Miguel Ángel Granados Chapa
Si me viera obligado a elegir uno solo de entre el manantial de
conceptos de Miguel Ángel Granados Chapa, me quedaba con este expresado
cuando recibió la medalla Belisario Domínguez: “Reconstruyamos la casa
que nos albergue a todos o erijámosla si es que nunca la hemos tenido”.
Y es que nadie hasta ahora había podido resumir en tan pocas palabras la
compleja urgencia histórica que enfrenta el país en un gigantesco
desafío común.
No obstante, el autor de Plaza Pública se dijo confiado en que “la
energía social de los mexicanos es capaz de enfrentar esas adversidades
con fortuna, sobre todo si utiliza nuevos instrumentos o de modo
diferente emplea aquellos de que la república se dotó desde la hora de
su fundación”. Aunque para ello estableció que “es imprescindible hoy
restaurar las bases de la convivencia, del acuerdo en lo fundamental…
necesitamos identificar propósitos comunes impulsados desde la
diferencia; necesitamos saber, y obrar en consecuencia, que los
distintos, los otros, no son por ello peligrosos; necesitamos saber que
no son enemigos, sino, acaso, adversarios”.
Luego, el también amigo fraterno habría de concluir con un llamado
emocionante: “cada quien desde su sitio, sin perder sus convicciones,
pero sin convertirlas en dogma que impidan el diálogo, evitemos que
nuestra sociedad se disuelva”.
Creo que Miguel Ángel sintetizaba así 40 años de ejercicio periodístico
y más de tres décadas de la aparición de su columna Plaza Pública. Un
tercio de siglo en el que libró una consistente y admirable batalla por
las mejores causas que podamos darnos los seres humanos: la honradez, la
justicia, la lealtad, la solidaridad, la transparencia y la democracia.
Un periodo decisorio en la vida de este país, que cronicó con
puntualidad y compromiso: gravísimos conflictos políticos, disputados
procesos electorales, guerras sucias, represiones sangrientas,
alzamientos e insurrecciones, cambios de gobierno, surgimiento de nuevas
instituciones, avances y retrocesos. Y, en suma, uno de los periodos más
convulsos y apasionantes que pueda testimoniar un periodista. Sobre todo
como él, que ofrendó su vida al servicio de sus lectores y escuchas con
un ánimo y una convicción a toda prueba, hasta el último momento y hasta
sus últimas líneas en las que usa precisamente esa palabra: “Esta es la
última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”.
Correspondiendo al espíritu de su Plaza Pública de espacio abierto y de
participación popular, Granados Chapa supo mantener —inusitadamente— su
columna siempre atenta a los grandes temas nacionales. Pero
extraordinariamente sensible a los reclamos de los más vulnerables, de
los que menos tienen, de los olvidados. Conmueve, pues, su permanente
sensibilidad y oído que con frecuencia lo convirtieron en la voz de los
“sin voz”, a veces hasta con ternura infinita.
Fue, en cambio, implacable con quienes ostentan el poder. De los
presidentes pa’ bajo, no hay abusivo o prepotente que no haya sido
sujeto de la crítica descarnada de Granados Chapa. Desde su trinchera,
lo mismo señalando que denunciando —y a veces hasta reconociendo—
construyó una credibilidad a toda prueba, que es el bien más preciado
para cualquier comunicador.
Con todos estos atributos de honestidad, compromiso y entrega, llama
además la atención su dominio magistral en el imperio de las palabras.
Granados Chapa siempre encontró los sustantivos y adjetivos precisos
para poner a cada quien en el lugar que le correspondía. Para
describirnos con emoción, sin desbordes, los momentos más dramáticos.
Con una gran lucidez y un estilo tan propio que su columna hubiera sido
inconfundible aunque no la firmase. Pero aun en las más implacables
críticas Miguel Ángel no recurrió nunca a la ofensa, la burla y la
diatriba. No las necesitó. Sólo requirió de los términos exactos. Como
que siempre supo de qué y para qué están hechas las palabras.
Además, fue un ejemplo poco común de congruencia ante cámaras y
micrófonos. Siempre habló como escribió y pensó. Eso para mí fue un
feliz testimonio durante ocho años de nuestro programa Encuentro,
siempre con Virgilio Caballero y relevándose el cuarteto Javier
Solórzano, Lorenzo Meyer, José Antonio Crespo y John Ackerman. Todos
bajo el magisterio de un Miguel Ángel Granados Chapa que se nos queda
para siempre.
ddn_rocha@hotmail.comTwitter:@RicardoRocha_MXFacebook: Ricardo
Rocha-Detrás de la Noticia
Periodista
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