miércoles, octubre 26, 2011

Fracasó el fascismo policiaco : Alejandro Gertz Manero


Fracasó el fascismo policiaco
Alejandro Gertz Manero

En el sexenio de Zedillo, ante el fracaso evidente de su administración en materia de seguridad y reconociendo la necesidad de un proyecto nacional sobre la materia, que contara con una policía que combatiera los delitos federales, mientras se fortalecía económicamente a las policías estatales y municipales, se inició un programa que inmediatamente cayó en manos de un grupo de pícaros que se autodenomina “La comunidad de inteligencia”, y que no es más que los restos nostálgicos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), tan añorada por los fascistas gubernamentales y que tuvo que ser desmantelada por su profunda corrupción, sus vínculos con el narcotráfico y su absoluta ineficiencia para la defensa de los intereses de la nación.
Esos espías que se apoderaron de la nueva policía le incorporaron cerca de mil burócratas del Cisen, especializados en espionaje político, con todo y sus expedientes secretos, para así conformar esa institución, incluyéndole también a la vieja Policía Federal de Caminos y un buen número de soldados comisionados de las brigadas de la policía militar.
El gran presupuesto que se le asignó al Sistema Nacional de Seguridad también se comenzó a repartir en los estados sin un control eficiente de cumplimiento de metas y resultados, convirtiéndolo así en una suculenta “caja chica” para los gobiernos estatales, que se fueron sobre esos fondos para utilizarlos en el saqueo personal y en proyectos electorales corruptos.
Así las cosas, la única operación relevante de esa nueva policía durante el gobierno de Zedillo fue la “toma de CU”, con la detención de un puñado de vagos y de estudiantes radicales, que eran la muestra más fehaciente del fracaso de esa administración frente al conflicto universitario.

Gracias a los buenos resultados de seguridad en la ciudad de México, nos tocó enfrentar a esa mafia de burócratas del espionaje y, a pesar de todo su asedio implacable, patrocinado por muy altos niveles del gobierno en diversas áreas, la nueva Policía Federal Preventiva comenzó a funcionar sin espionaje político, sin violación a los derechos humanos y también sin entreguismos, reduciendo notablemente los índices delictivos en las ciudades más conflictivas del país, donde nunca hubo matanzas ni necesidad de la presencia masiva del Ejército y se mantuvo la paz en todo el país con un presupuesto muy austero, recuperando una buena parte del patrimonio petrolero que estaba siendo saqueado.
Mientras eso ocurría, y desde el principio del sexenio de Fox, el grupo de burócratas del espionaje emigró a la PGR con todo y sus expedientes secretos, y ahí constituyeron la AFI, repitiendo su modelo fascista de espionaje político y su “sistema de inteligencia” que aplicaron en la persecución al secuestro, al narcotráfico y al “crimen organizado”.
En todos esos temas, su fracaso fue notorio y dicha institución tuvo que ser prácticamente desmantelada a principios de esta nueva administración en razón de ese desastre. También en los dos últimos años del gobierno anterior, en que estos individuos habían logrado apoderarse nuevamente de la Policía Federal, cometieron pifias gravísimas en la zona industrial de Lázaro Cárdenas y en las represiones caóticas en la ciudad de Oaxaca, desmantelando también la defensa del patrimonio petrolero.

Al iniciarse el actual gobierno, y a pesar de todos sus fracasos, el inmenso atractivo que les produce a los políticos inexpertos el espionaje en contra de sus enemigos y los servicios que saben prestar a unidades policiacas extranjeras les permitió a estos espías volver a encumbrarse, blindándolos con una impunidad nunca antes vista que multiplicó su presupuesto —que pasó de 6 mil millones en 2004 a 33 mil millones en 2009— mientras a los gobiernos estatales también se les incrementó el gasto, a pesar de que sus resultados iban siendo cada vez más negativos, pasando los delitos del fuero común de un millón 200 mil en 2005 a un millón 900 mil en 2010, e incrementándose los homicidios, el robo y prácticamente todos los delitos, mientras que a nivel federal las averiguaciones pasaron de 77 mil en 2004 a 133 mil durante el 2010.
Estos números, que delatan la catástrofe, son irrefutables, y para evitar su consecuente descalificación, el gobierno decidió aniquilar económicamente al Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad (ICESI) —que fundamos con el apoyo de la UNAM, el Politécnico y la editorial Nuestro País, de Federico Reyes Heroles—, el cual produjo la información más certera sobre el fenómeno delictivo y la violencia en el país, que fue insoportable para el gobierno federal y los estatales.
En estas condiciones estamos terminando la actual administración y frente a ello su única obsesión es publicitar sus masacres y las pocas detenciones que logran gracias a las agencias estadounidenses, mientras exaltan su megalomanía con reality shows que nadie quiere ver y “maicean” a cuanto incondicional les pueda redituar en halagos, elogios y encubrimientos.
Ante esta cauda de desastres y desfiguros gubernamentales debemos impedir que destruyan los proyectos verdaderamente ciudadanos como el ICESI, porque ello nos llevaría a quedar en absoluto estado de indefensión, al carecer de información fidedigna sobre lo que realmente ocurre en esta guerra civil tan torpe y sangrienta.
editorial2003@terra.com.mx

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