Las Olimpíadas, un
regalo a la oligarquía
Guillermo Fabela
Quiñones
Apuntes
Es alentador que no decaiga, sino al contrario, el descontento ciudadano por el
afán de imponer a Enrique Peña Nieto en la presidencia de la República. Esto
demuestra que a pesar de las campañas mediáticas para inmovilizar a la sociedad
y convencerla de que ya es un hecho consumado el “triunfo” del representante de
la oligarquía, cientos de miles consideran que aún falta un buen trecho para
que el PRI sea declarado vencedor en la contienda electoral.
Por tercer fin de semana consecutivo, población preocupada por el futuro del
país, salió a manifestar su repudio a la imposición largamente anunciada, hecho
revelador de que la juventud concientizada logró en poco tiempo imbuir en el
ánimo de la ciudadanía la convicción de que la democracia se consigue luchando.
Hubo manifestaciones en treinta ciudades del país, todas pacíficas y con el
único propósito de patentizar el repudio a una acción antidemocrática que no
encaja en el México del siglo veintiuno. El grupo en el poder le apuesta al
cansancio de la gente, de aquí a septiembre, para salirse con la suya y así
empezar un nuevo periodo histórico de corte nazi-fascista en los hechos, aunque
con fachada “democrática” para consumo externo. Lo único que podrá impedirlo
será que en vez de cansancio haya cada día más entusiasmo por participar y
frenar lo que sería un golpe de Estado técnico, que aseguraría el ejercicio del
poder para una minoría por un lapso indefinido, que desearía se prolongara
varias décadas.
Por eso le vendrá como anillo al dedo, a la oligarquía, la olimpiada de Londres
que comienza el jueves 25. La gran mayoría de medios de información, sobre todo
los electrónicos, aprovecharán el acontecimiento para hipnotizar al auditorio
cautivo con los eventos deportivos, situación que servirá para tratar de desactivar
la militancia ciudadana en contra de la imposición de Peña Nieto. Evitarlo es
un deber cívico trascendental, con acciones y estrategias que los jóvenes
seguramente podrán poner en marcha, con auxilio de las redes sociales.
Es preciso que no sea mellado el sentimiento colectivo en contra de la
imposición, sino al contrario, para evitarle mayores sufrimientos a la nación
en los meses y años venideros, cuando la hecatombe creada por el neoliberalismo
se manifieste en la mayor parte del planeta.
A la oligarquía, a los salinistas, no les preocupa en absoluto el futuro de
México, de ahí su firmeza para consumar un nuevo atraco electoral, cuyas
consecuencias serían desastrosas para la sociedad en su conjunto. Consideran
que este es el momento idóneo para llevar a sus últimas consecuencias un modelo
económico que les ha brindado extraordinarios beneficios, sin ponerse a pensar
que lograrlo ha tenido costos sociales también muy dramáticos. Esto no les
importa, por eso no tienen empacho en poner en grave riesgo la gobernabilidad
del país imponiendo en la primera magistratura a un pelele sin pizca de
compromiso con la nación.
Es preciso que la gente entienda esta situación para que no se deje embaucar
por la televisión, ni mucho menos crea la propaganda insidiosa en contra de
Andrés Manuel López Obrador. El verdadero peligro para México, está plenamente
comprobado por los hechos, lo representa una oligarquía rapaz aliada a
intereses extranjeros que sólo buscan depredar el territorio nacional sin
ninguna limitación, así como una clase política reaccionaria que se vende al
mejor postor, que regresaría al poder con nuevos bríos, con el único propósito
de medrar hasta donde lo permitan sus capacidades y su propia voracidad.
Esta clase política considera que tiene méritos suficientes para depredar a la
nación, toda vez que durante dos sexenios estuvo fuera del poder. Le prestó al
PAN en ese lapso la silla presidencial, ahora pretende recuperar el tiempo
perdido, por eso la cúpula salinista escogió a Peña Nieto para hacerse “cargo”
del Ejecutivo, pues forma parte de un grupo, el de Atlacomulco, que ha buscado
el poder por un largo tiempo, y considera como un acto de justicia alcanzarlo.
Son de sobra conocidos los lazos de Carlos Salinas con los más conspicuos
representantes de dicho grupo, de ahí que desde hace seis años hayan decidido
llegar a Los Pinos, al precio que sea y sin importar las consecuencias.
Evitarlo será posible en la medida que la ciudadanía mantenga vivo su interés
en luchar pacíficamente por el futuro democrático de México. No hay que perder
de vista que de esta lucha dependerá el futuro de las nuevas generaciones. La
disyuntiva es muy clara: o vivir en una dictadura al estilo pinochetista, con
los salinistas en el poder; o abrir las puertas a la democracia, impidiendo se
consume una imposición absolutamente ilegal e injusta. Son los responsables de
velar por la institucionalidad del país quienes están actuando en contra. Así
lo habrá de registrar la Historia.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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