Rogelio Ramírez de la O
Europa atrapada, México estancado
Pocas cosas ilustran mejor el cambio de paradigma mundial ocurrido en
años recientes como las expresiones del ex canciller alemán Helmut Kohl
respecto a la actual canciller, Angela Merkel, ambos demócratas
cristianos, ambos conservadores y ambos a la cabeza de un país con gran
fuerza económica. Según citas atribuidas a Kohl, Angela Merkel “está
destruyendo mi Europa”, refiriéndose a las vacilaciones y omisiones para
el rescate de la periferia europea.
Como otros líderes, Kohl no advierte que ha habido un cambio de
paradigma, más que el deseo de destruir a la zona euro. Siendo un
impulsor clave del euro y de la ampliación de la Unión Europea en los
90, pensó que la globalización no tenía fin y que la integración entre
países llevaría a la convergencia de sus economías y sociedades. Merkel,
en cambio, tiene la visión de hoy: la falta de convergencia, los grandes
desequilibrios entre miembros de la unión y los costos imposibles de
pagar para el rescate de la periferia.
Las cifras actualizadas en un documento confidencial de la Comisión
Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central
Europeo, son que Grecia consumiría apoyos mucho mayores a los 110 mil
millones de euros concedidos en 2010 y los 109 mil millones que hoy
están por aprobarse. Bajo un escenario desfavorable, Grecia podría
requerir 440 mil millones hasta el fin de la década.
Así, Europa está atrapada. Alemania y Francia no pueden dar mucho más
apoyo a Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia sin dañar su propia
viabilidad financiera. Por eso están tratando de apalancar el fondo de
rescate existente, de obtener más recursos del FMI y de que los
tenedores de bonos tomen parte de la pérdida. No deberíamos esperar
mucho de estas medidas, aún por detallarse.
Las diferencias entre Kohl y Merkel no son por ideología, sino porque el
mundo cambió. La actual generación está más preocupada con la situación
en su propio país que con la integración de Europa.
México también presenta los síntomas de agotamiento de un régimen en el
que el PRI y el PAN se alternaron la misión de hacer de un bajo déficit
fiscal el principal objetivo. Por eso el crecimiento económico ha sido
raquítico.
Sólo como una parte del cambio de régimen que se requiere debe
reformularse la regla, haciendo que el crecimiento sea el objetivo y el
déficit fiscal tan sólo una restricción. Las cosas mejorarían mucho,
pues en lugar de que el gobierno deje que el gasto público crezca
inercialmente y que los ingresos se desperdicien, estaría obligado a
dedicarlos a la inversión.
Es más, si el ingreso petrolero no aumentara, el objetivo del
crecimiento obligaría a reducir el gasto corriente para aumentar la
inversión. Indirectamente, y en contraste con el actual régimen, esto
llevaría a atacar la corrupción y la ineficiencia en la burocracia y en
los contratos públicos, pues con recursos escasos la eficiencia de la
inversión sería primordial y el objetivo estaría comprometido con la
sociedad.
Es cierto que hay factores que influyen en el crecimiento y que están
fuera de control de los gobiernos. Pero eso no impide que el crecimiento
reciba la máxima prioridad bajo un régimen distinto. Sólo así aumentaría
la inversión privada, una vez que el gobierno inicie una etapa de
aumento de inversión pública y apertura de nuevas oportunidades de negocio.
Como Europa, México también enfrenta decisiones difíciles, pues debe
efectuar un cambio profundo de régimen hacia un nuevo objetivo y
necesita tomar muchas medidas para darle sustento, en campos como el
agrícola, la energía y la industria. Pero no tiene opción; si no lo
hace, seguirá estancado.
rograo@gmail.com
Analista económico
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