Soriana
Javier Jiménez Espriú
Apartir de la distinción recibida del
licenciado Andrés Manuel López Obrador, para encabezar la Secretaría de
Comunicaciones y Transportes, de asumir él la Presidencia de la República, me
di a la tarea de informarme sobre el estado de las cosas en el Sector. Panorama
desolador, por cierto, en todos los ámbitos de esta malhadada secretaría.
Para ello, tuve múltiples reuniones, algunas
por propia iniciativa y otras a solicitud de parte, que me permitieron entrar
con gran apertura y con absoluta confianza de los participantes, a las entrañas
de la compleja problemática de las diferentes partes del sistema.
Una de esas reuniones, celebrada el 25 de
junio pasado, se dio en la Terminal del Autotransporte Federal de Carga del
Área Metropolitana, en la calzada Vallejo, a invitación de TAF Cargametro,
SA de CV, concesionaria sin concesión –adelante lo explico– del predio federal.
Los representantes de 39 empresas que ahí
concurren oyeron nuestras propuestas y nos presentaron una relación de asuntos
a atender, cuya solución es urgente para mejorar el transporte federal de
carga. En esa terminal se maneja 40 por ciento de la carga que entra y sale del
Distrito Federal.
Sobre-regulación –me señalaron que un
anteproyecto aceptable duerme el sueño de los justos en el legislativo–,
inequidad con los paqueteros extranjeros, el problema de transportes de carga
transfronterizos al no cumplirse lo acordado en el TLC, la inseguridad cada vez
mayor en las carreteras, la corrupción de la policía federal, el alto costo de
las autopistas, el precio del diesel, los rezagos en la infraestructura
carretera, la burocracia oficial, fueron algunas de las quejas de los
presentes.
Pero la que ahora quiero traer a colación,
porque es asunto delicado del momento que vive la República, es la relativa a la
concesión sin concesión a que me referí en párrafo anterior.
Resulta que el predio federal que ocupa la
terminal fue concesionado a un grupo de transportistas de carga hace como 40
años, concesión que se venció hace 15. El grupo concesionario original ya no
existe y el que forman los actuales usuarios del predio, 39 empresas, ha
reiterado permanentemente la solicitud de renovación, sin respuesta positiva.
Han pagado puntualmente las cuotas, pago recibido por el gobierno, pero no
tienen el documento de la concesión. Hace poco, han sido requeridos por el
gobierno para desalojar el predio, por lo que están en litigio. A pregunta mía
sobre la posible causa de esa reciente presión, me respondieron lo siguiente,
que aunque no es estrictamente textual –nunca uso grabadora ni tengo memoria de teleprompter–, no
altero en lo absoluto ninguna opinión:
Hay intereses grandes. Soriana había
considerado disponer de dos grandes naves en un predio cercano a La Cabeza de
Juárez, por la calzada Ignacio Zaragoza, pero exigía una salida que –según me
explicaron–,atravesaba unos campos deportivos públicos, lo que significaba una
seria dificultad a tratar con el gobierno de la ciudad, lo que no se aceptó.
Entonces, planteó el usar la terminal de carga de Vallejo.
Sí, se trata de Soriana, la empresa de las
miles de tarjetas regaladas para promover el voto por el PRI; la ganadora de
los contratos de miles de millones de pesos para proveer de despensas a
algunos gobiernos estatales en los meses recientes, que coinciden con las campañas
electorales. Dejo a ustedes la interpretación de este relato.
Decía López Obrador a sus seguidores que no
les iba a fallar en la Presidencia de la República, porque amor con amor
se paga.
Los pragmáticos o prigmáticos sin escrúpulos,
que consideran la república amorosa como un asunto demagógico, no tienen desde
luego el mismo sentimiento, pero sí promesas consonantes: favor con favor
se paga. Lo veremos.
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