Julio Hernández López
Astillero
ApocaLipe now
Diciembre negro
Elite bandolera
Marisela, mensajes
Diego, ¿guerrilla?
El licenciado Calderón parece plenamente rebasado. Frente a problemas cada vez más graves, apenas atina a valerse de recursos gastados, como las declaraciones demagógicas sabidamente encaminadas al incumplimiento, el abuso de los medios de comunicación para aparentar que algo medianamente aceptable está haciendo y la espera del paso del tiempo como mecanismo de sustitución de un escándalo de negligencia o corrupción por otro u otros ante los que repetirá la rutina inútil. Felipe no está generando nada importante, inteligente o novedoso para enfrentar la crisis que se está expresando en múltiples escenarios y de diversas maneras. Su gabinete es una colección de nulidades mediocres, sus políticas públicas parecen pasar solamente por las aduanas de la corrupción y la ineficacia, y su interpretación de la realidad parece estar sujeta siempre a condiciones nebulosas, a visceralidades y complejos, a una suerte de bandolerismo de alta burocracia.
Diciembre negro. Cual si estuviésemos a punto de entrar a un remolino como el de 1994, se acumulan los ingredientes explosivos. La élite gobernante festeja que libró el año conjetural del 10 y que birló a la sociedad el recuerdo de lo revolucionario para centrarlo con estilo de farándula en lo relativo a la Independencia. Pero al final del calendario temido por las presuntas coincidencias insurreccionales centenarias, los fantasmas parecen retozar y los diablos parecen andar sueltos de nuevo.
Estampas de desolación y abandono en San Martín Texmelucan. Nubes negras, éxodo de pobladores, temor colectivo frente a las siglas del monstruo sabidamente desquiciado, el Pemex de la corrupción permanente, del desvío de fondos de mantenimiento y correcciones técnicas, del saqueo de la riqueza colectiva a costa del desmantelamiento, el descuido, el peligro. Pero la administración felipista dispara de inmediato en defensa propia y, sin más seriedad indagatoria que la necesidad de apuntar hacia otro lado, arroja la hipótesis precoz de que el origen de la desgracia poblana sería el robo a ductos de la empresa petrolera, cometidos esos hurtos por particulares, no necesariamente por los funcionarios de toda la vida que han robado los ductos presupuestales, que han asaltado la riqueza colectiva para transformarla en privada, bandolerismo de alta burocracia en una franja de la Puebla del Góber Precioso en vías de dejar el poder a otro ahijado predispuesto a engordillarse, Rafael Moreno Valle.
Explosión y tragedia que desplazan a la que antes encabezaba la marquesina luctuosa nacional. El asesinato de Marisela Escobedo produjo un enojo que parecía tomar senderos de organización y protesta nacionales. Indignación por la historia de desdén e impunidad que las “autoridades” del Chihuahua ensangrentado fueron escribiendo en el caso de la madre en exigencia de justicia por el asesinato de su hija. Pero, también, el asomo de los ribetes de ligereza, manipulación y corrupción que conlleva el planteamiento de juicios orales que el sistema mexicano enfermo pretende manejar como novedad curativa cuando solamente será una nueva forma de agravar el cáncer institucional. Y la evidencia clara, el amago, la amenaza de que tal como ya se advertía desde que la nación fue arrojada a los pantanos de la “guerra” contra el narcotráfico, los tentáculos de ésta podrían servir para acallar protestas, ejecutar disidentes e inconformes y atemperar por la fuerza ánimos sociales combativos.
Ahogada la activista, tapen el pozo de los juicios orales. El gobernador priísta de Chihuahua, César Duarte, ha logrado el desafuero de los tres jueces que dejaron libre al asesino de la hija de Marisela Escobedo y trata de mostrar una actitud distinta a la de sus antecesores que sin esfuerzo se parapetaban tras un valemadrismo atenuado mediáticamente. Es muy probable que sólo sea una escenografía distinta, para una misma obra: en el norte del país, y en especial en Chihuahua, siguen gobernando los mismos poderes ocultos, y Duarte sólo será, como sucedió con sus antecesores, como pasa y seguirá pasando en otras entidades, administrador de las circunstancias, no gobernante rector. En Tamaulipas, por ejemplo, las grandes empresas parecen dispuestas a cerrar el año y el sexenio con preliberaciones a su personal de confianza, de tal manera que en Nuevo Laredo se produjo algo que técnicamente fue llamado fuga, pero que más parecía peregrinación o caminata deportiva, con más de 150 reos cruzando las puertas carcelarias por decisión propia o de sus consorcios mandantes.
Pasar Navidad en familia parecería ser también el destino de Diego Fernández de Cevallos, a quien sus Misteriosos Desaparecedores estarían a punto de liberar, según difusos comunicados por Internet que recibieron trato disparejo de parte de medios y periodistas, pues a pesar de la contundencia de las palabras incluídas en los comunicados presuntamente enviados por los secuestradores, unos los consideraron absolutamente confiables y otros los colocaron en la bandeja de los asuntos por confirmar. A ese escepticismo contribuyó sin duda el manoseo y los equívocos que algunos medios y periodistas han cometido en el tema, al extremo de que semanas atrás se anunció como un hecho inequívoco la liberación del ex candidato presidencial sin que, como es evidente, hubiese sido cierto el “adelanto”.
El supuesto anuncio de la devolución a la libertad del controvertido panista fue acompañado de un manifiesto en tres partes cuya redacción y objetivos fortalecen la necesidad de ser prudentes. Pudiera ser, en efecto, que el plagio de Diego hubiese sido cometido por una organización de corte izquierdista que reivindica el uso de la violencia para transformar al país, y que el diagnóstico de ese grupo sobre la realidad nacional coincidiera con las denuncias contra las mafias del poder que desde un plano enteramente pacifista realiza un precandidato presidencial, pero también pudiera ser que los diablos estén siendo intencionalmente soltados, en un México sin control, con un Calderón plenamente rebasado y frente a problemas cada vez más graves. ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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