lunes, octubre 31, 2011

García Luna y las mujeres : Lydia Cacho



Lydia Cacho

García Luna y las mujeres

¿Cómo se debe juzgar a un comandante de policía que intenta asesinar a
una mujer que no le obedece?, preguntó la abogada defensora al equipo de
Genaro García Luna. Aún no llega la respuesta puntual, pero está claro
que la postura del secretario de Seguridad Pública federal resultará
vital para sentar un precedente.

Salvador Cruz Neri, coordinador estatal de la Policía Federal (PF) en
Querétaro, tenía una relación sentimental con la suboficial Margarita
González (muchas parejas resultan de esos grupos policiacos que tiene
poco tiempo libre y una fuerte convivencia diaria con horarios e
intereses similares). Pero las cosas cambiaron para Margarita cuando en
febrero de este año su entonces pareja decidió violarla. Varios colegas
se enteraron, pero de la misma manera en que la violación en el lecho
conyugal sigue generando inseguridad para las esposas victimadas por la
ambigüedad generada por los lazos emocionales, Margarita no denunció.


Hace unas semanas Cruz Neri llegó al hogar de la suboficial en un
vehículo blindado propiedad de la PF, armado y acompañado de su
guardaespaldas, intentó forzar a su ex pareja a mantener relaciones
sexuales. Ella se negó y frente a su escolta el jefe policiaco la atacó
con tal virulencia que de no haber sido por la intervención del otro,
probablemente Neri la hubiera asesinado.




Ella quedó inconsciente y fue llevada de emergencia al hospital, donde
se documentó la gravedad de la golpiza. Uniformados de federal llegaron
al hospital para advertir a Margarita que guardara silencio, ella les
pidió que se retiraran. Margarita pidió ayuda y la abogada chihuahuense
Lucha Castro, experta en violencia de género, inició la defensa por
intento de feminicidio. Gracias a presiones de organismos
internacionales y grupos de mujeres, la SSP dio de baja temporal al
agresor para investigarlo.


La importancia de este caso es vital para México. Porque cuando
discutimos la limpieza de los cuerpos policiacos y su
profesionalización, lo hacemos casi siempre desde lo abstracto,
refiriéndonos a evitar que se corrompan. Sin embargo, al igual que en
los casos de militares que infringen la ley, queda claro que cualquier
miembro de un cuerpo de seguridad pública debería de estar sujeto a un
rasero moral ejemplar. Porque cuando un policía cuya tarea es prevenir
el delito y salvaguardar a las y los ciudadanos utiliza el poder de su
puesto, el uniforme, las armas, los vehículos del Estado para ejercer
violencia y amedrentar a su víctima (sea o no su pareja) no solamente
viola la ley, sino debilita la credibilidad de la institución y fomenta
la impunidad ejemplar. La forma en que durante estas semanas actuaron un
grupo importante de altos mandos de la SSP para amedrentar a Margarita
revela que los pactos masculinos de protección a los agresores no tienen
límites ni fronteras.


Durante más de 20 años la sociedad mexicana ha logrado evidenciar que la
violencia en el ámbito doméstico es un asunto público, y que revela
valores culturales de jerarquía unidireccional. Ya las leyes la
denominan violencia de género, justamente porque tiene componentes
culturales, sociales y jerárquicos que buscan mantener un discurso
machista que justifica y avala la violencia como instrumento de control.


El hecho de que los expertos en seguridad adviertan que la vida de
Margarita y sus defensoras corre peligro real, nos revela los alcances
que tienen ciertos miembros de la policía federal para ocultar un delito
ya inocultable. Otros policías, sin embargo, se han mostrado indignados
y a favor de que Cruz Neri sea juzgado con doble severidad, primero por
la violación y la tentativa de feminicidio y segundo por haber utilizado
su jerarquía, su cercanía a Cárdenas Palomino y el poder de la
institución para intentar aniquilar a una mujer que se negó a someterse.


La valentía de Margarita es monumental, además de asumir el riesgo por
decir la verdad y poner el ejemplo, se atreve a enfrentar al monstruo
del sexismo al interior de un cuerpo policiaco al que ella pertenece,
porque cree fervientemente que el país puede cambiar y que la policía
profesional debe ser congruente. Cuando fue contratada dijo estar
dispuesta a jugarse la vida por su país, pero nunca imaginó que el
enemigo vendría desde adentro.


La respuesta de García Luna no puede esperar y Margarita no está sola,
es una mujer policía ejemplar, como las que necesita México.


http://www.lydiacacho.net/ Twitter: @lydiacachosi


Periodista

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