¿Por qué pedir la anulación de las
elecciones?
Márgara Millán
Anular las elecciones es la única forma de
recuperar la confianza en la democracia electoral y en las instituciones. Si no
pedimos que se anule un proceso teñido de inequidad, corruptelas, uso de dinero
público para comprar votos, coacción del voto a través de la autoridad
laboral, alianzas millonarias con empresas, televisoras y encuestadoras para
construir la percepción de ventaja de un candidato, todo ello como mecanismos naturales de
las reglas del juego electoral; si no exigimos que se anulen unas elecciones
donde el que tiene más dinero es el que tiene más votos, entonces estaríamos
consintiendo que ése es el único juego electoral posible y la única forma de
institucionalidad; que la cultura política de nuestro país sólo puede ser clientelar
y formar electores que se venden y no ciudadanos que se informan; que la
elección no es un acto libre, informado y razonado de la ciudadanía, sino que
aprovecha, reproduce y manipula la pobreza y la desinformación de la gente,
enajenando su voto por unos cuantos pesos, bolsas de cemento, carne para asar,
tarjetas prepago de Soriana o rifas de electrodomésticos. Si no se anulan estas
elecciones y aceptamos sin chistar, estaríamos reduciendo a eso el momento más
importante de la pobre democracia mexicana.
No fue suficiente comprar el largo proceso de construcción del
candidato y posicionarlo como ganador de los comicios a priori mediante
un espectáculo que incluyó redes para contabilizar votos. No bastó, hubo que
dar continuidad a esta estrategia en el momento mismo de la elección: las
inconsistencias del PREP (casillas donde sólo había 400 boletas y aparecen 600
en favor del PRI, casillas donde se anula por ilegible las boletas
tachadas después de ser votadas por el PRD, casillas donde se rasura el
resultado sistemáticamente contra el PRD). Y qué decir de la violencia, los
amagos de los golpeadores priístas, los niños fungiendo como controladores del
voto… Por qué pasar por alto la propaganda del Partido Verde el mero día de la
elección mediante teléfonos celulares o la carita de Peña Nieto y sus
cartas dirigidas con nombre y apellido a todos los investigadores del SNI…
Aun a quienes pensamos, y somos muchos, que
el horizonte electoral no puede ser el único momento de la participación
ciudadana, que ésta tiene que organizarse y crecer para proponer y gestionar
las transformaciones nacionales, nos indigna la farsa electoral, el golpe
mediático, la burla, la mentira y el cinismo con que estas elecciones, en su
exceso, muestran los límites del sistema electoral mexicano. En ese contexto,
tenemos que hacer visible lo que hay atrás de cada uno de los 3 millones de
votos que dan ventaja al PRI: fue la maquinaria corporativa, clientelar y
corrupta; fueron los miles de millones de pesos de origen inexplicable o
sustraídos del presupuesto público lo que sostuvo su trabajo hormiga para
acarrear, comprar y fiscalizar. Votos fraudulentos que hacen inaceptables los
resultados de esta elección.
¿Que si nunca se han anulado las elecciones
presidenciales en nuestro país? ¿Que si el Trife nunca hará algo semejante? Y
si no empezamos hoy a demandar lo que creemos justo, lo que tendría que hacerse
en un país donde las instituciones cumplieran con su trabajo, ¿Cuándo? ¿Cuándo
denunciar una práctica que compromete a todo el sistema electoral mexicano y
sus partidos?
En respuesta a la obscenidad y descaro de los
acontecimientos irregulares del proceso electoral y a su conversión
mediática acompasada por las declaraciones del IFE (fue una jornada electoral
ejemplar), se expresa gente de todas las edades y grupos sociales, y con fuerza
la juventud se manifiesta, denuncia, devela los hechos, los documenta. No sólo
toma las calles sino que organiza la vigilancia electoral. El
Informe General de la Cobertura Electoral #Yo Soy 132 es un invaluable
trabajo hecho por la mera convicción juvenil de que en este país aún es posible
sostenerse en y por ideales.Mil 100 reportes recibidos hasta la fecha. De esa
cantidad total, hasta el martes 3 de julio contábamos con 635 reportes
ciudadanos, de los cuales 325 corresponden a compra de votos,
credenciales, fotocopias de credenciales y claves de elector; 131 corresponden
a irregularidades sucedidas en la casilla; 123 se refieren a propaganda en la
veda electoral; así como 56 pertenecientes a otras subcategorías. Del total de
reportes sistematizados, 96 por ciento corresponde a delitos cometidos por el
Partido Revolucionario Institucional, mientras que el restante se divide en
casos correspondientes a otros actores identificados con funcionarios de
casilla u otros actores. En todos los estados se reprodujo la misma mecánica.
Demandar la anulación de las elecciones es un
principio y no el fin de este proceso; un principio congruente con los
supuestos del mismo proceso aceptados en un pacto de civilidad por
todos los contendientes: transparencia, democracia, equidad, libertad.
Hoy nos toca exigir la anulación de las
elecciones. Estamos todas, de la Red de feminismos descoloniales, de acuerdo en
hacerle a esta idea un espacio en lo posible, indignarnos ante la fiesta
de la inequidad y de la transa. Para que la democracia electoral siga siendo
una opción social, y para las nuevas generaciones, tenemos que recuperar la
institucionalidad y anular este proceso marcado por la herencia y la
exacerbación de las peores prácticas clientelares de la dinosáurica experiencia
priísta, hoy renovada por los canales televisivos y sus comentadorespolíticos
que convierten todo en espectáculo.
La imposición sólo sucede si nos damos por
vencidos
Artistas aliados #Yo Soy 132
Si no ardemos todos juntos ¿quién iluminará esta oscuridad?
#Yo soy 132
Artistas aliados #Yo Soy 132
Si no ardemos todos juntos ¿quién iluminará esta oscuridad?
#Yo soy 132
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