Nadie debió volver a
verlas
María Teresa Jardí
El poder enloquece. Más allá de que justo cuando el mundo pide de regreso al
marxismo y todo parece indicar que, tarde, Cuba decide sumarse al capitalismo,
es incompresible que se detenga gente en el funeral de un opositor muerto,
además, como todo indica, en un accidente. El poder enloquece también a los
inteligentes. Pero a los idiotas los convierte en monstruos y eso es lo que
intuye el pueblo mexicano que va a suceder con Peña si logran los magistrados a
modo “que no se van a dejar intimidar por los millones de mexicanos que a Peña,
entre otras cosas, por la corrupción exhibida, no quieran como gobernante”.
Millones, que los magistrados no ven ni escuchan porque han sido comprados para
despreciar al pueblo que los mantiene como si fueran el Papa católico que desde
el Vaticano lleno de riquezas se conduele por los cientos de pobres que mueren
de hambre cada día en África.
Así está el mundo y en mal momento México se enfrenta a la tragedia que va a
sumirlo en el infierno de la represión generalizada de concretarse, con la
imposición hecha por el TRIFE, el golpe de Estado dado por las televisoras en
vivo y en directo para que se enterara el mundo, desde el 1 de julio pasado, de
que en México quien manda es la telecracia.
El dinero es el dinero y a los yanquis tampoco les interesa que su sociedad sea
sana y el recurso que encuentran para enfrentarse a los que pirados un buen día
se levantan y matan, lo mismo en una escuela que un cine, es permitir que la
gente se mantenga armada desde que se levanta de la cama, porque no vaya a ser
que el hijo se despierte y los asesine en la ducha.
Efectivamente, Xóchitl Gálvez no debe ser acusada de lo que quiera que haya
hecho su hermana. Así está estipulado en las leyes donde nadie se ubica ni por
encima ni por debajo de la justicia. Pero los políticos a la mexicana han
perdido el derecho a no despertar suspicacias de que el secuestro, como las
guarderías subrogadas, haya pasado de la policía, como su particular negocio, a
los familiares de las mafias políticas.
México ha dejado de ser un país creíble. Lo único que le faltaba era el golpe
dado por la telebasura. Y más les valdría a los que mandan poner bozales a los
porros que lo mismo en el Poder Ejecutivo, que en el Legislativo, que en el
Judicial hoy despachan.
Se equivocó Sicilia. Su golpeteo a AMLO, sobraba. Debió saber, inteligente que
es, que eso no iba a garantizar la Ley de Víctimas. El golpe al Estado dado a
la Corte por Zedillo garantizaba el apoyo a los victimarios. Imposible una ley
de víctimas donde el pueblo entero es víctima de la delincuencia organizada
desde el poder.
Si de lavar dinero se trata, México es el paraíso. Si de trata de blancas, en
México está el negocio. Si de narcotráfico: de aquí le exportamos al mundo los
cárteles y les convertimos a los capos en los ricos del mundo. La comida
chatarra que en el mundo ya no se quiere, aquí es bienvenida para envenenar a
los que se pueda como parte de la limpia de pobres que también son envenenados
por la Bimbo y por la Coca-Cola.
Tan fácil que habría sido obligar al candidato ignorante a decir que todo
cambiaría. Que su compromiso era con el pueblo al que le pararía la guerra con
la que se lo masacra. Que de inmediato enviaría al Congreso el cambio en las
leyes para permitir la revocación del mandato. Que...
Lo que se debió hacer luego del fraude con el que también se impuso a Salinas.
Pero para eso debimos en ese momento todos convertir el televisor en pecera. De
haberlo hecho así, quizá, México habría tenido una salida. No es suficiente con
no ver las Olimpiadas en Televisa ni en TV Azteca. Luego del 68 nadie en el
mundo, no se diga en México, debió volver a verlas.
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