosotros escuchamos al regidor Méndez “posicionar” ¡qué termino! la ilegalidad de los permisos otorgados desde el ayuntamiento al Viaducto de Moreno Valle y a un regidor panista aludir a las leyes que protegen nuestra casa, la ciudad de Puebla. Un posicionamiento sin consecuencia legal (incluso para los infractores directos) pero que ha sido un reconocimiento público de un mal obrar del gobierno de la ciudad. Para ese momento nosotros habíamos aguantado horas de discursos e intervenciones mayormente absurdas de parte de todos los partidos políticos en ese Cabildo; muchas peroratas con pobres vocabularios y sin gramática también. Guardamos la compostura y las reglas protocolarias hasta que nos llegó la descalificación y el insulto de dos regidores panistas llamados Pedro Gutiérrez y Carlos Ibáñez. Anteriormente habíamos tenido que callar ante la descalificación de los policías que nos negaron la entrada al edificio y estuvimos largo tiempo constatando las sonrisas irónicas de regidores priistas que no representan a nadie sino solo a su partido y que solo estaban a la espera de la intervención del regidor Méndez para que el alcalde pagara, él solo, el costo político por estas obras de un gobernador que no respeta ni los atributos legales de ese alcalde sobre nuestra ciudad. Las crónicas de periodistas cuentan lo que sucedió después y todas han sido amables (no incurrimos nuca en “ilegalidad” sino solo interrumpimos un protocolo que permitió a dos regidores panistas insultarnos y que nos dejaba a nosotras solo la opción de callar). Estamos convencidos de que debemos llevar nuestra defensa de Puebla a todos los foros que se nos han abierto (en Puebla, México DF y el extranjero). Y les pudo parecer de risa a algunos cuando en Cabildo les dijimos que la historia los juzgará; o les pareció “intransigencia” de nuestra parte a los empleados de estas obras viales del gobernador cuando no quisimos validar ni el trato ni sus pobres argumentos. Pero para nosotros, el juicio de la historia es una sentencia que vale. La única que vale.
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