#YoSoy132: democracia pobre, pobre democracia
Gustavo Gordillo
Se preguntan compañeros del #YoSoy132: ¿Qué clase de
democracia es ésta donde la clase política tiene miles de millones de pesos a
su disposición, mientras en educación y ciencia se regatea el presupuesto,
donde los políticos se arrodillan ante el poder del dinero, donde los partidos
políticos son, con cinismo, negocios familiares? ¿Es esto una democracia si hay
millones de jóvenes sin escuela ni trabajo? ¿Puede llamarse democrático un
modelo que pretende hacernos creer que la política sólo es votar cada seis
años, aunque ni eso respetan?
Previa a las resoluciones del Tribunal Electoral muchas
voces se levantaron exigiendo que éste no perdiera de vista su carácter de
Tribunal Constitucional, más aún que la reconociera a plenitud. Según Silva
Herzog la demanda del Movimiento Progresista plantea a los magistrados
preguntas ineludibles: ¿Tuvo México elecciones auténticas? ¿Hubo realmente
libertad para que los ciudadanos votaran sin presiones? ¿Prevaleció la equidad?
Desde el Movimiento Progresista Marcelo Ebrard plantea las tres opciones a las que
se enfrentarían los magistrados: comportarse como en 2006 con cinismo
reconociendo ilegalidades, pero sin modificar los resultados electorales,
fundamentar exhaustivamente los estudios y aceptar la demanda del Movimiento
Progresista anulando las elecciones o bien hacer el estudio exhaustivo y
declarar válidas las elecciones.
La organización de la desconfianza. Pierre Rosanvallon,
en su libro La contrademocracia, haciéndose cargo del déficit de
confianza de los ciudadanos hacia sus sistemas democráticos, da cuenta de la
emergencia de contrapoderes sociales informales e instituciones destinados
a compensar la erosión de la confianza mediante una organización de la
desconfianza. No se trata de poderes paralelos sino de un solo sistema
democrático que puede de manera articulada apoyarse entre sí y con las
instituciones electorales-representativas. Esos contrapoderes los organiza
Rosanvallon en tres ámbitos: la democracia de control, la soberanía de
obstrucción y el pueblo juez. En el primer caso estarían las distintas formas
de auditorías institucionales a los poderes constituidos y las diversas formas
ciudadanas de vigilancia y búsqueda de rendición de cuentas. En el segundo caso
se encuentran las distintas formas de resistencia, de disidencias y de políticas
negativas –de vetos cruzados– tanto en las instituciones –como los congresos o
el Poder Judicial– como en formas de movilización ciudadana en contra de
determinadas acciones o políticas del gobierno. En el tercer plano el autor
revisa las formas clásicas del impeachment inglés o delrecall estadunidense
hasta la distintas formas de evaluaciones técnicas de políticas o de políticos
incluyendo la revocación de mandato.
Ahora que estemos analizando qué hacer frente a un
dictamen del Tribunal que deja insatisfechos a muchos ciudadanos sobre la
calidad del actual proceso electoral es indispensable asumir que aún con
cambios en la legislación electoral indispensables para garantizar una mejor
equidad en las contiendas; hay otros que van más allá del armado electoral y
que tiene que ver con cómo ejercer de mejor manera una ciudadanía de alta
intensidad.
Es ahí donde el #¥oSoy132 como auditor de los
poderes puede convertirse en catalizador de resistencias y propuestas
encaminadas a romper clientelismos, monopolios y desigualdades. El eje de esas
acciones múltiples tendría que ser el combate a todas las formas de privilegios
excluyentes a partir del perfeccionamiento de las instituciones y la precisión
y eficacia de las movilizaciones. Las seis demandas planteadas por el
movimiento estudiantil sobre todo las que se refieren a la democratización de
los medios y a la educación superior pueden convertirse en aglutinadores.
Requieren definir una columna vertebral organizativa que les dé peso político
permanente.
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