Incluso por cuestión de
inteligencia para el imperio vecino...
María Teresa Jardí
Es claro que a los yanquis les interesa que el dinero del narcotráfico llegue
lavado a manos de su sistema financiero. Pero son tiempos electorales también
allende El Bravo y Obama no las tiene todas consigo, porque el color de su piel
ha dejado de ser el plus que era antes de que quedará clara su alma de
Ku-Klux-Klan (KKK) blanco. Además de que es obvio que los bancos deben ser más
discretos en su función lavadora del dinero del narcotráfico y otros delitos,
convertidos en los capos del negocio que significa el tolerado crimen
organizado: robo y venta de autos, trata de blancas, casinos, medicinas
controladas, siembra de transgénicos, venta de comida chatarra...
Más allá de que estén también los yanquis estirando la cuerda ante las dos
posturas que es evidente que deben debatirse entre la clase política del
impresentable imperio que nos tocó en el reparto de bienes como mal vecino. Lo
que ha servido para anular los muchos bienes buenos que los mexicanos habíamos
recibido también. Anulado, hay que decirlo, en el momento en que la envidia a
los corruptos se convirtió en forma de vida para el pueblo mexicano.
Dos posturas sí deben tener los yanquis como salta a la vista. A los que mandan
me refiero y no al pueblo que importa menos quizá que el nuestro, convertido en
demente, que mata porque sí, porque se le hizo creer que los yanquis pueden
matar a quien quieran y cualquier pirado un buen día deja un reguero de sangre
hasta en un cine donde se exhibe una película donde los héroes no son lo que
parecen. Yo también prefiero al Guasón.
Dos posturas de entrada, sí, saltan a la vista. La de los que se suman a
Calderón en la búsqueda de hacer estallar a algún grupo guerrillero para
intervenir del todo en nuestro país, con sus marines incluidos, tomando el
control de Ejército nacional y de la Marina, a la que, a pesar de su
entreguismo, también han desprestigiado evidenciándola con las mentiras
sopladas al oído.
Y la posición de los que deben preferir que las cosas sigan más o menos como
están establecidas, en aras de no sufrir la avalancha de refugiados políticos
que, huyendo de la represión de entrada al país vecino, acudirán buscando
asilo. Amén de que también saben que no pueden descargar esa avalancha sobre
Europa debido a las condiciones impuestas en la zona del euro, que de la
bonanza ha pasado a ser expulsadora también de los suyos, en particular del
país antaño generoso para los mexicanos, por cuestiones de reciprocidad
incluso, como era España, hoy camino de repetir la historia a la mexicana.
Y probablemente ahí es donde debieran estar cabildeando los emisarios reales de
AMLO. Ni un perredista, por el amor de Dios, bien podría decirse, tan traidores
que han resultado todos ellos.
Gracia y los otros pensantes que refugiados en el PT no supieron ver, como no
lo hizo tampoco AMLO, que al no deslindarse Andrés Manuel del PRD, tan
siniestro como era el PST, el voto, por el Peje, a quien iba a favorecer, como
sucedió, era al PRD. Somos millones los que estamos del lado de la ilegalidad y
en contra de la impostura del cndidato proveniente de un partido que no debe
regresar a Los Pinos, incluso por su manifiesta imposibilidad de enterarse del
porqué había salido de ese lugar. Somos muchos millones y tenemos la razón sin
la menor de las dudas. Pero no es cualquier cosa enfrentar la telecracia que se
apuntó la puntada de dar un golpe de Estado en vivo y en directo, sabedora de
que la impunidad es aquí lo único que impera como certeza de muerte para los
mexicanos.
Miles en la calle, que sólo no ve la telecracia mexicana, pero que sí se ven en
el resto del mundo, despiertan la esperanza de que se puede lograr el cambio.
Pero no estaría nada mal que se nos diera una ayudadita desde allende el Bravo
para obligar a los magistrados a modo a dictaminar conforme a derecho,
invalidando la elección comprada, quizá, con dinero del narcotráfico, en la
búsqueda, desesperada, por parte de la telecracia de imponer a un ignorante al
frente del Ejecutivo federal para quedarse la telebasura como el único poder
político a la mexicana.
Incluso por cuestión de inteligencia para el imperio vecino, que tampoco es lo
que parece ni las tiene todas consigo.
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