Apuntes
Por Guillermo Fabela Quiñones
Los problemas no se resuelven ocultándolos
En tanto el descrédito de México crece como un tsunami, por la descomposición social sin parangón en América Latina, a la violencia generalizada se ha venido a sumar un problema con amplias repercusiones en el subcontinente: los secuestros y asesinatos de migrantes centroamericanos que se ven forzados a pasar por territorio mexicano en busca de un sueño imposible en suelo estadounidense. El pasado martes fueron “levantados”, en una población de Oaxaca, 50 indocumentados que se hallaban pernoctando arriba de los vagones de un tren carguero, hecho que inicialmente fue negado por el Instituto Nacional de Migración (INM). Como 13 de los secuestrados pudieron escapar en un descuido de sus captores, “Los Zetas” según testigos, y luego presentados ante la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), la autoridad migratoria dio marcha atrás y aceptó la comisión del ilícito.
Por Guillermo Fabela Quiñones
Los problemas no se resuelven ocultándolos
En tanto el descrédito de México crece como un tsunami, por la descomposición social sin parangón en América Latina, a la violencia generalizada se ha venido a sumar un problema con amplias repercusiones en el subcontinente: los secuestros y asesinatos de migrantes centroamericanos que se ven forzados a pasar por territorio mexicano en busca de un sueño imposible en suelo estadounidense. El pasado martes fueron “levantados”, en una población de Oaxaca, 50 indocumentados que se hallaban pernoctando arriba de los vagones de un tren carguero, hecho que inicialmente fue negado por el Instituto Nacional de Migración (INM). Como 13 de los secuestrados pudieron escapar en un descuido de sus captores, “Los Zetas” según testigos, y luego presentados ante la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), la autoridad migratoria dio marcha atrás y aceptó la comisión del ilícito.
Este no quedará en el olvido gracias al sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, director del albergue “Amigos del Camino” localizado en Oaxaca, quien dio cobijo a los que lograron escapar y avisó l INM de que tenía testigos del grave delito cometido contra gente miserable incapaz de defenderse. De acuerdo con el sacerdote, la postura del INM “es una negación de la realidad y así no se resuelven los problemas, ocultándolos” (La Jornada). En efecto, tal ha sido el modo de actuar de la autoridad migratoria desde que Felipe Calderón colocó en esa difícil posición a la nueva secretaria general del PAN, la ultraderechista Cecilia Romero, a quien en vez de enviar a su casa por tanto error y tanta corrupción en el INM, la premió con ese importante puesto político desde el cual buscará fortalecer a la facción donde siempre ha militado: “El Yunque”.
Solalinde afirma que el plagio de migrantes es ya una importante fuente de ingresos para grupos delictivos, pues les deja por lo menos 25 millones de dólares. Denunció que él y los migrantes que lograron escapar fueron amenazados por sujetos que “todo mundo sabe que son de Los Zetas”. ¿Qué hace el gabinete de seguridad para corregir esta situación tan grave? La respuesta es obvia: nada. De ahí que los gobiernos de Guatemala, Honduras y El Salvador hayan unido sus demandas para exigir al gobierno mexicano ponga un freno a esta situación. En un comunicado, pidieron al gobierno de México “que investigue estos graves hechos para dar lo antes posible con el paradero de las personas secuestradas”.
Tal reclamo, desgraciadamente no será escuchado, ya que Calderón, o desconoce la realidad de lo que sucede en el sureste mexicano en relación con los migrantes centroamericanos, o actúa premeditadamente con tal indiferencia porque así está previsto, conjuntamente con el gobierno estadounidense, para frenar la avalancha migratoria de indocumentados centroamericanos hacia territorio de Estados Unidos. Las dos hipótesis son válidas, mientras no se demuestre lo contrario. Por lo pronto, Calderón sigue metido en un mundo ideal que desconocemos la mayoría de mexicanos, como lo demuestran las siguientes palabras: “Estamos construyendo una nación en donde los ciudadanos puedan tener plena confianza en sus autoridades, donde quien atente contra las familias o su patrimonio sea efectivamente castigado”.
¿Acaso la señora Marisela Escobedo no fue sacrificada arteramente porque el asesino de su hija goza de plena impunidad y protección del aparato de “justicia”? ¿No es verdad que el propietario de un rancho en Tamaulipas murió porque le fue negada toda protección de los tres niveles de gobierno, para evitar que un grupo mafioso le arrebatar su propiedad y él se vio obligado a enfrentarse a los criminales? ¿A qué nación se referirá el inquilino de Los Pinos que dice estar construyendo? Desde luego que no es México, donde la impunidad y la corrupción campean a sus anchas en todas partes, hundiendo en el lodo al sistema de procuración de justicia, y en un absoluto descrédito al gobierno mexicano.
A no ser que para Calderón, el México al que se refiere sea aquel que vive y disfruta la oligarquía. Debe ser así, pues no hay otra explicación. Está firmemente convencido de que su responsabilidad es únicamente con quienes lo llevaron a Los Pinos, y está construyendo las condiciones que permitan a ese grupito de privilegiados seguir disfrutando de prebendas inconcebibles en cualquier otro país democrático. El país que vivimos los mexicanos es todo lo contrario de lo que indican las palabras de Calderón, más injusto incluso que el que le tocó vivir al gran libertador José María Morelos, ya que entonces no había instituciones obligadas a salvaguardar los principios y metas del Estado, como las que hoy existen.
(gmofavela2010@hotmail.com)
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