Casa de citas
Por: Redacción de Sinembargo
http://www.sinembargo.mx/opinion/01-10-2012/9821
Felipe Calderón Hinojosa dijo ayer lo que ha venido repitiendo en los últimos días, a manera de despedida: que su gobierno ha defendido y seguirá defendiendo la integridad, la vida y los bienes de los mexicanos frente a los criminales. A sólo 60 días de entregar la Presidencia de la República, no ceja en su defensa de la estrategia de guerra contra el narco, que arrancó con el Operativo Michoacán, en diciembre de 2006. La semana pasada, de visita en Washington, afirmó en que su sucesor, el priista Enrique Peña Nieto, continuará la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, por lo que no se esperan grandes cambios en esta materia. “Creo que (la nueva administración) tiene el derecho y el deber de analizar otras alternativas pero, con toda honestidad, ¿ustedes quieren pensar en otra alternativa? Bueno, yo no veo otra, aparte de la regulación de drogas en el mercado global, empezando aquí, en Estados Unidos”, dijo. Sin embargo, apenas el sábado pasado, el general colombiano Óscar Naranjo Trujillo, asesor de seguridad nacional del Presidente electo, afirmó que sí se pueden hacer las cosas diferentes y, además, es necesario erradicar la palabra “guerra” pues instalarla en el marco de la política de seguridad del país fue un “error garrafal”. Aunque Calderón Hinojosa afirma que él nunca usó el término “guerra” para definir su estrategia de lucha contra el crimen organizado, lo cierto es que él fue quien instaló el concepto que Naranjo Trujillo planea borrar en cuanto inicie el sexenio de Peña Nieto.
La primera ocasión que lo dijo fue el 4 de diciembre de 2006: “Tengan la certeza que mi gobierno está trabajando fuertemente para ganar la guerra contra la delincuencia”. Desde 2007 y hasta 2010, repitió en innumerables ocasiones la palabra “guerra” para argumentar y defender el hecho de haber lanzado a las calles al Ejército y a la Marina para enfrentar la delincuencia, con el mayor despliegue de recursos que haya usado el país en esa materia, pero también con el mayor costo en términos de víctimas y deterioro social. Después, apabullado por las críticas nacionales e internacionales, prefirió omitir el término e incluso se dio a la tarea de negar que lo haya usado. Calderón cree firmemente que con su guerra le ha hecho un bien a México y que es la herencia más importante que le deja al próximo gobierno. Pero Peña Nieto tiene otros planes. El propio Naranjo dio luces sobre los cambios que se avecinan. El primero es erradicar la palabra “guerra”, pues a su juicio “desconoce un principio elemental de un Estado de Derecho” donde el delincuente no es un enemigo a aniquilar: “el delincuente es alguien al que el Estado debe someter a la ley y resocializar”. También, dijo en entrevista para el diario español El País, es un tema que polariza alrededor de la seguridad y la propia palabra no aparece como un valor, sino como un problema. Usar el término “guerra”, añadió, “es generar en la mentalidad criminal un estado de certidumbre: mientras me matan, yo mato. Por tanto, la gran oportunidad que hay hoy, y lo he discutido con el presidente Peña, es que buena parte de la política de seguridad debería legitimarse no a partir de la lucha contra el delito sino a partir de la sensibilidad por las víctimas. La seguridad no es un fin en sí mismo; es un camino para generar convivencia y asegurar derechos y libertades”. El general colombiano aseguró que sí es posible hacer las cosas de otra manera con una política de seguridad que tenga por fundamento la reducción de la violencia: “Atacará a los grupos criminales, pero no se trata de tener una política contra el narcotráfico a toda costa sino de avanzar en lo fundamental que es proteger la vida, la libertad y los derechos de la gente”. Así que, además de despedirse de los mexicanos, Felipe Calderón Hinojosa puede despedirse también de su sueño de dejar, como gran heredad, una estrategia de seguridad que diseñó unilateralmente, en la que se empecinó como tema central de gobierno y que no hizo sino generar más violencia en detrimento de la paz y la estabilidad del país.
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