Recurso de inconformidad
Javier Jiménez Espriú
La ley electoral, como buena parte de las
leyes en nuestro país, parece diseñada para legalizar la impunidad. Los
supuestos para impugnar una elección o solicitar su nulidad son tales, que aun
antes de plantearla, las voces indican que no se podrá lograr de manera alguna.
Que es arar en el mar. Palo dado, ni Dios lo quita, pareciera ser la sentencia
prevista. Veremos.
El Presidente de la República se
preocupa por la compra de votos, es inadmisible, dice, pero se admite; el del
PAN señala que esta compra se dio de manera obvia, pero que no es suficiente
para anular una elección; el candidato del PRI, en un acto de cinismo
superlativo, señala que la acusación es un montaje y que élsería el
primero –siempre dice que sería el primero después de que lo
instruye Videgaray–, en reprobar esa práctica corrupta, y hoy plantea, con el
mismo cinismo, la integración de una comisión anticorrupción, con la que desde
luego habrá conflicto de intereses porque en ella sería juez y
parte. ¡Ya ni la burla perdona!
Las pruebas de la serie de presuntos delitos
electorales, independientemente de las in fraganti que saturan las
redes sociales con fotografías, videos y declaraciones, serán analizadas por el
Trife, a solicitud de parte, el que deberá pronunciarse a más tardar el 6 de
septiembre, aunque ya lo hizo su presidente, al señalar que “nadie ganará en la
mesa lo que no pudo ganar en las urnas –aunque estas estén llenas de votos
comprados, de tamales, de frutos del carrusel y de todas las
trapacerías posibles y no digo inimaginables, porque todos las imaginamos, es
más, las sabemos.
Seguramente la averiguación de muchas de las
impugnaciones –caso Soriana y las adquisiciones de despensas de los gobiernos;
el asunto Monex y las empresas apócrifas que suministraron los fondos de las
cuentas correspondientes, el presunto lavado de dinero, etcétera podrían,
pensarán en el tribunal, dar algunos resultados dentro de varios meses,
bastante después de que el Trife haya designado al presidente electo –¡las
averiguaciones son muy complejas!–. ¡Qué se le va a hacer!, así son los tiempos
que marca la ley y así es la ley que marca nuestros tiempos. No hay sino
recordar, cuando se calificó al presidente Vicente Fox como violador de la ley
electoral y de la Constitución, en contra de Andrés Manuel López en 2006, lo
queinfluyó en el resultado de la elección, se dijo, pero era a toro
pasado, ya tarde para cualquier remedio y menos para sanción alguna al ilustre
presidente. Y así pasaron seis años. Pero no podemos permitir que vuelva a
pasar.
Sí, en México, la justicia no sólo es ciega,
sino palaciega, aunque a veces –Ifes, Trifes y jueces aparte, normalmente
quedan aparte porque son parte– no se acuerdeen Palacio, sino en Los
Pinos.
López Obrador sabe bien todo esto, es
ciertamente uno de los mexicanos que más ha padecido en carne propia la
injusticia de nuestra justicia. Impugna esta elección, en primer término porque
tiene derecho y porque uno de sus postulados de campaña ha sido el que la
paz es fruto de la justicia, y es congruente y necesario buscarla por todos los
medios legales. Porque es importante para el mejor futuro de México, que se
ataque la corrupción en todas sus formas, desde todas las atalayas. Porque es
necesario lograr el imperio de la verdad, porque tenemos que superar la
práctica del engaño y de la manipulación y es conveniente señalar el papel que
ha jugado y cómo lo ha jugado, cada protagonista.
No vale y de esto deben responsabilizarse las
instituciones integradas para ello, que quienes han hecho de este proceso
electoral una lamentable compra de la dignidad de los más necesitados, que han
violado con descaro inaudito las normas establecidas –topes de campaña,
encuestas manipuladas, financiamientos paralelos de dudosa procedencia,
coacción y compra del voto, entre otras cosas– es decir la versión
política de la delincuencia organizada, se salgan con la suya; que la política
envilecida venza a la democracia y sumerja a nuestra nación en un pozo sin
fondo y en un ejemplo lastimoso de desprestigio internacional.
La invalidación de la elección es un paso
necesario para la salud de la República.
La justicia es ciega, y aquí…”palaciega”
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