Otra vez
Por Manuel Bartlett
Hace seis años en el Senado, después de debates sin fin, en pos de una nueva Ley de Radiodifusión para la pluralidad, frente al duopolio; detenida por una taimada resistencia de los coordinadores del PRI y del PAN, asociados a las televisoras, en un vuelco mandaron votar otra ley, Ley Televisa.
Contra el intento de reforma, impusieron una contrarreforma fortaleciendo al duopolio. Personalmente los candidatos, Calderón, panista, y Madrazo, priísta, exigieron a sus bancadas votar esa sorpresiva Ley Televisa. Resultado: elección manipulada por las televisoras; campañas negras electrónicas, censuradas por el Tribunal Electoral, sin efectos; comicios deslegitimados.
La minoría senatorial presentó una Acción de Inconstitucionalidad contra la Ley Televisa, la Suprema Corte la declaró inconstitucional. Posteriormente el Congreso, ante estos desastrosos resultados, reformó la Constitución prohibiendo la compra de propaganda, estableciendo el acceso gratuito de candidatos y partidos en los tiempos reservados al Estado, en igualdad de condiciones. Sistema equitativo que suprimía el dominio del dinero.
El duopolio televisivo no aceptó esta pérdida billonaria y en connivencia con gobierno y dirigentes políticos, sin lograr derogar el modelo, lo ha frenado limitando la reglamentación de aspectos fundamentales como el derecho de réplica, o impidiendo establecer sanciones radicales. Las televisoras violan la ley, no pagan multas, le dan la vuelta a las prohibiciones, a ciencia y paciencia de las autoridades cooptadas.
Hoy la historia se repite, estamos en elecciones y precandidatos del PRI y del PAN, utilizando argumentos del duopolio, les ofrecen rectificar el modelo que descalifican, pese a haber sido aprobado por sus propios partidos. Repiten la escena obsequiosa de Madrazo y Calderón. Otra desembozada invitación a la parcialización para concretar la oferta.
No hay tiempo para otra contrarreforma, pero está en camino la restauración de la Ley Televisa por la vía administrativa, con mayores efectos de concentración. El pasado 20 de julio, la Cofetel autorizó a tres medios transmitir programaciones múltiples por el canal digital que les fue prestado sólo para prepararse técnicamente para la digitalización. Esta autorización viola la instrucción precisa de limitarse a transmitir en el canal digital, simultáneamente, la misma programación de su canal analógico o sea el original.
La tecnología digital permite comprimir diferentes señales y transmitir múltiples programas en un mismo canal de seis megahertz, lo que se llama multicasting o multiprogramación.
Pero la concesión se otorgó para un uso determinado: un canal, una programación. Así lo establece la sentencia de la Suprema Corte contra la Ley Televisa: “las concesiones se otorgan para explotar una frecuencia en un uso determinado”; criterio reiterado posteriormente por ese Tribunal: “existe una relación indisoluble entre la concesión otorgada y el uso del bien concesionado”.
Con esta autorización, Televisa y TV Azteca podrán aumentar su oferta de programas de un 100% hasta un 400% y considerando su ya grave concentración, ésta se elevará a niveles peligrosos de dominación televisiva. La digitalización debe servir para la diversificación, no para la concentración.
La concentración televisiva anula la democracia. Genera un enorme poder de manipulación de la opinión pública; sin visiones alternativas se imponen las del duopolio vinculadas a intereses políticos y económicos. La autorización de la Cofetel para la multiprogramación debe detenerse, es ilegal.
Otra vez estamos en peligro, como en el 2006, un gobierno desesperado ante el poder que se le escapa y candidatos ansiosos. Disposición proclive al sometimiento a las demandas de las televisoras, la reedición de la Ley Televisa con la multiprogramación nos llevaría a una falsa elección, la elección de los intereses, no de la ciudadanía. México no lo resistiría.
mbartlett_diaz@hotmail.com
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