Julio Hernández López
Astillero
PRD en su laberinto
Fraude interno, la regla
Pavimentan paso al PRI
¿Encarcelar a Fidel Herrera?
El PRD ha afinado su sistema interno de elecciones: en cada oportunidad produce invariablemente un escándalo, e incluso en los casos en que aparentemente todo transcurre en márgenes aceptables de normalidad (ayer, por ejemplo, fueron mayoría los estados en que no hubo estridencia) los resultados de cara a la sociedad acaban siendo lamentables, pues muestran un partido profesionalmente dedicado a la defraudación en casa, la manipulación clientelar y el oportunismo discursivo, y calculadamente distante de las verdaderas luchas que la izquierda debe dar en general y en especial de las que el grave momento del país reclama.
Ni siquiera queda a algunos de sus militantes sensatos de base la posibilidad de tomar un bando en conflictos específicos, pues suele suceder que los apasionados denunciantes de arbitrariedades y atropellos lo son simplemente porque fueron desplazados o superados por otros ejecutores mejores, metida la gran mayoría de los aparatos operativos de cada corriente o “tribu” en el mismo perol de la ilegalidad y el “pragmatismo” extremo.
Lo sucedido ayer es un episodio más de la negra telenovela perredista, a la que hace mucho tiempo le falta el amarillo. El grupo alineado con Marcelo Ebrard (con el delegado Víctor Hugo Lobo y el directivo Jesús Valencia como figuras estelares) impidió el reparto de papelería electoral y la realización de comicios internos en varias entidades, entre ellas la principal del reino del sol azteca, la capital del país. Del otro lado, la dupla que se ha instaurado como representante y defensora del lopezobradorismo en esa demarcación federal, René Bejarano y Dolores Padierna, esta vez asociada con un segmento de la Nueva Izquierda (no necesariamente con los meros Chuchos como partícipes), que prefirió encarecer posteriores ventas de lealtad al ebrardismo pertrechándose coyunturalmente del lado de la pareja rectora de la Izquierda Democrática Nacional.
No hay lugar para la inocencia ni la ingenuidad. Padierna, siempre en sintonía con el emblemático profesor Bejarano, aprovecha la ocasión para lanzarse contra Ebrard en busca de debilitarlo o contraponerlo con “las bases” de cara a otro proceso crítico, el de las encuestas que habrán de definir el nombre del candidato presidencial del PRD. Asumiéndose como libre de culpa clientelar, el movimiento Padierano o Renodores lanza las primeras despensas de compra de voto contra el edificio central de la administración capitalina, acusándose en el otro, dibujando involuntariamente el mapa real de las navegaciones mercantiles realizadas por una y otra flotas, por los piratas de la izquierda que en pleito por el botín acaban denunciándose.
Los Chuchos, desde luego, son felices tanto en función de ganar expresamente posiciones dignas de posterior mercadeo que perdiendo, desgastando, demeritando la imagen del partido actualmente a su cargo, pues bien pagado será en esta ocasión todo lo que ayude a restar posibilidades de continuidad a las siglas perredistas. Un huipil de tres colores ha sido lanzado oportunamente desde el copete del poder priísta como presunto manto de salvación y a esos propósitos de recuperación de la plaza capitalina mucho ayudará la crisis del PRD que los buenos gerentes de la izquierda dialoguista sabrán convertir en posiciones y “avances” adjudicables a una personalizada política de acomodos con el adversario fraterno que es el PRI (y más una supuesta representante de su ala izquierda como sería la ex gobernadora de Tlaxcala).
Astillas
Una tentación recorre los pasillos de Los Pinos: la de dar un golpe ejemplar al priísmo en la persona del ex gobernador de Veracruz Fidel Herrera Beltrán, a quien Felipe Calderón personalmente y de manera pública ha hecho cargos dignos de obligada indagación judicial. Según estimaciones del Primer Guía de Turistas del país, Herrera habría abierto a uno de los cárteles del narcotráfico las puertas de la entidad que gobernaba, al grado de ocultar información oficial sobre hechos delictivos e incluso (basándose Calderón para este punto en información publicada en medios de comunicación) negociando directamente rescates de secuestrados. El sometimiento de Veracruz a uno de los grupos delictivos, el de Los Zetas, habría sido roto de manera espectacular a partir de la aparición de cuerpos en Boca del Río, en un paso a desnivel junto a una conocida plaza comercial, momento éste que precipitó una alianza entre el gobierno estatal, ya a cargo de Javier Duarte, y el federal que puso a la Marina al frente de una amplia operación de recomposición con mano dura, dejando asomar incluso la figura de los grupos paramilitares (Los matazetas). En las oficinas centrales del PRI, donde Herrera es uno de los secretarios regionales, se estima que el gobierno federal no tendría los elementos suficientes para sustentar una acusación contra el políticamente longevo veracruzano y que, en caso de decidirse a dar un zarpazo judicial con ánimos mediáticos, la maniobra podría resultarle tan contraproducente como en el caso de Jorge Hank Rhon en Tijuana. La tentación de ir contra Herrera, a quien el vocero extraoficial del calderonismo para golpes políticos difíciles o improbables, Miguel Ángel Yunes, ha llenado de acusaciones graves, tiene como telón de fondo la misma obsesión de uso de lo judicial para proyectos electorales que se ha visto en otras entidades. Veracruz es el tercer sitio de aprovisionamiento para los comicios venideros, después del estado de México y el Distrito Federal, y el panismo yunista fue declarado perdedor por unos cuantos puntos porcentuales de diferencia en la pasada contienda por la gubernatura... Y, mientras Calderón ha firmado el decreto correspondiente a la llamada ley 5 de junio, con la que se imponen normas jurídicas que pretenden reducir las posibilidades de repetición de desgracias como la de la guardería ABC en un país donde lo que faltan no son letras normativas sino voluntad y capacidad para aplicarlas, ¡hasta mañana, con un interesante triunfo de Cristina Kirchner!
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