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RED POR LA TRANSFORMACIÓN GLOBAL
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Tercera de tres.
La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder
público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene
en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su
gobierno.
Artículo 39 de la Constitucion Política Mexicana
A estas horas
ay, amigos míos, artesanos,
pintores, astrónomos, marineros,
estamos despiertos. Es trabajo
nuestro el de arreglar algunas cosas.
Diego Fernández de Cevallos parecía intocable hasta aquella noche en que su
pasado oscuro lo alcanzó. Y, muy a su pesar, tuvo que responder de algunos de
sus actos y verse en el espejo de nuestra mirada… espejo que al hacerlo
prisionero reflejó su hechura de corrupto, prepotente y voraz expropiador,
demostrando un hecho fundamental: siempre que como pueblo nos atrevamos a luchar
contra la injusticia, no habrá felonía que quede impune.
Diego Fernández de Cevallos Ramos (DFCR) es uno de los políticos que mayor
responsabilidad tienen en el sostenido proceso de hecatombe económica, política
y social que la elite dominante ha impuesto y desplegado en nuestro país de 1982
a la fecha, por medio de un entramado mafioso que opera dentro y fuera de las
instituciones estatales; este proceso depredador vino a profundizar, bajo la
criminal bandera neoliberal, las de por sí deterioradas condiciones de vida de
los hombres y mujeres que viven en México, generando la mayor contrarreforma y
el mayor retroceso histórico en nuestro país en lo que a bienestar social se
refiere.
La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder
público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene
en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su
gobierno.
Artículo 39 de la Constitucion Política Mexicana
A estas horas
ay, amigos míos, artesanos,
pintores, astrónomos, marineros,
estamos despiertos. Es trabajo
nuestro el de arreglar algunas cosas.
Diego Fernández de Cevallos parecía intocable hasta aquella noche en que su
pasado oscuro lo alcanzó. Y, muy a su pesar, tuvo que responder de algunos de
sus actos y verse en el espejo de nuestra mirada… espejo que al hacerlo
prisionero reflejó su hechura de corrupto, prepotente y voraz expropiador,
demostrando un hecho fundamental: siempre que como pueblo nos atrevamos a luchar
contra la injusticia, no habrá felonía que quede impune.
Diego Fernández de Cevallos Ramos (DFCR) es uno de los políticos que mayor
responsabilidad tienen en el sostenido proceso de hecatombe económica, política
y social que la elite dominante ha impuesto y desplegado en nuestro país de 1982
a la fecha, por medio de un entramado mafioso que opera dentro y fuera de las
instituciones estatales; este proceso depredador vino a profundizar, bajo la
criminal bandera neoliberal, las de por sí deterioradas condiciones de vida de
los hombres y mujeres que viven en México, generando la mayor contrarreforma y
el mayor retroceso histórico en nuestro país en lo que a bienestar social se
refiere.
DFCR es uno de los políticos que más se ha caracterizado por el abuso del poder,
el tráfico de influencias y el enriquecimiento a costa del erario y de los
bienes de la nación, legislando en pro de los grandes monopolios (financieros,
de comunicaciones, alimentos, construcción, transportes, etc.) asesorando a las
mafias del poder y litigando a favor de los grandes capos del narcotráfico. Es
uno de los principales cómplices y operadores del fraudulento proceso electoral
que se ha perpetrado sistemáticamente en nuestro país, desde el ocultamiento del
fraude que impuso en 1988 a Carlos Salinas de Gortari en la presidencia mediante
la quema de boletas electorales hasta la organización del fraude que en 2006
impuso a Felipe Calderón Hinojosa. Es uno de los principales encubridores de los
responsables de la guerra sucia y contrainsurgente desplegada por el régimen
priista y ahora por el PAN contra los movimientos sociales, armados o no,
convirtiéndose en uno más de los cómplices de la existencia de incontables
perseguidos, torturados, asesinados, presos y desaparecidos por motivos
políticos. Es un responsable directo de la inserción subordinada de México al
bloque de países capitaneados en nuestro continente por el imperialismo
estadounidense y, en consecuencia, del desmantelamiento industrial, la ruina del
campo, la masiva migración, de la pauperización de la vida en general y el
saqueo de nuestros recursos.
En breve, Diego Fernández de Cevallos Ramos es un operador de la oligarquía
neoliberal y de la ultraderecha fundamentalista, un traficante de influencias,
un mercenario de los juzgados, un legislador a sueldo, un rentista de la crisis
y un defensor de los grandes capos de la droga. Por ello su aprehensión fue una
actividad pensada y realizada como un acto de desagravio.
Tomarlo prisionero, exhibirlo y obligarlo a devolver una milésima de lo robado
constituyó además un golpe político a la plutocracia y a sus instituciones; una
demostración de la voluntad de lucha y de la capacidad operativa de los
“descalzonados”, como él nos denomina; una demostración de que nadie,
por poderoso que sea, puede ser intocable; una demostración de que con unidad de
acción se puede doblegar la voluntad del enemigo y combatir la impunidad.
Pocas veces se había percibido el miedo, la confusión y el enojo que una imagen
puede generar en la poderosa elite gobernante, como lo hizo la primera foto del
jefe Diego cautivo que empezó a circular en internet, y que los medios de
comunicación se vieron obligados a difundir. En ella se le pudo observar no con
la prepotencia ni el cinismo de los que ha hecho gala el trasnochado encomendero
a lo largo de su vida personal y política, sino en la total indefensión, casi
parecida a la que vivimos y a la que hemos sido sometidos la mayoría de
mexicanos, sólo que con una notable diferencia: A Diego le fue respetada su
integridad física sin el desprecio que por la vida humana demuestra el poder con
Nosotros.
Con base en los resultados de este acto, consideramos necesario compartir la
convicción de que si quienes somos pueblo logramos organizarnos en una sola
voluntad política nacional, en una colosal fuerza social organizada, podremos
hacer frente común a la injusticia y a la impunidad, a fin de derrotar a
nuestros opresores y acordar la organización de una sociedad verdaderamente
humanizada. Y pese a tener innumerables imputaciones en su contra y de que miles
de ciudadanos exigen su legítima ejecución, conscientes estamos de que la
verdadera solución a la crisis que vive el país no está en liquidarlo, sino en
la capacidad del pueblo para organizarse y retomar las riendas de su propio
destino, recurriendo a todos los medios a su alcance.
Como parte del pueblo organizado decidimos realizar una tarea, la
responsabilidad es nuestra. Creemos firmemente que reapropiarse del uso
constructivo de la violencia es legítimo y hemos actuado en consecuencia.
Esta tarea es parte de un proyecto más grande e importante: participar en la
construcción del poder popular para transformar este país transnacionalizado en
una verdadera patria digna, libre y nuestra. ¿O es mucho soñar con que las
riquezas de México sean para la mayoría de los mexicanos? ¿Es ambicioso soñar
con un país productivo que pueda dar trabajo y remuneración digna a sus hijos?
¿Es un sueño guajiro pensar que somos los 90 millones de pobres quienes debemos
tener la posibilidad real de tomar las decisiones importantes en el modelo
económico, político y cultural que deseamos? ¿Es mucho pedir un México para
todos los mexicanos?
Fraternalmente:
RED POR LA TRANSFORMACIÓN GLOBAL
¡CONTRA LA INJUSTICIA Y LA IMPUNIDAD, NI PERDON NI OLVIDO!
Invierno de 2010.
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