Ceguera y mala fe
Un cable diplomático difundido por la página Wikileaks señala la preocupación del gobierno mexicano por el “componente ideológico” de la denominada Operación Milagro, un programa oftalmológico desarrollado por el gobierno venezolano con el apoyo de médicos cubanos, cuyos pacientes, a decir del documento referido, “recibían sesiones informativas pro Venezuela y anti Estados Unidos como parte de su estancia”.
Para poner los dichos de los agentes diplomáticos estadunidenses en contexto, debe recordarse que, desde su inicio en 2004, Operación Milagro ha atendido a cerca de millón y medio de personas en distintos países, incluido el nuestro, aquejadas por problemas de la vista –cataratas, desprendimiento de retina, carnosidades y estrabismo–, sin cobrarles un centavo. Hasta julio de 2007, más de 200 connacionales habían viajado a Venezuela para recibir atención quirúrgica por cataratas y, en el contexto del mismo programa humanitario, se habían instalado consultorios en Coahuila y Michoacán con capacidad para atender a miles de pacientes. A finales de ese mismo mes, este diario dio a conocer que el gobierno de Felipe Calderón había impedido el aterrizaje de un avión venezolano que venía a recoger a 10 niños y 80 ancianos de Ecatepec, estado de México, para llevarlos a Caracas, donde serían sometidos a diversos tratamientos para afecciones cardiacas y oculares. En ese momento, la administración calderonista pretextó que la línea aérea Conviasa, responsable de los vuelos de Operación Milagro, no tenía oficinas ni representación legal en el país. Posteriormente, el 9 de agosto de ese mismo año, Calderón Hinojosa anunció en Morelia la puesta en marcha de Volver a Ver, un programa de cirugía de cataratas que resultaba, a todas luces, una mala copia de Operación Milagro, y que, a decir del gobernante, tendría como objetivo ayudar a “muchos mexicanos que carecían de recursos” y que “incluso tenían que salir del país, participar en programas de apoyo y de beneficencia organizados por otras naciones, lo cual evidenciaba el tamaño de la carencia que teníamos en México”.
Al cruzar la información del telegrama diplomático con los hechos registrados, puede inferirse que las autoridades de nuestro país, preocupadas por la supuesta infiltración ideológica venezolana a través de Operación Milagro, actuaron de mala fe y emprendieron algo muy parecido al sabotaje de ese plan humanitario: desde trabas burocráticas para dificultar al máximo posible los traslados de pacientes, hasta el anuncio de un programa con el fin de suspender, en los hechos, el que venían desarrollando en nuestro país las autoridades de Caracas. Todo ello a pesar de que las actividades de Operación Milagro eran necesarias, y lo siguen siendo ahora, cuando hay en el país un millón 600 mil personas que padecen cataratas –según datos de la propia Secretaría de Salud federal– y cuando cuatro de cada 10 casos de ceguera son atribuibles a ese padecimiento.
El episodio comentado arroja una perspectiva lamentable y preocupante, porque en ningún punto del cable difundido por Wikileaks se habla de que el gobierno venezolano haya buscado infundir sentimientos antimexicanos, y ni siquiera provocar animadversiones contra el gobierno de Calderón entre los beneficiarios de Operación Milagro. Es decir, la información disponible permite inferir que en este, como en otros casos, el gobierno de nuestro país se comportó como un subordinado de Washington, se erigió en defensor de sus intereses regionales y lo hizo, para colmo, a contrapelo de un programa de asistencia ejemplar y necesario para la atención de un problema de salud pública.
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