viernes, abril 20, 2012

La sociedad sabe lo que opina : María Teresa Jardí

La sociedad sabe lo que opina

Por María Teresa Jardí

Maruja Torres escribió ayer en el diario El País, que se publica en el Estado Español, una carta dirigida “A las viudas y huérfanos de la selva, la sabana, las estepas y demás enclaves naturales donde suelen sobrevivir las especies de animales no humanos a la maldad de los hombres prepotentes y estúpidos...”.


Como el rey de España, añado yo. Diciéndoles, a manera de despedida a esas especies lo que opinamos muchos:


“... Os pedimos disculpas. Si la caza debió desaparecer con el Neolítico, la Monarquía debería desaparecer ahora. Haremos lo posible. Entretanto, es mejor que os pongáis a salvo en cuanto diviséis a un anciano rubio y coloradote que cojea. Es letal y va armado.”


Así es y por muchos perdones que pida el rey, de un país destinado a ser república, no puede ni debe ser perdonado, quien, además, en medio de una crisis que deja sin empleo a muchos, se va de caza, a asesinar elefantes que nada le han hecho, para satisfacer sus más bajos instintos.


La derecha es atroz siempre y por definición asesina. Una pena es que aquí no quede ni un sólo representante de izquierda que sea capaz de no presentarse ante los curas o de presentarse a defender lo que la humanidad ha ganado a lo largo de muchas muertes innecesarias y de mil y un luchas de su mejor gente.



No preguntaron los prelados, portadores de sotanas, sobre lo que opinan las mujeres del aborto. Eso está claro. Ninguna mujer quiere pasar por el trauma doloroso que implica tomar esa decisión que generalmente va acompañada de la miseria en que se encuentran muchos millones de mujeres mexicanas. Miseria que se suma a la incultura y falta de oportunidades que se dan donde el estado funciona y existen las campañas preventivas. Ninguna mujer en su sano juicio quiere abortar, pero tiene el derecho absoluto a decidir sobre su propio cuerpo y a tomar incluso esa decisión en situaciones extremas o cuando así lo decida porque le da la gana de decidir libremente sobre lo que sólo a ella le pertenece decidir. Ya basta de la doble falsa moral tan ocupada de la vida de los no nacidos mientras calla sobre las muchas ejecuciones de pobres que en el fondo justifica la jerarquía clerical al servicio de la ultraderecha que en El Yunque exhibe su cara más siniestra.


Mientras que, es claro, como sucede ya en casi todos los lugares del mundo, que los homosexuales y las lesbianas tienen el derecho absoluto de decidir si quieren o no casarse. El mismo derecho que, al respecto, tenemos los heterosexuales. Y es claro que eso los gays, que no son políticos de clóset, de los que de todas maneras la sociedad todo lo sabe, lo tienen muy claro. No hace falta preguntar a la sociedad más al respecto.


El derecho de los gays a casarse o a permanecer solteros o a tener un amasiato o mil amantes por es un derecho ganado también a pulso. Ellos también han tenido que enfrentarse a las “buenas conciencias” de políticos y funcionarios, que en sus ratos de ocio funcionan como trasvestis, llegando al punto de asesinar a los asistentes a sus fiestas que son trasvestis a secas.


Y tendrían que recordar los prelados y sus entrevistados lo ocurrido en Chiapas y en la cercanía del Colegio Militar cuando Camacho era el gerente capitalino y Patrocinio González Blanco el dueño del estado de Chiapas, de donde dio el salto a la Secretaría de Gobernación, por aquello de la petición hecha a Camacho, en la inteligencia de que sería transmitida a Salinas, sobre la necesidad de los indígenas de ser escuchados, previo al estallido que con el nombramiento de Patrocinio como secretario de Gobernación se garantizó Manuel Camacho que se diera, por no haber sido él el elegido para suceder a Salinas como candidato del PRI en lugar de Colosio, quien, a final de cuentas, por la derecha también fue, como Abrabam Polo Uscanga y presumiblemente Jorge Carpizo, borrado del planeta.

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