Antidoping electoral
Ricardo Monreal Avila
La política y el deporte tienen muchas similitudes. Por eso, ahora que están
por iniciar las Olimpiadas 2012 en Londres, es importante recordar una de las
prácticas más comunes y sancionadas en estas justas deportivas: el dopaje o
doping.
“La Agencia Mundial Antidopaje define el dopaje o doping como la violación de
cualquiera de estas reglas:
1.- La presencia de una sustancia prohibida, sus metabolitos o marcadores, en
el cuerpo de un atleta.
2.- El uso, o intento de uso, de una sustancia o método prohibidos.
3.- Rehusarse a suministrar una muestra, no hacerlo sin causa justificada, o
evadir de cualquier modo la recolección de muestras.
4.- No estar disponible para las pruebas fuera de competición, no presentar los
papeles debidos, o no indicar dónde se encuentra en todo momento (en tres
ocasiones a lo largo de 18 meses).
5.- Hacer trampa, o intentar hacer trampa de cualquier forma durante los
controles.
6.- La posesión de sustancias prohibidas o de métodos prohibidos.
7.- La compraventa o intento de compraventa de sustancias prohibidas o de
métodos prohibidos.
8.- Administrar o intentar administrar sustancias o métodos prohibidos a un
atleta, o ayudar, alentar, asistir, encubrir o entrar en cualquier tipo de
complicidad que involucre una violación o intento de violación de una regla
antidopaje.
“No se sabe a ciencia cierta de dónde proviene la palabra doping, unos la
asocian a una antigua palabra inglesa “dope”, que era como una pasta o grasa
lubricante, aunque hoy el término se usa como genérico de droga” (Enciclopedia
Británica).
Participar dopado es el delito más castigado en las justas deportivas. La
historia registra una centena de deportistas olímpicos o de alto rendimiento
que han sido sancionados ejemplarmente por incrementar de manera fraudulenta su
desempeño deportivo y buscar ganar la competencia de manera tramposa y hasta
dolosa.
Desde Ben Johnson y Marion Jones, hasta Juana Arrendel y Justin Gatlin, uno a
uno estos competidores olímpicos fueron despojados de sus medallas de oro
después de haberse comprobado que corrieron dopados para obtener una ventaja
ilegal e ilegítima.
Esteroides, estimulantes, analgésicos narcóticos, betabloqueantes, clembuterol
y diuréticos son sólo algunas de las sustancias más conocidas que se utilizan
en el doping, pero “el Comité Olímpico Internacional ha confeccionado una lista
de unas cien drogas prohibidas. El problema es que, tan pronto como se prohíbe
una de ellas o se desarrollan métodos para detectar su presencia, equipos
enteros de médicos y químicos comienzan a trabajar para producir otras. No
obstante, todavía existen otros recursos mediante los que los deportistas
tratan de mejorar su rendimiento de manera fraudulenta. A fin de aumentar su
flotabilidad, algunos nadadores se han hecho llenar los intestinos de gas helio.
“Muchos deportistas han admitido haber recibido transfusiones de sangre para
mejorar su rendimiento. Según algunos, la transfusión de sus propios glóbulos
rojos mejora el aporte de oxígeno a todas las partes del cuerpo, incluidos los
músculos. La prensa ha revelado recientemente que algunas atletas han utilizado
el embarazo como una forma de dopaje. Las embarazadas experimentan un aumento
de volumen sanguíneo, lo cual, a su vez, incrementa el aporte de oxígeno a los
músculos. Algunas atletas, en especial las que participan en deportes que
requieren una gran fuerza física, se han aprovechado de las etapas iniciales
del embarazo para mejorar su rendimiento, y, después de la competición, han
abortado.
“En culturismo de alta competición suele ser habitual el dopaje prohormonal.
Sus variados efectos secundarios, pueden abarcar cambios fisiológicos,
psicológicos y físicos considerables” (Wikipedia).
Hasta ahora, la droga o sustancia prohibida más utilizada en política para
ganar de manera fraudulenta una competencia ha sido el dinero. Por ello, en
todas partes, se le pone la lupa a los gastos y al origen de los recursos de
una campaña electoral. El dinero es el esteroide más utilizado para incrementar
la masa muscular, la fuerza y el “carisma” de un político en una justa
electoral.
El Estado de México es una de las entidades en que históricamente se registra
un mayor número de impugnaciones por rebase de topes de campaña, es decir, de
dopaje por dinero, en elecciones locales y federales. Es tan recurrente el fenómeno
que, de hecho, la legislación electoral local es de las pocas que contemplan
esta infracción como causal de nulidad de la elección. Pero también, es de las
más laxas en la aplicación de este criterio. Por ejemplo, en la elección de
gobernador del año pasado, después de comprobar que el candidato del PRI gastó
más del doble del dinero permitido, lo único que se obtuvo fue una multa por 26
mil 900 pesos, por una infracción menor y distinta: “acto anticipado de
campaña”.
El sello de las distintas campañas que ha realizado el candidato Peña Nieto
(diputado local, gobernador y presidente), ha sido el dinero a manos llenas,
sin límite alguno. Sin duda posee otros atributos políticos personales de
manera natural, pero la marca que más sobresale es el de la numismática
electoral. Con oro ha ganado sus medallas de oro, siguiendo tal vez aquel
consejo del profesor Carlos Hank, fundador del Grupo Atlacomulco: “en política,
lo que se compra con dinero es barato”.
Si se aplicara un antidoping electoral con estándares olímpicos a la campaña
presidencial del PRI, por cualquiera de las vías que se utilizan actualmente
(sangre, orina, saliva, sudor y hasta lágrimas), el resultado daría positivo a
una intensa y densa combinación de níquel, cobre, plata y, por supuesto, Monex.
La consecuencia de este dopaje o fraude tendría que ser también olímpica: la
anulación de la competencia y el retiro de la medalla de oro. Así actuaban los
dioses griegos del Olimpo. Así lo hacen desde hace décadas los jueces de las
Olimpiadas y así podrán actuar los jueces justos en Londres y en México.
En su defensa, el corredor impugnado acusa del mismo delito (dopaje por dinero)
a los competidores restantes. Con ello, busca salvarse. Sin embargo, su
señalamiento apuntala aún más la necesidad de reponer la elección: si todos la
ensuciaron, que todos la paguen y la limpien.
Hasta ahora las anulaciones por dopaje no han afectado en lo absoluto a las
Olimpiadas. Al contrario, fortalecen su credibilidad y legitimidad. Tal vez es
lo que necesita la novel democracia electoral mexicana: una sanción ejemplar
para eliminar de una vez por todas esa sustancia tóxica recurrente que es el
dinero ilegal e ilegítimo en las campañas políticas.
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
Twitter: @ricardomonreala
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario