El Despertar
Una transición insólita
José Agustín Ortiz Pinchetti
Creo que el ambiente en el que se está dando la
transición de un régimen a otro es insólito. No tiene el tono de conflicto y
resistencia de la transición de 2006. También carece de los destellos de
esperanza que tuvo la del año 2000, cuando creímos que la alternancia en el
Poder Ejecutivo con Fox abriría las puertas de la democracia. Hoy predomina un
tono gris y un ritmo denso. Este cambio se inscribe en una larga etapa de
decadencia. El país ha perdido muchas de las condiciones que constituían su
fuerza, su importancia y su esperanza de ser lo que potencialmente es: una gran
nación. Es lógico que el ánimo general sea la depresión. Es decir, una tristeza
profunda y difusa que se extiende a todas las capas de la población. El PRI
quiere repetir todos los ritos del viejo sistema. Viajes al extranjero,
declaraciones que intentan ser portadoras de esperanza, especulación con los
colaboradores. Nada despierta el optimismo y mucho menos el entusiasmo.
Además, los hechos que publican y resaltan los medios
alimentan esta visión negativa. Por ejemplo: el triunfo de los grandes caciques
sindicales que se oponen a la modernización y anidan una corrupción sin
límites. Los asesinatos, los asaltos, los secuestros, las imágenes sangrientas
de cada día. La impunidad en 90 por ciento de los delitos, incluyendo el saqueo
generalizado. El cinismo, la perversión de las instituciones, la débil
respuesta de los trabajadores a la agresión de una reforma patronal, y así
podríamos seguir.
Sin embargo, debajo de esta obscura costra de tiempos
malos y turbulentos podemos adivinar una energía y un cambio profundo que se
manifestará en los próximos tiempos. La reforma laboral se ha enredado y la
perdió el PRI y el presidente electo. Es evidente que los sondeos de opinión
seguramente desfavorables, que no han trascendido, obligaron a cambiar la
posición de PRI y PAN, porque una reforma impopular dañaría aun más la precaria
legitimidad de Enrique Peña y aceleraría el proceso de descomposición del PAN.
Como señaló Pablo González Casanova al recibir el premio
Cosío Villegas, que le otorgó El Colegio de México: los pueblos originarios y
los jóvenes, al hacer valer su inconformidad, abren el camino de los cambios.
El duro trabajo de organización de Morena permite vislumbrar que en los
congresos distritales, y ahora en los estatales, emerge una nueva organización
que puede constituir una oposición verdadera. Una corriente que rompa con el
proceso de derechización y que encuentre su energía y su inspiración en la
nueva cultura política de México que, como una revolución silenciosa, crece
cada día sin prisa y sin pausa.
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