Las promesas y el proyecto
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Es muy clara la encrucijada en que se encuentra México en la actualidad, ante la crisis generalizada del pacto social surgido luego del triunfo de las fuerzas constitucionalistas en 1916. Una vía es la trazada por los tecnócratas neoliberales, que habría de profundizar Enrique Peña Nieto; la otra es la que urge implantar para dar cauce a un nuevo pacto social incluyente, que genere expectativas reales de progreso compartido. Se trata de la versión moderna del conflicto que en el siglo diecinueve protagonizaron liberales y conservadores, que acabó siendo ganado por los primeros, gracias al liderazgo de ese gran mexicano que fue el presidente Benito Juárez.
Las declaraciones del ex gobernador mexiquense al diario londinense “Financial Times”, revelan sus verdaderas intenciones y su firme compromiso con las fuerzas conservadoras, la oligarquía que se resiste ferozmente a que la nación se modernice y tome un rumbo acorde con las expectativas de una población excluida y ajena al proceso de desarrollo neoliberal. Aun cuando aclarara que no se trata de una promesa de campaña, su dicho de que estaría dispuesto a garantizar una mayor apertura de Pemex a la inversión privada, quedará como tal, en espera de que le gane más apoyos de la elite financiera mundial y pueda llegar a Los Pinos con más holgura.
Con todo, el fondo del problema en este momento, ante la crisis generalizada del sistema político y de la política económica producto del neoliberalismo, no es la falta de inversiones extranjeras en el aparato productivo nacional, sino el peligro real de que la crisis estalle en un caos del que no sea fácil salir, sin tener que recurrir a la fuerza del Estado, para esa etapa convertido en una dictadura arropada enteramente por las tropas y los cuerpos policíacos. Por las declaraciones de Peña Nieto al periódico británico, es evidente que buena parte de la elite oligárquica no ha entendido, o no lo quiere hacer, que continuar por la ruta trazada por Carlos Salinas hace ya casi tres décadas es absolutamente inviable.
Es la misma actitud de los conservadores decimonónicos, que pese a las muchas evidencias, se obstinaron en su proyecto excluyente y retrógrado hasta el final, no dejando otra salida que la lucha armada para sacarlos de su error. Esperemos que no sea el caso en la actualidad, aunque para ello es preciso no quedarse con los brazos cruzados, en espera de que esa elite recapacite y actúe con sensatez y patriotismo. Seguramente no lo hará, pero se puede y debe influir en su actitud a fin de que no estire la cuerda hasta el extremo de reventarla. El mejor modo de hacerlo es cerrando filas la izquierda y las fuerzas democráticas en torno al proyecto emancipador y progresista que, dadas las circunstancias, sólo puede encabezar Andrés Manuel López Obrador, porque para eso ha trabajado incansablemente desde hace más de diez años.
Esto no significa que no haya otros personajes con capacidad para hacerlo, sino que en el contexto de la crisis en que nos encontramos, quien puede liderar la marcha por el cambio de régimen y por la vigencia del Estado de derecho, que abra paso a un nuevo pacto social, es precisamente el político tabasqueño. Esto porque es el único que no tiene compromisos que lo pudieran atar a la oligarquía, de modo que fuera nulificado como protagonista del cambio. Por eso es fundamental que la izquierda llegara unida a la contienda electoral del 2012, pues eso sería un buen comienzo para alcanzar la meta trazada sin tener que recurrir a componendas espurias que dieran al traste con el proyecto reivindicador.
Los conservadores y la derecha lo saben y están trabajando para hacer abortar la unidad de la izquierda, tal como se advierte por los jaloneos en las filas del PRD a unas horas de que se ponga en marcha el proceso interno para renovar los órganos directivos del partido. A ello se refirió la coordinadora de la corriente Foro Nuevo Sol, Hortensia Aragón, al plantear la posibilidad de que organizaciones vinculadas al PAN y al PRI intenten “reventar” el proceso, con el propósito de “de dar un pretexto a las grandes televisoras para lastimar la imagen del PRD”. Claro está que así como están las cosas, no se necesita mucho para ensuciar aún más al partido del sol azteca.
Por otro lado, falta saber qué camino va a tomar el partido tricolor si no hay posibilidad de evitar la candidatura de Peña Nieto, como parece ser el caso. ¿Estaría dispuesto Manlio Fabio Beltrones a renunciar a su militancia, para obligar a un replanteamiento del proyecto, que convenga más a los intereses de los militantes y no sólo a los de los tecnócratas neoliberales al servicio de la oligarquía? No le quedaría otra alternativa para seguir vigente en la vida política nacional, tal como lo demostraron los priístas que abandonaron al PRI para fundar el Frente Democrático Nacional que ganó las elecciones presidenciales de 1988,con Cuauhtémoc Cárdenas como candidato.
Porque la realidad patentiza que no hay condiciones para un gobierno de coalición, sino para sentar las bases de un nuevo régimen, ajeno por completo al modelo salinista.
(gmofavela2010@hotmail.com)
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