Calderón y las revelaciones de Wikileaks
Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
Prolongando su largo adiós, la prensa escrita (más que la oral y la audiovisual) difundió las revelaciones que, por Internet publicitó el australiano Julian Assange, perseguido por presuntos delitos sexuales. Son documentos obtenidos, sea cierto o no que los proporcionó un hacker soldado estadounidense, por el periodismo de investigación que con esta hazaña logró su máxima cima y el cual ha permitido penetrar a los sótanos donde los gobiernos (en este caso el de Washington, desde los dos Bush a Obama) esconden antidemocrática y antirrepublicanamente, la documentación de la opinión de sus propios pueblos y del resto del mundo.
Esas revelaciones son ante todo victoria de las libertades de prensa: que son los derechos a recibir información, a la libre expresión y el derecho a divulgar cuanto los periodistas investigan y sus fuentes les dan a conocer. Y no hay más que una alternativa: publicar o perecer. Lo que hizo Julian Assange y su equipo a través de Internet con arreglo a “Wikileaks” (filtraciones rápidas”, según una traducción), merece el reconocimiento mundial y apoyo incondicional. Le inyectó información verídica a los ciudadanos del mundo, sobre cómo sus gobernantes se han coludido con el estadounidense. Y cómo el imperio estadounidense presiona, indaga, espía e interviene, con sus tentáculos diplomáticos, policías disfrazados de turistas y otros medios, a los gobernantes y países de todo el mundo.
Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
Prolongando su largo adiós, la prensa escrita (más que la oral y la audiovisual) difundió las revelaciones que, por Internet publicitó el australiano Julian Assange, perseguido por presuntos delitos sexuales. Son documentos obtenidos, sea cierto o no que los proporcionó un hacker soldado estadounidense, por el periodismo de investigación que con esta hazaña logró su máxima cima y el cual ha permitido penetrar a los sótanos donde los gobiernos (en este caso el de Washington, desde los dos Bush a Obama) esconden antidemocrática y antirrepublicanamente, la documentación de la opinión de sus propios pueblos y del resto del mundo.
Esas revelaciones son ante todo victoria de las libertades de prensa: que son los derechos a recibir información, a la libre expresión y el derecho a divulgar cuanto los periodistas investigan y sus fuentes les dan a conocer. Y no hay más que una alternativa: publicar o perecer. Lo que hizo Julian Assange y su equipo a través de Internet con arreglo a “Wikileaks” (filtraciones rápidas”, según una traducción), merece el reconocimiento mundial y apoyo incondicional. Le inyectó información verídica a los ciudadanos del mundo, sobre cómo sus gobernantes se han coludido con el estadounidense. Y cómo el imperio estadounidense presiona, indaga, espía e interviene, con sus tentáculos diplomáticos, policías disfrazados de turistas y otros medios, a los gobernantes y países de todo el mundo.
Por lo que se refieren al calderonismo (y a su fiero combate a la temeraria y desafiante delincuencia sobre todo del narcotráfico), los estadounidenses, con Obama y la señora Clinton, lo tienen bajo observación (como a la presidenta de Argentina, la viuda Cristina Fernández) respecto a su salud mental. Consideran que los militares mexicanos no están haciendo su tarea, llevándosela a la defensiva y sin decisión para someter a los sicarios (temerosos de que por no estar fundada su acción en el Art. 29 constitucional, puedan ser llevados a los tribunales por los homicidios y daños colaterales –según Calderón–, de civiles que nada han tenido que ver en esa guerra, y han sido víctima del fuego cruzado).
Meses después de su toma de posesión, Calderón confesó que “cometió un error sobre la profundidad y amplitud de la corrupción y la penetrante influencia del narcotráfico”, al derechista ex primer ministro de España, José María Aznar (mismo que había venido a sumarse con su apoyo a la campaña); y éste a su vez, lo comentó a unos funcionarios estadounidenses. El de las “manos limpias”, como se autocalificó Calderón, no le dijo que los panistas a su alrededor han sido unos ladrones y más corruptos aún por su ineficacia administrativa. Él mismo está muerto de miedo encerrado en su búnker y dispuesto a irse, por medio de la renuncia, con arreglo a una negociación que le otorgue impunidad o por su mal gobierno ser el segundo presidente en ser llevado a Juicio Político (el primero y hasta ahora el único fue Santa Anna, El Quince Uñas, cuando Juárez lo acusó de traición, infidencia y corrupción).
cepedaneri@prodigy.net.mx
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