lunes, diciembre 13, 2010

María Teresa Jardí : Prueba necesaria: que al menos hayan leído, los embajadores yanquis, las aventuras de Asterix

Prueba necesaria: que al menos hayan leído, los embajadores yanquis, las aventuras de Asterix
Por María Teresa Jardí


Divertidísima, también, va resultando la nueva novela por entregas de los espías yanquis que no han leído ni siquiera a John Le Carré. Qué bárbaros ignorantes, producto, también, de la telebasura que de gringolandia al mundo se exporta.
En términos de la información que vamos conociendo merced a ese héroe encarcelado que se llama Julián Assange como parte del “aprovechamiento” para encerrar, cuando no desaparecer y asesinar opositores, aprovechando la “limpia” de pobres, que se está permitiendo hacer el capitalismo en aras de hacer prevalecer al perverso y pervertidor imperialismo, que, amén de salvaje, es tontísimo. También nos vamos enterando que la historia ni en cómics aprendieron los impresentables embajadores que a intervenir en las cuestiones de naciones soberanas envía el imperio destructor de todo lo que toca.
Ni Asterix leyeron de niños y así es como se va enterando el mundo de que Obama se sueña Nerón y Catón, la Clinton. Qué bárbaros los yanquis a los que ya ni siquiera les da el cerebro para soñarse Aníbal o “Africanus”, de la familia de los Escipiones. Y así con la entrega sabatina de la nueva novela de “espías”, nos enteramos de que los yanquis confunden a la Tarragona actual con la antigua Tarraco y a la España de hoy con la Hispania cuyo territorio se disputaban poseerlos cartagineses con los romanos. Y para desgracia de occidente, ganaron los últimos acabando, debido a la corrupción de su Senado, con Cartago. Otra quizá sería la historia hoy del mundo, de haber sido al revés .

Y por eso propongo a ustedes que a la par que nos vamos sumando cientos de miles, que lograremos convertirnos en millones, para exigir la libertad inmediata de Assange y la no entrega bajo ninguna circunstancia al imperio gringo que en Guantánamo pretende encerrar al acusado de cómodos delitos pre-fabricados usando a prostitutas de la CIA. Al alimón, exigir tendríamos, que a los Embajadores yanquis se les pasara una prueba antes de volver a ser admitidos en ningún lugar del planeta de que al menos han leído los libros para infantes con guiones de Goscinny y dibujos de Urdezo, a manera de conocer, aunque sea en cómic la historia mínima del imperio romano de manera fácil, sencilla y con dibujitos.
Y los catalanes, de la provincia de Tarragona, yo me sumo y coopero, tendríamos, a los amos del imperio tan salvaje que confunde incluso al delator con el mensajero en pleno siglo XXI, que regalarles al menos “Asterix y Obelix en “Hispania” que, a carcajadas, acabó de leer de nuevo.
Terminaba ayer diciendo que la humanidad para la aplicación del sistema capitalista en general o al menos de manera diáfana de cara a la ubicada en Asia, Africa y América, en su etapa actual ha sido, por ese imperio canalla, estratificada en las clases sociales, a manera de poder mantener las mafias, que al mundo dominan, el control del poder. A los de hasta abajo se les asesina. Nada mejor que acabar con las madres destinadas a parir pobres cuando se quiere acabar con unos cuantos millones de pobres. Y lo mismo desde mucho antes se hizo con los indígenas y se hace con los molestos trabajadores a los que se arrebatan sus fuentes de vida a poco que hayan ganado conquistas para ponerlas en manos de domesticados a modo que es en lo que se ha venido convirtiendo a los mexicanos con la baja educativa y la deseducación televisiva.
Luego están los que integran el estrato que sigue, en tanto se acaba con el de hasta abajo y ellos pasan a ese para ser de igual manera desaparecidos de la faz de la tierra, integrado por los burócratas en general a los que hoy en México se les otorgan préstamos que les hacen creer que ellos sí son parte del sistema, pero que en realidad sirven para que, domesticados, se mantengan. Y como me alargué, obligada por las imaginativas filtraciones sobre Tarragona, mañana sigo con el tema.

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