Hacia un nuevo desarrollo
Axel Didriksson
Existen posibilidades de emprender una nueva fase de desarrollo con justicia y equidad. La aparente fatalidad que se vive en el país –de incremento de la violencia, incapacidad de los gobiernos federales del PRI y del PAN para evitar las desigualdades extremas, incremento de las desventajas comparativas con otras sociedades, e ignorancia social que se ha extendido por la falta de oportunidades educativas buenas para todos– puede ser combatida, superada y revertida con un cambio estructural en la organización del Estado mexicano.
El intelectual brasileño Roberto Mangabeira afirma que “ninguna sociedad está condenada a permanecer en su presente nivel de desventaja comparativa” y que “cada sociedad puede reorganizarse” (El despertar del individuo, FCE, 2009, página 223). Ante tal desafío, un vasto grupo de académicos y expertos asumió la responsabilidad de pensar y proponer las bases de un nuevo (y distinto) desarrollo para México, organizados en un Consejo Nacional de Universitarios (CNU) que durante todo 2011 construyó la sustentación teórica y programática de una nueva base de relaciones políticas, prioridades y estrategias económicas y sociales, bajo la coordinación del doctor José Luis Calva y de una Comisión de Coordinación representativa de las distintas áreas de conocimiento y de las instituciones de educación superior y de investigación del país, ante la oportunidad de presentar sus propuestas e ideas en esta coyuntura electoral federal.
Estos trabajos han sido publicados en 18 tomos, bajo el título general de Análisis estratégico para el desarrollo (Juan Pablos Editor-CNU, 2012), que se presentarán este miércoles 18 de abril en la Facultad de Ciencias de la UNAM. El tomo 10 se refiere a las “Políticas de educación, ciencia, tecnología y competitividad”, y escriben allí 20 expertos de la talla de Jaime Aboites, Leonel Corona, Claudia Díaz, René Drucker, Angélica Pino, Armando Kuri, Carlos Muñoz Izquierdo, Marisol Silva, Héctor Ramírez del Razo, Manuel Ulloa y Gustavo Viniegra, entre otros. El análisis que se presenta es un diagnóstico a profundidad de las condiciones educativas y científico-tecnológicas que se viven, y da como resultado una serie de propuestas debidamente sustentadas para diseñar un escenario de cambio de fondo en estos aspectos, cruciales para poder salir del tremendo bache nacional.
Este bache, como se indica en uno de los trabajos, se expresa en la prolongada atonía en que se encuentra desde 1980 México, el cual no ha mostrado el dinamismo que han alcanzado otros países, sobre todo por los siguientes registros: alarmantes niveles de desigualdad del ingreso familiar y de desarrollo humano; pobre desempeño económico y social que se ha traducido en un rezago en la creación de empleos; emigración de 10 millones de mexicanos; cerca de medio millón de personas involucradas en las bandas delincuenciales que amenazan la gobernabilidad interna; bajos ingresos fiscales; gasto gubernamental que no mejora de manera significativa “los bienes públicos disponibles para el común de las personas”; disminución de las reservas petroleras (página 317-319); ampliación de las brechas en materia de conocimientos, ciencia y tecnología (René Drucker, et. al.), y tremendas condiciones que se padecen en el ámbito educativo (Héctor Ramírez del Razo).
Sin embargo, se presentan alternativas para dar un cambio de rumbo al empantanado actual estado de cosas: una primera hace referencia a enfrentar las desigualdades extremas –que se han agrandado en las últimas décadas– en las oportunidades educativas de la mayoría de la población (Carlos Muñoz Izquierdo, Marisol Silva, Manuel Ulloa), así como la falta de respeto a los actores centrales del sistema educativo y la desigual distribución de los recursos y de sus resultados. Una segunda menciona la posibilidad de aumentar las capacidades educativas científico-tecnológicas que se tienen, mediante políticas de Estado basadas en la cooperación y la innovación (Leonel Corona), así como la de reorganizar a fondo la actividad de las instituciones cuyo encargo es la producción y transferencia de conocimientos y aprendizajes. El logro de lo anterior depende de la movilización y acción de la sociedad para remontar las presentes políticas gubernamentales decadentes, conservadoras y dependientes en estos ámbitos, de modo que se emprenda un camino alternativo de organización ciudadana.
La acción del Estado es crucial para aplicar estas alternativas, pero no puede el Estado ir solo. Más allá de las figuras y de los actores que se presentan en la arena política, destaca siempre el papel que tienen la sociedad civil y ciertos grupos de la misma en la construcción de una cultura de la resistencia, con una prospectiva que vaya más allá de las coyunturas, pues éstas pueden provocar rupturas en momentos clave como una elección presidencial.
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